Estuvimos en aquel maravilloso lugar toda la mañana, incluso comimos en el restaurante que había dentro del spa, que por cierto, era buenísimo. Luego, el coche nos llevó hasta el parque, y allí pasamos toda la tarde solas, divirtiéndonos como niñas pequeñas. En realidad, no tardamos mucho en volver al hotel, estábamos reventadas de andar de aquí para allá todo el rato y decidimos que a las 7 era una buena hora para volver a descansar y estar con los demás. Al entrar en nuestro hotel, nos encontramos a Rush y a los demás en el hall.
-Hombreeeee, las desaparecidaaaas. -Dijo Rush sonriéndonos.
-Hombreeee Rusheteeee. -Le contesté.
-¿De dónde venís?
-Pues mira del parque, estamos reventadas.
-Joe yo que os iba a decir que os subierais con nosotros a tomarnos algo a la azotea...
-Yo por mi sí, ¿eh? -Dijo María. -Aun me queda energía para unas copillas.
Rush la rodeó con el brazo, y yo pues tuve que acceder.
-Venga va, subimos a vestirnos y ya vamos a la azotea.
María y yo subimos a ducharnos y a arreglarnos, y fuimos con los demás. Nos les encontramos en una mesa en la terraza sentados, y habían guardado dos sitios para nosotras, pero estaban separados. No pusimos pegas, realmente aquel era un momento con amigos, y ya habíamos pasado todo el día juntas.
-Nosotros ya hemos pedido. -Nos dijo Alex. -Es que no sabíamos lo que queríais.
-No no te preocupes ahora pedimos.
Entre copa y copa, la noche se puso cada vez más entretenida. Yo iba por la segunda copa cuando el resto, y María, a la que le afecta más el alcohol, ya iban por la tercera, y bien cargaditas. No sabemos cómo, ni por qué, pero acabamos hablando sobre sexo. Bueno, ese tema entre nosotros sale siempre... no sé ni de qué me sorprendí.
-Joder yo tengo una duda existencial pero siempre me la he callado, pero no sé si puedo aguantármela más. -Dijo Rush mirando a la mesa y riéndose.
-Pues dila, si estamos entre colegas. -Dije.
-Ya pero es que no es para todos, es para una en concreto y no quiero que se sienta molesta.
Todos empezamos a animarle y a decirle que no pasaba nada... cosas peores... mucho peores habíamos hablado antes. Rush de repente miro a María, y todos y cada uno de nosotros ya nos figurábamos la preguntita.
-Si ya sé lo que vas a decir, no hace falta ni que lo digas. -Dijo María riéndose y mirando a Rush.
-Joder es que entonces...
-No, venga, dímela.
-Que si no te pusiste...nerviosa la primera vez con una mujer....me refiero... tú has estado siempre con chicos y pues no sé, con chicas es diferente... ¿no te sentías rara?
-A ver Rush, cariño. -Empezó María a decirle mientras se reía, y todos nos reíamos. -Lo que me estás preguntando es, si lo hice bien la primera vez que Melo y yo lo hicimos, ¿a que si?
-Pues más o menos. -Dijo Rush. Reíamos todos a carcajada limpia.
No me pude contener, y lo solté. Iba bastante contentilla. Si no hubiese bebido, no lo hubiese soltado, eso seguro.
-Pues sí, sí lo hizo bien. Me sorprendió hasta a mí, que siempre he estado con heteros y siempre les cuesta arrancar, pero a María le salió solo, con decirte que es de los mejores polvos que me han echado... -Dije aquello y le pegué un trago a mi copa, terminándomela.
Todo el mundo se quedó flipando, pero como iban borrachos no le dieron mucha cuenta a lo que yo acababa de soltar por la boca. Simplemente, María se me quedó mirando con cara picarona, y yo le devolví la mirada. Ambas teníamos ganas de irnos ya al cuarto... parecía que no había sido suficiente lo que habíamos hecho hoy... teníamos energías para más. Con suerte, a los diez minutos Rush se bajó a su cuarto porque le dolía la cabeza, y los demás también se querían ir. María y yo bajamos las últimas, y a la que nos metimos en el ascensor, estando solas, nos empezamos a besar. El alcohol, que hacía de las suyas. Al meternos en nuestra habitación, nos sonreímos, sabiendo lo que iba a pasar y las ganas que teníamos de que pasara. Me acerqué, la cogí de la cintura y le aparté el pelo de la cara.
-Siempre estás bonita, pero esta noche no sé por qué, tienes una luz diferente. -Y le susurré... -Estás preciosa.
Aunque habíamos bebido, aquello pintaba romántico, a ella le apetecía que la mimaran y la quisieran esa noche, y a mi me apetecía querer.
-Por cierto, antes de nada, quiero que abras el último sobre. -Le dije mientras lo cogía de la encimera y se lo daba.
-VALE PARA QUE HAGAS CONMIGO LO QUE QUIERAS-
-Mmm... interesante. -Dijo María. -¿Y te puedo tirar por la ventana?
-Qué gilipollas eres... -Le contesté agarrándola fuerte de la cintura y pegándola a mi cuerpo.
Ella puso su boca cerca de la mía, y me dijo:
-Lo voy a hacer.
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