Capítulo 6

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Su mirada, que se sostuvo sobre mí durante solo unos segundos, penetró con fuerza en mi mente, tanto que incluso me abrumó. Daba la sensación de que decía muchas cosas con ella, y, a la vez, nada. Siempre se me había dado bien oír lo que nadie decía con palabras, pero tal intensidad logró bloquear todos mis sentidos. Sin embargo, no era de manera negativa, no imponía miedo o respeto con aquella acción, sino que era extremadamente placentero, como encontrarse en una llanura habitada por el frío en el que reinaba la paz. Paz. Eso era ella en esos momentos. Y yo, un mísero manojo de nervios bien disimulados. Jamás había tenido esa sensación con algo tan simple como aquello.

-Es la primera vez que la ejecuto correctamente – dijo liberando mis sentidos de las cadenas de su mirada-. La primera...

Esbozó algo parecido a una sonrisa, estaba visiblemente orgullosa de la hazaña que acababa de llevar a cabo. Sin duda, había tenido mucho tiempo para desarrollar aquel talento, era más que evidente, pero, incluso yo, sin tener una mínima idea de música, sabía que aquella representación no era precisamente fácil. Quitó las manos del piano para dejarlas reposar en su regazo, entrelazadas, como era costumbre en ella, y bajó la vista. Todo lo que me hizo quedarme en blanco desapareció en un instante.

-Ha sido una buena canción, felicidades – dije tras un silencio que se me hizo eterno-.

-Gracias, he... t-tenido mucho tiempo para... bueno, aprenderla.

-Sí, trece años encerrada en tu cuarto da para mucho – contesté sin pensar, alcé la vista y, como esperaba, me miraba completamente confusa-.

- ¿Cómo sabes eso?

-Lo... - pensé rápido- Lo he supuesto.

Sopesó mis palabras y, devolviendo su atención a su regazo, decidió creerme, aunque nada convencida de mi respuesta. El silencio fue nuestro acompañante una vez más. Al parecer, ella sabía de qué hablar tanto como yo. Aquello se sentía tan incómodo como en la vida real. ¿Es que tenía que ser antisocial hasta en sueños?

-H-hace un rato te escuché tocar. No pude e-evitar venir, sonaba... - pensó durante unos segundos una calificación-. Interesante. Pero cuando vine estabas muy concentrada, no te diste cuenta. Me fijé en que temblabas y... se me ocurrió que, quizá, eso te reconfortaría.

Se frotó las manos en señal de inseguridad, era algo que le había visto hacer mil veces. Sin embargo, en la película siempre había tenido una actitud fría cuando hablaba por primera vez con alguien. Aquello, no obstante, era un intento de ser amable y sociable. Se notaba a leguas que no era nada diestra en ese arte. Yo tampoco. Aquello sí iba a ser realmente interesante.

-Oye – le llamé la atención-. Ya sé que no toco bien, básicamente porque no tengo ni idea. No hace falta que lo califiques de esa manera. Y... gracias por esto – me arrebujé más en la capa-.

-Era de mi madre. Lo usó cuando me presentó en sociedad, yo aún era un bebé – cerró los ojos, su expresión era de profunda tristeza-. Ella... ella quería que yo la usara en mi coronación.

Eso era un dato completamente desconocido para mí. Por lo visto, mi subconsciente era experto en crear historias adyacentes. Pronto me di cuenta de que aquella capa significaba más de lo que parecía, era la conexión más directa que tenía con su madre, la cual, en la película, solo decía "Está helada.". Al parecer, para la Reina era mucho más importante, más allá de una sola frase o de una aparición efímera. ¿Por qué, entonces, se había deshecho tan fácilmente de algo tan importante? Sus ojos quedaron inexpresivos, estaba completamente invadida por sus propios pensamientos. Probablemente, no había pensado en ella en mucho tiempo.

Frozen FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora