Capítulo especial

1.3K 68 17
                                    

Desde que llegué a mi mundo, todo se había puesto patas arriba. Al principio, no fui consciente de que para ellos también habían pasado cinco años, ya que ni siquiera pude reconocer a mi propio hermano la primera vez que lo vi. Mis padres, por otro lado, estaban igual que siempre, y se extrañaron mucho de que precisamente yo los abrazara nada más verlos, pero me importó muy poco que me tomaran por loca. Al día siguiente de mí regreso, pedí a mi padre que me llevara a la universidad, pero éste me miró extrañado y me preguntó por mi trabajo. De repente, me enteré de que trabajaba para una revista de letras como crítica literaria y, durante mucho tiempo, estuve muy perdida en mi trabajo. La gente me conocía, cuando yo no era capaz de articular el nombre de ninguno de ellos y, por otro lado, mi jefa me regañaba una y otra vez comparando el trabajo que desempeñaba con lo que había hecho anteriormente. Realmente, no podía comparar algo que no existía. Por último, todas las personas cercanas a mí hablaban de cosas que yo debía saber presuntamente, por lo que, aunque no tenía ni idea de a qué se referían, opté por seguirles la corriente.

Me tomó aproximadamente seis meses adaptarme a aquella nueva vida. Descubrí que la nueva obsesión de mi hermano era la saga Star Wars, que Abi no había cambiado nada, que mi trabajo me gustaba más de lo que creí al principio, y que cobraba un sueldo más que decente, por lo que pronto me podría mudar. Y en todo ese tiempo, lo único que fue común para mí, paradójicamente, eran las visitas que hacía a Arendelle para encontrarme todos los días con Elsa. El hecho de estar separada de ella para cumplir con mis obligaciones me hacía echarla de menos durante todo el día, pero merecía la pena al ver su sonrisa y al sentir sus labios, ya que toda esa nostalgia se desvanecía en el aire.

Esa era precisamente la razón por la que no fui capaz de pegar ojo en toda la noche; por primera vez desde que volví, Elsa iba a visitar mi mundo, y eso era algo que me alegraba y me preocupaba de sobremanera. Yo llegué a su mundo conociéndolo, pero ella no sabía más que lo que le había contado, nunca había visto nada realmente. Eso hizo que, tras estar un par de horas remoloneando en mi cama, me levantase de un salto. Si ella iba a venir, todo debía ser perfecto. Cogí la ropa más bonita que pude encontrar en mi armario y, tras ponérmela, miré a mi alrededor; todo estaba hecho un desastre, y si mi novia veía eso seguro que le daría un infarto. Puse música y comencé a recoger todo con rapidez y esmero. Después, repasé todo para asegurarme de que nada estaba fuera de lugar.

-Cama, hecha. Ropa... recogida. Zapatos, ¡los zapatos! – los recogí inmediatamente y los guardé en su caja-. El libro... ¿dónde estará?

Miré en el cajón de mi escritorio, pero ahí no había nada. Así que, recordando que leí en la cama, eché un vistazo bajo la almohada. Cuando encontré aquella sobria tapa dura, suspiré con alivio. Básicamente, sin libro no tenía trabajo. Después miré en mi armario que todo estuviera bien colocado, y fue entonces cuando sentí una mano tocando mi espalda. Grité. Mi sobresalto fue tan grande que se me tensó todo el cuerpo, pero todo desapareció cuando escuché su melodiosa voz. Cuando me giré, pude ver aquellos ojos color zafiro que tanto me hipnotizaban; me sentía en paz cada vez que me miraba.

-Hola, preciosa- me atrapó del mentón y me dio el placer de saborear su boca durante unos instantes, lo que hizo que me diese calor-. Me encanta cuando te sonrojas.

-Es todo culpa tuya – respondí con una sonrisa tonta-. Bueno... bienvenida a mi mundo. Este es mi cuarto, no es gran cosa, porque tú estás acostumbrada a castillos, pero te aseguro que esto es considerado grande por aquí. Te he preparado ropa, he pensado que es mejor que no te pasees con vestidos en este sitio, te podrían reconocer. Por favor, haz que parezca que eres de aquí, y si tienes preguntas hazlas para que solo yo te escuche porque...

Frozen FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora