Pretty Boy

Shopping Day

Despertar desnudo junto al hombre con el que tuvo sexo la noche anterior, sólo cubiertos por una delgada sábana, dándose calor mutuamente entre ambos cuerpos, en el bacón de un pent house no es precisamente la cosa más común del mundo. Pero él es Tony Stark nada en su vida es común y los recientes eventos lo comprueban. Hasta hace unos días era un prostituto que se conformaba con ganar lo suficiente para poder vivir y ahora se encontraba en el suelo del balcón abrazado muy pegado a un magnate anónimo de los negocios sintiéndose realmente bien estando a su lado. Se removió entre esos brazos pegándose aún más de ser posible a ese perfecto cuerpo para él, suspirando bajito para no despertar al bello durmiente que estaba a su lado. Porque, sí, Steve era el hombre más perfecto que había visto en sus cortos veintidós añitos.

—¿Ya despertaste? — la voz de Steve le indicó que no estaba dormido, ahora sentía un poco de vergüenza por pegarse tanto a él.

—Sí, lo siento ¿Te desperté? — Tony alzó el rostro encontrándose con esos ojos azules que lo seguían hipnotizando.

—No, estaba despierto hace media hora— respondió con simpleza aún sin separarse ni medio centímetro del castaño.

—¡¿Media hora?! ¿Y qué hacías durante media hora despierto sin moverte de aquí? —

—Dos cosas. La primera, servirte de almohada humana— fue en ese momento que Tony se percató que en efecto estaba prácticamente sobre el cuerpo de Steve recostando su cabeza en el fuerte pecho del rubio, abrazado a su cintura y una pierna rodeando las contrarias. Si tuviera que definir esa posición diría que es la de un koala bebé pegado a su madre. por si fuera poco, también se dio cuenta que no era solo la sábana la que lo cobijaba, sino también esos fuertes brazos que lo sostenían proporcionándole además de comodidad una reconfortable temperatura corporal.

—¿Y la otra cosa? — se animó a preguntar después de pasada la vergüenza repentina.

—Verte dormir...— y sintió su rostro arder con esas simples palabras. A toda velocidad intentó levantarse para huir a algún lado donde pudiera meter la cabeza hasta que se le pasara ese agolpamiento cardíaco que sentía en su pecho. O sea, hasta que su corazón dejara de latir como como elefantes saltando en un trampolín. Sin embargo, Steve se lo impidió por todos los medios.

—No entiendo que de divertido tiene ver a un hombre dormir— Tony hizo un puchero tremendamente adorable al sentirse prisionero por esos musculosos brazos y sin ningún argumento con el cual defenderse.

—No hay nada de divertido en eso, pero cuando eres tú es demasiado tentador como para despertarte— era definitivo Steve no podía ser más perfecto para él, adoraba sus cursilerías, torpezas, cambios de personalidad al tener sexo y sin duda amaba ese físico de dios griego que se cargaba.

—Eres raro... Ahora suéltame, quiero un baño— dijo tratando de zafarse ya de una vez de ese cuerpo que lo sujetaba.

—Nos bañaremos después— respondió Steve apretándolo un poquito más.

—¿Nos? — Tony sonrió perspicaz y alzó una ceja —¿De qué estás hablando? Yo me bañaré en esa enorme tina y tú esperaras tranquilamente tu turno— continuó, presionando con la yema de su dedo sobre el pecho contrario.

—¿Por qué? ¿Te da vergüenza? Vamos Tony eres más ingenioso que eso, dame una buena excusa— Sonrió el rubio dándole varios besitos en las mejillas a Tony.

—No es vergüenza, es que no quiero terminar siendo follado en una tina— Se dejaba acariciar y besar, mentiría si dijera que no le encantaban esas atenciones y más proviniendo de ese hombre que lo abrazaba con ternura.