Pretty Boy

Buenos días, amor

Un rubio se despertaba en un enorme y comodísimo colchón fue un sueño reparador el que tuvo, sin embargo, eso no era lo que más le gustó de despertarse sobre esa cama, sino en compañía de quien despertó. Adoraba encontrarse cada vez que despertaba con esa desordenada cabellera castaña. Amaba ver ese cuerpo acostado a la par suya, dormido, respirando tan acompasadamente que hasta le parecía relajante. Se acercó a ese cuerpo que le encantaba y lo abrazó con sumo cuidado, su nariz cosquilleó al toparse con ese rizado cabello que olía de maravilla. Lo besó tiernamente y por fin el otro se despertó suspirando un poco. Se giró hacia el que le proporcionaba las suaves caricias.

—Buenos días— saludó aún un poco adormilado.

—¿Sabes qué me encanta? — preguntó el rubio en tono bajo, el castaño negó con la cabeza sin poder dejar de ver fijamente al otro –Amanecer contigo, juntos en mi cama...— respondió a su propia pregunta. Se acomodó con el cuerpo de su novio entre sus brazos, atrayéndolo hacía él pegándolo a su cuerpo acariciando suavemente con su mano la espalda contraria, pasando delicadamente sus dedos desde arriba hacia abajo, mandándole descargas placenteras a su pareja.

—Clint, debo regresar, Tony estará preocupado— dijo Bruce cerrando los ojos con pesadez casi como si se arrepintiera de decir que debía irse.

—Siempre pones a Tony por encima de nosotros ¿Sabes cómo me hace sentir eso? — Clint detuvo por completo las caricias, estaba un poco molesto, no lo iba a negar, pero sabía que Bruce era lo más parecido a una familia para Tony. Por eso no podía culparlo de ser tan unido al otro castaño.

—¿Orgulloso de mí por ser tan buen hermano? — Después de meditar unos segundos Banner respondió finalmente, al rubio le pareció más bien linda esa respuesta, y lo demostró con una ligera sonrisa y un nuevo abrazo —Ya sabes cómo es Tony...— continuó Bruce correspondiendo al mismo tiempo el abrazo escondiendo su rostro en el masculino pecho de su novio.

—Sí, que es un niño en el cuerpo de un adulto—

—Sí, y es por eso mismo que no le pienso decir todavía que me vendré a vivir contigo— Clint sintió como su corazón se aceleró al escuchar decir eso a su novio, hacía meses que se lo estaba pidiendo y Bruce nunca le daba una respuesta concreta, pero al parecer por fin había tomado una decisión. Ahora el problema iba a ser el tratar de convencer a Stark de no retener más a Bruce.

—¿Por qué no solo se lo dices y ya? —

—¿Te imaginas el berrinche que haría? ¡Sería un berrinche marca Stark! — y por lo que Clint sabía ese tipo de berrinches eran... Bueno era imposible lidiar con uno de esos enormes berrinches. Jamás se quitaría a Tony de encima diciéndole cosas como "Tú te robaste a mi Brucie" o "Más te vale que yo también pueda pasar tiempo con mi Brucie" o tal vez Tony simplemente se limitaría a llamar por lo menos seis veces al día para saber el estado de Bruce. Sí, era preferible llevar las cosas con calma cuando se trataba de Tony Stark.

—Pero entonces... ¿por qué no provechamos el tiempo antes de que te vayas? — Propuso Clint en forma seductora para después darle un suave y pausado beso a su novio, un beso que degustó con tranquilidad sin prisas, adoraba la forma tímida de Bruce para besar, y más amaba cuando por fin el castaño tomaba el control del beso volviéndolo sumamente pasional y erótico. En un parpadeo, Clint se encontraba de espaldas al colchón y Bruce a horcajadas sobre la cadera de Clint, viéndolo desde arriba de forma seductora y una pícara sonrisa que solo lograba excitar más al rubio. Sin decir nada Bruce quitó la sabana que aún conservaba enredada en su cuerpo, dejando ver su bella y bien formada anatomía, acarició con la palma de su mano todo el abdomen bien trabajado del otro, deslizando las yemas de sus dedos por todos los músculos abdominales llegando hasta la desnuda pelvis del rubio, recorriendo con precisión la zona deteniéndose justo antes de llegar a su parte mas sensible hizo un marcado movimiento de caderas logrando despertar un poco ambos miembros, era increíble como Bruce podía pasar de ser la persona más calmada a volverse toda una fiera en la cama y eso lo comprobaba Clint cada vez que estaban juntos y esta vez no era la excepción. Sus miradas ardientes encontrándose, sus cuerpos rozándose con desesperación, logrando una perfecta conexión en el momento justo en que Clint penetraba a ese hombre, sentía derretirse en su calor y eso solo lo hacía querer más y más, llegando por fin al clímax en una sincronización perfecta. Y sus labios cansados después de tantos besos fogosos.