VII

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 Angelina Herrera. Angelina Herrera. Angelina Herrera.

"¿Cómo una cosa tan preciosa puede tener un nombre tan normal?" pensó Víctor.

El trayecto de vuelta al departamento fue silencioso, bueno, "silencioso". Lo único que se escuchaba eran los cauchos gritando mientras Reinaldo aceleraba, sin música. Cuando llegaron, Víctor tomó la hoja con los datos y subieron.

Reinaldo, Kevin y Rodrigo se sentaron alrededor de la mesa, Víctor sabía que si se sentaba la ansiedad acabaría con él, por lo que empezó a caminar alrededor de sus amigos. Kevin se levantó a buscar una computadora, Rodrigo empezó a jugar Candy Crush. Cuando Kevin volvió, Víctor le dio la hoja en las manos, y éste puso el nombre de la chica en todos los buscadores que tenía.

—Angelina Herrera, hay 30.000 resultados.

—Vamos a revisarlos todos uno por uno— dijo Reinaldo— yo traigo los cigarros.

—Quedate tranquilo chimenea, solo tenemos que cruzar la búsqueda con la de los asistentes al evento— tecleó algo, apuntó con el dedo a la pantalla de su laptop hasta eventualmente detenerse y formar en su rostro una amplia sonrisa, le dio la vuelta y todos en la mesa vieron lo que llevaban semanas buscando.

—Angelina Herrera, asistente de maquillaje, vive en Maracaibo— leyó Rodrigo.

—¿Cómo la vamos a encontrar con esa información?— le espetó Reinaldo a Kevin.

—Eso es muy sencillo, buscamos su perfil de Facebook, y en algún momento se debe haber tomado una foto al lado de una ventana o frente a un edificio.

—¿Y cómo sabremos en cual de todas las ventanas donde se debe haber tomado fotos es donde tenemos que ir?

—Fácil— intervino Víctor, que había estado callado durante todo el intercambio— vamos a ir a todos esos sitios, tocaremos cada puerta, y en algún momento la encontraré.

—La encontraremos, querrás decir— corrigió Rodrigo.

Pasaron cerca de dos horas, y Kevin seguía investigando, a Rodrigo se le acabaron las vidas en el Candy Crush y Reinaldo iba por el sexto cigarro cuando finalmente Kevin desistió.

Se fueron a dormir sintiendo la derrota, pero nadie la sentía de manera tan cercana como Víctor, quien ya empezaba a aceptar la idea de nunca volver a verla, y por tanto nunca poder volver a disfrutar con su arte.

No fue si no hasta dos semanas después que finalmente Kevin dio con lo que buscaba, eran las 4 de la tarde cuando se escuchó su grito por todo el departamento.

—NOS FUIMOS MI GENTEEEE.

En el carro, Kevin les explicó lo que había hecho.

—Tu chica tiene familia, investigué todas las fotos que se tomaron donde salía una ventana, al relacionar los ángulos y las partes que se pueden ver, sé exactamente donde y en qué piso vive.

Kevin le empezó a dictar la dirección a Reinaldo, mientras Víctor tenía la mente en blanco por la ansiedad, Rodrigo le hablaba de qué tenía que hacer cuando la encontrara, pero él no podía concentrarse en nada que no fuera verla. Ella era todo lo que existía en el mundo.

Llegaron al sitio que Kevin había indicado. Víctor fue el último en bajar del vehículo, se veía como un edificio normal y corriente, pero tan solo pensar que alguien como Angelina dormía bajo ese techo le daba un vuelco al corazón.

Caminaron en fila, era un grupo que destacaba bastante por cuan distintos iban vestidos unos de otros, Kevin nunca dejaba de llevar su traje, Reinaldo destacaba particularmente por siempre ir vestido increíblemente casual en cualquier ocasión, Víctor llevaba siempre chaqueta, que era extraño puesto que lo último que alguien necesitaría en Maracaibo sería una chaqueta, por último cerrando la fila, estaba Rodrigo, con su camisa larga y aquella expresión siempre tranquila.

Entraron al ascensor sin complicaciones, tan solo pasándole un generoso fajo de billetes al vigilante.

—Okay, según mis cálculos debe vivir entre el 6 y el 9, en uno de los apartamentos del lado derecho, nos separaremos, cada uno en un piso, puerta por puerta hasta encontrarla, quien lo haga tiene que llamar a Víctor, ¿entendido?

—Si capitán— dijeron de manera extrañamente sincronizada Reinaldo, Rodrigo y Víctor.

Y así fue, primero se bajó Kevin en el 6, luego Rodrigo en el 7, Reinaldo en el 8.

Víctor sentía en su pecho el ritmo acelerado de sus propios latidos, no podía creer que en tan poco tiempo había localizado a aquella criatura, estaba preparado para sacrificar cuanto fuera necesario, necesitaba volver a tomar fotos, agradecerle a sus amigos por la ayuda y dejar de estorbarles, esa chica jamás entendería lo mucho que significaba para él.

¿Quería ser su novio? Víctor no sabía responder esa pregunta, era algo tan irrelevante para él que ni siquiera lo había pensado hasta ese momento. Cuando el pensamiento pasó por su mente, se dio cuenta de que no iba a poder estar con ninguna otra chica sin tener grabada a fuego la imagen de Angelina en su mente. Era simplemente imposible imaginar enamorarse de alguien que causara en él siquiera la mitad de impacto.

Pero lo que acabó de convencerlo de la idea fue una visión, Angelina en un vestido blanco, caminando hacia el altar. Víctor era agnóstico, pero nada le parecía más emocionante que la idea de poder presentar a aquel ser como su "novia".

Por simple placer, quiso decir la palabra "novia", muy despacio, como para saborear cada significado de ese pequeño sonido, esas cinco deliciosas letras, mientras las puertas del elevador se abrían sin que él lo notara.

—N o v i---

—Buenos días.

Tuvo que detenerse inmediatamente, la voz que acababa de escuchar era demasiado melodiosa como para que una persona hubiese podido pronunciar palabras usandola, sintió bajar el ascensor ante un peso añadido, y mientras empezaba a temblar, miró hacia abajo.

Angelina, dedicándole una angelical sonrisa. 

La manada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora