VI

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 Los ojos se le abrieron uno a la vez, ya era de noche. Víctor yacía tumbado sobre la cama de Rodrigo sin poder sentir sus piernas, y sin embargo viéndolas moverse. Le tomó un tiempo darse cuenta que tenía a Rodrigo encima, estaba balbuceando algo sobre la vida en el mar cuando logró despertarlo a base de sacudirlo.

Rodrigo cayó al suelo como un plátano, su cabeza hizo un fuerte ruido, pero él solo se acurrucó y siguió durmiendo. Víctor rodó en la cama hacia la neverita que Rodrigo tenía en la mesa de noche, sacó una bolsa de hielo y se la puso en la cabeza. Rodrigo musitó "te quiero, jalabolas", antes de que todo lo que se escuchara fuesen sus ronquidos.

Víctor logró ponerse en pie y caminar fuera del cuarto, al salir, inmediatamente le llegó un olor a cigarrillo increíblemente fuerte. Siguió su olfato hasta la terraza (que él no había usado una sola vez) y encontró al que le había disparado, tranquilamente fumando. Al darse cuenta de su presencia, le ofreció uno y dijo:

—¿El patrón fuma?

—No, el patron no fuma— dijo Víctor, con un tono de ironía en la voz mientras examinaba que el hombre no volviera a apuntarlo— pero al patrón le gustaría saber porque durmió por 12 horas seguidas.

—Bueno, el patrón se durmió porque yo mismito le disparé un dardo que el padre mío usaba pa' calmar a los caballos cuando andaban cachuos, más bien el patrón se paró temprano

—Coño, gracias hermano. ¿Puedo preguntar por qué necesitaba un calmante de caballos?

—Bueno, de que lo necesitaba no sé si lo necesitaba, pero tenía que echarle un beta a Kevin y uste' estaba más metido que una lechuga en un pasticho.

—Para la próxima yo me meto en mi cuarto y me tapo los oídos, sin peo— respondió Víctor— si me permites preguntar, Kevin me dijo que tu ibas a ayudarnos a llevar la muestra de ADN a un laboratorio, ¿tu también eres científico?

—Patrón, yo no terminé bachillerato, Rodrigo me contrató de guardaespaldas hace unos añitos, lo cuido hasta de su sombra.

—Puedes llamarme Víctor, Reinaldo— el fumador iba a protestar, pero Víctor lo cortó antes de que pudiera empezar a hablar— ¿a Rodrigo no le molesta que lo pongan a dormir con calmantes de caballo?

—A Rodrigo le cuesta dormir desde hace años —se llevó la mano a la barbilla— quizás se deba a las mujeres que se la pasan gritando en su cuarto, que desconsideradas, de verdad— el tono de seriedad con el que lo dijo le dio a Víctor la impresión de que le había tenido que administrar calmantes de caballo a muchas de esas mujeres— le disparé porque me escribió que quería dormir bien para mañana.

A Víctor le parecía fascinante el hecho de que en 3 días se hubiese formado un circo en su antes aburrido hogar. Se despidió de Reinaldo y se fue a dormir, porque no se le habían terminado de pasar los efectos de la droga, Reinaldo siguió fumando hasta que dieron las 12, cuando también se fue a dormir.

Cuando amaneció, Víctor se levantó de primero e hizo el desayuno, se requirió el esfuerzo combinado de Kevin, Reinaldo y Víctor para despertar a Rodrigo de su letargo, cuando todos estuvieron listos, bajaron al sótano, donde uno de los flamantes autos de Rodrigo los esperaba. Reinaldo subió al asiento del conductor, los otros tres se acomodaron en el asiento trasero, Kevin puso la muestra en un maletín, y dicho maletín en el asiento del copiloto.

Reinaldo chequeó que todos tuvieran los cinturones abrochados, abrió la puerta del sótano, y cuando hubo espacio suficiente, apretó el acelerador con fuerza, el motor hizo un ruido ensordecedor cuando impulsó el vehículo hacia adelante, Víctor se agarró del asiento, Kevin se agarró de Víctor, y Rodrigo le pidió a Reinaldo que pusiera un "trapcito pal' momento".

—USTE' SI SABE MI PANA— dijo Rodrigo cuando Reinaldo le puso su mix de Bad Bunny. Para sorpresa de Víctor, Kevin empezó a corear con Rodrigo "LAS PUTAS A MI ME LLUEVEN"

La canción no había terminado cuando Víctor se dio cuenta que el carro se había detenido, Reinaldo, Kevin y Rodrigo se estaban bajando, él los imitó. En la fachada del edificio abandonado se leía difícilmente "Instituto de Bioanálisis de Maracaibo", el grupo entró al complejo, Reinaldo los guió a través de una serie de pasillos iguales unos a otros, hasta que estuvieron frente a unas escaleras, bajaron alrededor de 10 pisos antes de que alguien dijera palabra.

—¿Estás seguro que es por aquí?— le dijo Kevin a Reinaldo.

—Papi yo estoy más ubicado que un GPS, vos vais a ver como llegamos más derechito que el webo mío.

Bajaron otros 10 pisos hasta dar con una puerta cerrada con tablones de madera, Kevin soltó un prolongado suspiro y miró a Reinaldo, que sin alterarse siguió caminando y empezó a tantear debajo de uno de los tablones.

—No si cachuo entonces, ahora hay una palanca y se abre una puerta secreta y la verga.

Justo cuando terminó de decir eso sonó un "CLACK", Reinaldo se apartó de la puerta tapiada y ésta subió para dar paso a un pasillo metálico iluminado por un brillo blanco.

—PERO MAMAMELO, PERO MAMAMELO MARDITO, PERO MAMAMELO— le dijo Reinaldo a Kevin.

Se prolongó durante todo el camino.

—PERO DALE, MAMAMELO, MAMAME- A la verga ya llegamos.

Se detuvieron frente a una puerta con una inscripción que decía "Solo acceso a personal autorizado", Reinaldo empezó a tocar la puerta, sostuvo el ritmo de sus nudillos contra el metal hasta que se abrió una ventanilla, y se asomaron unos destellantes ojos verdes.

—Contraseña.

— Todo aquel que le eche mayonesa al perro caliente será condenado a pena de muerte— dijo Reinaldo.

La puerta se abrió automáticamente, del otro lado había una chica joven de cabello rojo rizado con una bata de laboratorio.

—Reinaldo Reyes, te dignas a aparecer.

—Bueno María, no fue que me digné a aparecer, es que necesito un favor y como vos te pasais de alcahueta lo vais a hacer, al final me vais a invitar a comer, te voy a coger, y te voy a dejar en visto por dos meses hasta que necesite otro favor tuyo— dijo Reinaldo, con tal tono de naturalidad que resultaba imposible dudar que eso era exactamente lo que iba a pasar.

—Te odio, pero tienes razón. Pasen.

El grupo entró por la puerta a un laboratorio con muchas computadoras, Víctor se adelantó a observar todo, se sintió agradecido de haber llevado chaqueta, habían al menos 12 científicos trabajando en esas instalaciones, no podía creer que todo eso existiera al menos 20 pisos debajo de la ciudad, pero fue Kevin quien dijo lo que él tenía en la mente.

—¿Por qué nadie sabe de esto? Es impresionante.

—¿Si sabes en qué país vivimos? Esto funciona bien porque el gobierno no sabe que existe, nos mandaron a clausurar hace años y lo único que hicimos fue trasladarnos bajo tierra, mientras no sepan que estamos aquí, todo bien— la doctora miró a Kevin y empezó a acercarse a él, los 4 hombres en la habitación tragaron saliva al mismo tiempo cuando la mujer le quitó el maletín de las manos y lo abrió, sacó la muestra de cabello y la introdujo en un agujero que había en una de las muchas consolas que había en la pared, apretó algunos botones y fue al otro lado de la sala para tomar unos papeles recién salidos de una impresora y entregarlos a Víctor en las manos.

—Estais mas buena que sacar 20 en química sin estudiar— le dijo Kevin a la doctora, que había jalado a Reinaldo y lo estaba llevando a una habitación lejos del grupo.

Rodrigo se acercó a Víctor, le puso una mano en el hombro. En la hoja había una foto de frente de aquella increíble criatura que había visto en la alfombra, hermosa como nada en este mundo podía serlo. Pero junto a la foto, se leía un nombre.

Angelina Herrera. 

La manada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora