Mil noches

XI

 La espalda desnuda que tenía enfrente la conoce a la perfección, porque millones de veces lo vio casi desnudo, mas en las noches calurosas de verano insoportable donde ellos iban hacia esa laguna refrescante.

Pero ahora esa espalda de lunares están marcados con arañazos y el rubio está seguro que son suyas en modo de defensa o en modo descontrol donde él también se dejo llevar, porque desde el principio sabía que era lo que iba a suceder y lo que le podía suceder.

Con el cuerpo a dolorido se sienta en la cama mientras a sus pies y en el borde de la cama se encuentra el mayor con la misma cantidad de ropa que traía puesto el rubio, nada. Desnudo los dos, como dios los trajo al mundo, siendo ellos dos ahora indefensos porque JongHyun no puede dar una explicación de lo que hizo porque es injustificable, y KiBum no podía decir que lo hizo con buenas intenciones.

El silencio molesto que hay en la habitación los envuelve y los deshace porque ninguno quiere hablar, más JongHyun que aun seguía en la misma posición desde que fue solamente un poco consciente. Porque cuando el rubio se desmayo en sus brazos él supo dejarlo en la cama y él se sentó en la misma forma en la que ahora estaba, no había dormido, ni siquiera pestañeado.

El ruido de las sabanas moverse gracias a las acciones del rubio eran el único ruido insignificante que había en la habitación. El rubio se cubre con las sabanas, tapando su desnudes, su cuerpo ya marcado.

—Vete y no vuelvas más.

El moreno solamente se levanta mostrando su desnudes a un menor que se cubría poco a poco con las sabanas. Aun dado de espalda el mayor solamente tiende a caminar hacia la puerta a pasos lentos, lo abre pero no sale y así pasan más de un minuto y JongHyun no sale de la habitación.

—Ándate.

Y nada, el mayor aun seguía así parado en ese lugar sin querer mover ni un solo musculo. Ahora temblando, apretando con sus manos aquellas sabanas que se van arrugando cerca de su pecho.

—Que te vayas.

Habla de nuevos rubio sollozando a lo bajo, cuando el mayor opto por no hacerle caso de nuevo y solo a girar sobre sus talones para ahora poder verse, quizás por última vez.

KiBum sabía que en aquella mirada había culpa y miedo, porque ya no eran ojos oscuros como la noche o como aquel bosque, esos ojos dejaron de ser de aquella oscuridad y pasaron a ser celestinos.

Celestino como esa prima vez juntos donde él no supo saber si era verdad, Celestino como esta última vez donde si era consciente de todo hasta un cierto punto. Pero ahora con el sol brillando sobre la ventana, dejando entrar los rayos atreves del vidrio y dejarlo entrar a la habitación para darle más calor, más color, más luz.

Son pasadas las doce del medio día, Kim JongHyun dejo de tener los ojos oscuros para ser ahora muchísimo más claros y profundos. Son las doce y treinta y siete del mediodía, y las lágrimas que los dos dejan escapar aun viéndose los delata, a KiBum el miedo a JongHyun la culpa.

***

Odiaba el hecho de depender de él por tanto tiempo, a veces se sentía impotente y poca cosa porque su autoestima disminuía, porque a veces él no podía pensar en positivo, en salir para delante y tratar de quitarse la ayuda del mayor.
Y él mismo no se podía ni siquiera verse al espejo y no sentir asco al verse reflejado.

JongHyun se había ido, pero no del todo. Porque en realidad nunca se fue y está seguro que ahora tampoco se abra ido en su totalidad. Porque mágicamente aparece dinero donde antes no había, como también las expensas siendo pagada a la fecha pero él no recibía ni una carta de esos impuestos, y ni siquiera él mismo sabe cuándo y cuanto debe pagar de luz, gas o agua.