III

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Suspira mirando hacia la ventana con una pequeña esperanza de poder verlo. La nieve seguía cayendo, el vaho que salía de su respiración, de su boca cuando sacaba la cabeza de la ventana esperando verlo más allá.

No había nada, solo se podía ver la nieve que cubría todo el pasto, todos los arboles y aquel muro de ladrillos de dos metros que él aun no podía creer que JongHyun podía saltarlo. Del otro lado del muro la avenida, los faros alumbrando la calle que de apoco se está haciendo igual de blanco que el resto, mas allá los arboles del bosque.

Vuelve a suspirar sintiendo su cuerpo congelarse, JongHyun le había dicho que no se enfermara y ahora que no lo ve, desde hace tres días, tampoco haría el intento de enfermarse.

Cierra la ventana y mira su habitación, el DVD esperando a ser encendido para mostrar la película de acción que eligió para el mayor, en el buró nuevamente otra vez dos pedazos de carne, porque él esperaba que volviera y lo perdona. Por todo, por solo ser esa primera vez de desentendido.

Tal vez JongHyun estaba molesto y lo trató como su hermano mayor, porque años de estar juntos esa era la única explicación.

Cuando tenía dieciséis había dicho que era cercano a un tal MinHo, y ahora con diecisiete años había experimentado la excitación y preocupación de haberse saltado del colegio, experimentando un beso donde lo llevo a otro nivel y haciéndolo sentir muy bien.

Perdiendo la virginidad con un amigo.

No lo había visto tan así de impulsivo, no como la anterior vez, el día en que él y JongHyun jamás olvidan.

Recordando su cumpleaños número diecisiete donde JongHyun como se le hizo de costumbre entrar a la habitación desde la ventana, con un pequeño pastel comprado en esa cajita en sus mano. Él lloraba, porque no le gusto que lo viera así, con el ojo negro y el labio partido, por el simple hecho de que no había hecho la cena.

Recibiendo el castigo merecido de su padre. JongHyun, que mostró un rostro que KiBum jamás vio, fue decidido a buscar a ese hombre. Inflando su pecho de rabia, mostrando las venas que le sobre saltaban del cuello y de los brazos, mostrando ese puño cuando por primera vez salió de la habitación del menor.

Haciendo oídos sordos cuando el rubio fue tras él, llorando y diciéndole que no lo haga, que no haga una locura, llorando a mares sobre esa espalda tensionada, abrazándolo sobre la cintura y arrugando con sus dedos la remera sobre el estómago del mayor. Calmando aquél gruñido que salía de JongHyun como un animal, calmando con sus lágrimas la respiración agitada.

"Algún día lo mataré y esperó que no estés ahí presente."

Eso había dicho JongHyun más calmado, volviendo a la habitación con el menor en sus brazos, llorando junto a él por sentirse muy impotente, sin poder hacer nada al respecto.

Ahora lo quiere a él para poder pedirle perdón, por algo que no debe disculparse, y pedirle que vuelva a ser las cosas como antes, que lo haga reír otra vez, que miren películas y traten de hacer algo estúpido como apostar a quien se le congela primero el cerebro por comer tanto helado.

Suspira hondo expulsando todo de su pecho —Te extraño.

*

Prepara la cena, mientras suspira de nuevo con una media sonrisa. Despacio, con suaves pasos y suaves toques prepara la mesa. El plato de porcelana blanco en la punta de la mesa, una servilleta que su abuela les habían regalado y es el favorito de su padre. Los cubiertos de metal con un fino dibujo en la punta, siendo más pesadas de las que se consiguen en un mercado, son las mismas que él día del fallecimiento de su abuela, son los cubiertos de su abuela.

Mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora