Mil noches

XXII

Termina su caminar cuando se encuentra en medio de lo que solía ser su sala, en donde antes solía haber un sofá ahora no hay nada. Recorre con su mirada los huecos vacíos donde antes solía tener sus muebles, la pared desteñida mostrando la sombra perfecta de los cuadros colgados como si fuesen fantasmas. Las paredes desnudas que no se cubren con los cuadros que había puesto con JongHyun, imágenes suyas con su madre, con su abuela; ya no había nada.

Los rayos de sol que entraba desde la ventana le recalca que él ahí ya no pertenece, o eso es lo que él cree hoy en día. Se acomoda con los dedos el flequillo rubio ya crecido que obstruía su vista, aguantando las lágrimas y el nudo que se forma desde su garganta. Incluso le cuesta tragar hasta su propia saliva, teniendo los ojos cristalinos sus ojos felinos detecta la silueta del hombre en la cocina y sin dudarlo va tras él.

Como todas las habitaciones de esa casa la cocina se encontraba igual de vacía.

—¿Estás seguro?

Porque no es la primera vez que TaeMin le pregunta, hace ya unos días que formula esa pregunta cada vez que se ven y siempre teniendo el mismo resultado.

—Si.

Porque Kibum ya había tomado una decisión y no pensaba retractarse, había renunciado a su trabajo llevándose una sorpresa de sus compañeros, más de JinKi que le preguntó más de una vez que si hubo algo que le llegó a molestar.

— Dudo mucho que JongHyun esté contento con ésta noticia.

Limpiando con el dedo índice las primeras lágrimas del día observa la espalda de TaeMin el futuro Alpha de la manada, viendo cómo recorre lo que quedaba de la cocina.

— Él no, pero su lobo si.

Sin decir más nada el futuro Alpha gira para poder observar al rubio de ojos llorosos para solamente guiarlo hacia la salida, KiBum acepta seguir caminando junto a él a pasos lentos con el dolor en el corazón por abandonar lo poco que le quedaba de sus recuerdos.

Todo lo había vendido o lo había regalado, ya no quería aferrarse más a nada material, decidió dejar de pensar en su antigua vida, y solamente tener bonitos y hermosos recuerdos de su madre y abuela, de su infancia. A veces sin querer un vago recuerdo doloroso aparecía en su mente debilitando otra vez y derrumbando su fortaleza y eso cada vez alimentaba el pensamiento de querer abandonar todo lo que podría traerle recuerdos malos y dolorosos.

Cerrando la puerta tras suyo el futuro Alpha lo guía hasta el auto y sin mirar hacia atrás KiBum sube aguantando las lágrimas que está vez parecían no tener fin. El pañuelo desechable que le ofrece TaeMin lo acepta, y el futuro Alpha vuelve a preguntar.

— ¿Estás seguro, KiBum?

Sin más nada que pueda decir, siendo sus palabras obstruidas por el dolor en la garganta por culpa del nudo que se forma, la nariz tapada y los ojos aguados asiente frenéticamente.

Resoplando TaeMin decide no volver a preguntar, no más. Pisa el acelerador, observando desde el retrovisor como aquella casa se hacía cada vez más pequeña y KiBum que seguía llorando desde el espejo también observaba lo mismo.

*

Se despierta cuando sin querer el auto pasa por sobre un pequeño pozo provocando que el auto se moviera como un zamba. Sintiendo los ojos pesados y viendo la poca visibilidad que había ya en la oscuridad del bosque KiBum frunce el ceño.