Daniel salió con Nathan para arreglar el carro y yo me quedé con Janine. Me permitió cargar al bebé por un momento mientras ella calentaba la cena. Nina también había llegado, pero a pesar de que insistió en ayudarle a Janine, ésta se negó y la mandó a descansar. Me había dado mucho gusto verla. Su cabello ya se estaba tornando gris, pero se veía llena de vida igual que siempre.
Ya eran casi las nueve de la noche y Daniel aceptó la idea de que nos quedáramos a cenar. El que llegáramos de sorpresa no fue muy de su agrado. Y era comprensible. No todas las personas aceptan que una pareja de completos extraños entre a su casa con el clásico de "un auto descompuesto", y mucho menos los invitan a cenar como si fueran amigos de toda la vida. Pero así era Janine, su confianza no tenía límites y Daniel, bueno él tenía que seguir los instintos de su esposa.
—Es un niño hermoso —era muy lindo y se había dormido muy rápido.
Sus mejillas eran regordetas y muy rosaditas daban ganas de darle una gran mordida.
—Muchas gracias —Janine sonrió al verme con el bebé—. No quiero incomodarte, pero, ¿cuánto tiempo tenías de embarazo?
—Cinco meses —respondí sin ganas—. Fue un embarazo muy complicado desde el principio. Y aún sigo asimilando la situación. Fue por eso que vinimos a despejarnos unos días, pero hasta el clima conspira en mi contra.
—Lo lamento tanto linda, pero no debes preocuparte, sé que tendrás otra oportunidad, después de todo aún eres joven, ¿qué edad tienes?
—Casi veintiuno.
—Esa edad tendrían mis hijas —dijo mientras sacaba la lasaña del horno.
—Las extrañas mucho, ¿cierto?
—Cada día —respondió rápidamente—. No he dejado de pensar en ellas. Cada noche subo y reviso sus habitaciones como si fuera a verlas ahí, Dëni con su celular o en el caso de Alexia leyendo alguno de los libros de Daniel.
—Perdón, ya no diré nada —debía parar.
—Está bien Cara —dejó los guantes en la mesa—. Es sólo que el destino a veces juega tan raro con nosotros. Las conocí siendo tan joven y ellas eran unas niñas, nunca me imaginé que pasaría algo así. Trato de estar bien por Daniel, y por mis gemelas, sobre todo por Tabi. Desde que Dëni murió la escucho hablar con ella, en su habitación, o al menos eso pasó al principio. Y ella nos dice que Dëni está bien y que regresará. Por eso decidimos ir a Londres un tiempo.
Hasta yo llegué a pensar que Tabitha estaba loca pero no era así. Ella sí hablaba con Dëni, cada vez que venía a Ravenville.
—¿Cuándo se marchan? —pregunté.
Dëni dijo que tenía ganas de verlos, tendría que avisarle antes de que se fueran por un largo tiempo.
—Tal vez en una semana, máximo dos.
Dëni tenía que venir cuanto antes.
—Mis gemelas apenas tienen ocho años, y han tenido muchas cosas para asimilar, pero eso no impide que sean unos monstruos —dijo como para cambiar de tema.
Escuché unas carcajadas en la parte de arriba y luego unos fuertes pasos en las escaleras, al parecer venían para la cocina.
—¡Mamá, Tabitha sigue asustándome! —su voz había cambiado tanto.
Ya no era tan chillona como la recordaba. Estaban creciendo muy rápido.
—Y parece que las invoqué.
Ambas aparecieron en la cocina. Se veían tan hermosas, habían crecido unos cuantos centímetros y ahora cada una tenía un corte de cabello distinto. Se quedaron ahí y sentí la mirada de Tabitha. Me estaba examinando de pies a cabeza. Y eso me hizo sentir un poco nerviosa.
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"El Elemento Perdido #2: Agua" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️
FantasyTodo ha vuelto a la normalidad en Caudentry. La familia Vasilith esta más fuerte que nunca con el regreso de las princesas Eleanor y Alexia. Todos viven de nuevo en paz y con tranquilidad. Pero no es suficiente. Viviendo bajo la sombra de su herman...