—Creo que me quedaré un rato más con ella. Puedes irte Greta.
—Claro señor pero llámeme si necesita algo.
...
Abrí los ojos lentamente. Me sentía como si tuviera una resaca mortal. Todo estaba muy oscuro, al parecer aún era de noche. Sentí que tenía algo en la frente y me lo quité. Era una paño frío. ¿Por qué me lo pusieron?
—¿Alexia?
Cedric apareció ante mí. Las velas apenas y le iluminaban el rostro pero lucía muy preocupado.
—¿Cómo te sientes?, no te muevas, llamaré a Greta.
—No —lo detuve antes de que se fuera—, no te vayas.
Miró mi mano por un momento y luego se sentó en la cama conmigo. Me hice a un lado para que se acomodara mejor. Me recargué de él para que mi cabeza descansara en si pecho. Se sentía muy bien.
—Es un alivio que estés bien —dijo mientras acariciaba mi cabello—, he tenido que darle muchas explicaciones a tu padre.
—¿Por qué? —pregunté confundida.
—Alexia, has estado así casi dos días, tenías mucha fiebre y ya no sabíamos qué más hacer.
De repente todo volvió a mí de nuevo. Había estado en el estúpido prado y después Nathan apareció. Entonces todo se fue al demonio.
—Sospeché que algo muy grave te pasó cuando te encontré totalmente empapada en los establos, parecías algo desorientada.
—¿Cómo llegué ahí? —no recordaba nada en concreto, Cedric se encogió de hombros.
—No tengo idea —respondió—, te desmayaste y tuve que traerte aquí.
Rayos. Que maldita vergüenza. ¿Qué le habría dicho Cedric a todos? Había pasado ya mucho tiempo desde que yo causaba problemas.
—Tuve que decirle a Adrián que el caballo se te escapó y que te quedaste en ese prado justo cuando la lluvia comenzó —me explicó—. No discutieron, les preocupó realmente que estuvieras así.
Bueno al menos ya tenía una buena coartada. Cedric era muy bueno para dar excusas. Además de que era un alivio que no me hubiera visto con Nathan. Y ya no quería pensar en eso. Todo lo que me había dicho. Como admitió todo lo que sentía por Cara. Me negaba a creer que la amara tan de repente. Dëni me lo dijo, algo lo hacía dudar, pero sus ojos no podían mentir, él ya no sentía nada por mí, y quizá jamás lo hizo. No como yo. Tristemente me di cuenta que al igual que Dëni, él ya no era el mismo. Y aunque me doliera aceptarlo, era culpa mía y de nadie más.
—¿Qué piensas? —preguntó Cedric—, te quedaste muy callada.
¿Debía decirle? Recuerda tus cartas Alex...
—En muchas cosas pero ahora, creo que pienso en esto.
Me aparté de él y quedamos frente a frente y no supo cómo reaccionar hasta ver lo que hacía. Lo besé. Era estúpido. Todavía me sentía un poco débil por la temperatura y me dolía todo el cuerpo pero no me importó. Tal vez era el enojo que tenía acumulado. El rechazo de Nath y todo lo que provocó con una simple plática que jamás pedí. ¿Cedric quería una oportunidad? Bien. Entonces se la daría. Aún cuando eso significara utilizarlo a mi antojo.
—Alexia no, espera —me apartó de él y tomó mi rostro entre sus manos—, no hay que hacer esto, estás muy débil aún.
—¿Acaso no lo quieres? —pregunté y lo besé de nuevo—, porque me dijiste otra cosa en el prado.
Comencé a desabotonar su camisa y esta vez, ya no me detuvo. Él lo quería, no tenía que negarlo.
—Creí que esto pasaría hasta después de casarnos.
—No seas tan anticuado —me burlé y lo besé de nuevo y esta vez, me devolvió el beso sin dudarlo—, solo espero que la puerta ya tenga seguro.
Esperaba que nadie apareciera en estos momentos o estaría muy molesta.
—Por supuesto —rió levemente.
Terminé de quitarle la camisa y rodó para que quedara abajo de él.
—Eres tan hermosa.
Sentí sus manos mientras subían por la tela del camisón. Rozaba mis piernas con tanta delicadeza que por un momento dejé de pensar. Su boca bajó a mi cuello dejando pequeños mordiscos a su paso. Siguió bajando hasta llegar a mi vientre, levantando el camisón a su paso. Caí en la cuenta de que no llevaba nada más debajo, asi que quedé expuesta ante él. Se detuvo y me quitó el camisón rápidamente. Me besó de nuevo y me daba la sensación de que no quería dejarme tan fácil. Me besaba con tanta precisión y sin ningún apuro, como si supiera exactamente qué hacer. No podía controlar los leves sonidos que salían de mi boca y sólo esperaba que nadie que pasara por mi cuarto escuchara algo. Pero era inevitable, aún cuando me aferraba a las sábanas no podía controlarme. Mis manos acariciaron su espalda. Su piel era tan tersa y podía darme cuenta de lo musculoso que era.
—Alex, si quieres parar... —murmuró en mis labios.
¿Me lo dices ahora?
—No —puse mis manos en su boca—. Todo esta bien.
Escuché cuando el cinturón desapareció de su pantalón. Tomé los botones y me deshice de ellos. Lo atraje hacia mí. Sus besos ya no eran calmados ahora eran rápidos, más intensos. Su lengua exploraba mi boca lentamente. Apenas y podía respirar pero no lo necesitaba. Era como si esto fuera necesario para seguir con vida. Cuando por fin los pantalones quedaron fuera, solo quedaba un obstáculo entre nosotros. Sentí su presión ante mí y eso me hizo soltar un leve gemido. Lo necesitaba más que nunca.
En esos momentos, era un mar de sensaciones que jamás había sentido.
Tomé su cabello entre mis manos y lo jale con fuerza. Como reacción mordió mi cuello pero ni siquiera sentí dolor. Todo era una mezcla de placer y muchas otras cosas. Por fin me miró de nuevo. Sus ojos tenían un brillo extraordinario que dejaba ver ese toque violeta que tanto me intrigaba.—Te amo.
Su boca me invadió de nuevo y en tan solo unos pocos segundos lo sentí dentro de mí. Se quedó quieto por un momento y casi di gracias a los dioses puesto que la sensación era muy extraña, esperaba un poco más de dolor pero todo se pasó a los pocos segundos. Comenzó a moverse poco a poco, como si tuviera miedo a lastimarme. Fue raro al principio pero mi cuerpo lo aceptó lentamente.
—Cedric —lo rodeé con las piernas de nuevo y lo atraje más hacia mí.
Se dio cuenta de que no pasaba nada malo y comenzó a moverse más rápido. Pasé mis manos por su espalda, dejando leves rasguños que provocaban leves gemidos en él. No dejó de besarme y sus movimientos eran cada vez más rápidos. Sentí como mis piernas se tensaban y sabía que estaba cerca del final.
—Alex, yo...
—Sigue, no te detengas.
Mordí su labio y fue como si una descarga nos atravesara. Las embestidas aumentaron más y entonces lo sentí. Era una sensación que no podía describir tan a la ligera. Era lo mejor que había sentido en mucho tiempo. Nuestros cuerpos se relajaron por completo. Su cara estaba oculta en mi cuello. Podía sentir su respiración en mi piel. En estos momentos parecía que eramos una sola persona. Cerré los ojos por un momento y sin sentir nada más me quede dormida.
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"El Elemento Perdido #2: Agua" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️
FantasiTodo ha vuelto a la normalidad en Caudentry. La familia Vasilith esta más fuerte que nunca con el regreso de las princesas Eleanor y Alexia. Todos viven de nuevo en paz y con tranquilidad. Pero no es suficiente. Viviendo bajo la sombra de su herman...