18: Universos conectados

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Pasé los siguientes dos días haciendo cosas en familia y decidiendo qué quería hacer a partir de ese momento: Seguir con ellos, o continuar con lo que ya había empezado

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Pasé los siguientes dos días haciendo cosas en familia y decidiendo qué quería hacer a partir de ese momento: Seguir con ellos, o continuar con lo que ya había empezado. Su compañía era muy agradable, pero aun así mi cabeza estaba en otro lado. Mis sentimientos eran contradictorios: Había regresado creyendo que estaba a tiempo de volver a ser la Loreen de antes, pero me había dado cuenta que era imposible. No podía abandonar a La Resistencia y a Colly.


Me dirigí a la Sala de Computación Municipal tal y como me había indicado Matheo; a ver qué podía sacar de allí. Era un edificio público en el que se disponían varios ordenadores con conexión a Internet para buscar información o pasar el rato. Disponían de más datos que en un ordenador convencional ya que tenían acceso a la red privada del Gobierno, con restricciones, para acceder a los archivos de interés general. Mi misión era vulnerar esas medidas de seguridad para poder ir más allá y conocer los secretos que guardaban.

El directorio central estaba en la primera planta, vigilado por dos guardias. Era la única habitación que tenía acceso directo a la red del Gobierno, para interconectar el flujo de información proveniente de todas las ciudades con el Gran Ayuntamiento de Sonnenville, donde también vivían Susan y su familia.

¿Y cuál era la única forma de entrar allí? No me quedaba de otra más que... Vestirme de guardia.


Llamé a papá para preguntarle dónde conseguir uno de los trajes que Craig encontraba con tanta facilidad. Resulta que tienen un proveedor en East Valley que diseña trajes similares para poder realizar la infiltración en las brigadas de La Guardia sin levantar sospechas; por eso la primera vez que nos conocimos parecía tan real su papel de guardia. Me cité con él en un callejón y me cedió un uniforme. Me vestí con el mono verde, que llevaba un cinturón de neopreno en la cintura con pequeños bolsillos para guardar el arma u otros instrumentos. En la parte izquierda del pecho llevaba un bolsillo bordado con el símbolo de Serendipia, la golondrina, bordada con un hilo dorado. Me vi horriblemente tirana y me apresuré a cumplir con mi misión antes de que me entraran arcadas por llevar este trozo de tela, oda a la agresividad.

Recogí mi peluca blanca en una coleta mientras subía las escaleras en dirección al directorio. Los dos guardias me miraban fijamente y yo continué con mi paso firme. Ellos continuaron en su posición mientras yo cruzaba entre medio de ellos, sin inmutarse. Abrí el pórtico de cristal y me adentré en la sala, que en ese momento estaba vacía. Las pantallas estaban colgadas en varias filas horizontales y rodeando todas las paredes, mostrando las cámaras de seguridad de la sala principal y del resto de salas del país. Me dirigí al ordenador de control y tecleé unos comandos para poder abrirlo. Por suerte disponíamos de una contraseña genérica que burlaba todos los firewalls y nos permitía identificarnos en el ordenador para manipularlo. Dejándome de conceptos técnicos, tras una larga búsqueda logré abrir la intranet del Gobierno, usando claves falsas. A través de esa interfaz podría acceder al ordenador de Susan, que también estaba en la misma red, y poder acceder a la última de las grabaciones que necesitaba: La muerte de Colly a manos de su familia. Y allí estaba, en una carpeta muy escondida en su disco duro.

RESISTENCIA [EN EDICIÓN] [COMPLETA] #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora