Prólogo.

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Solo una canción. Una suave y triste canción. Oscuridad. Frio. No sentía temor o ansiedad, únicamente tranquilidad. De vez en cuando se colaba una voz masculina pero la ignoraba, esta parecía enojada y lo perturbaba.

No sabía dónde estaba, pero no le importaba. Se sentía en paz. Era como si a cada segundo que pasara un dolor abstracto fuera retirado de su corazón, dejándolo más ligero. En algún momento él fue oscuridad, su cuerpo dejó de ser cuerpo para formar parte de un todo.

A veces un halo de conciencia afloraba, haciéndole saber que estaba en letargo. Que no estaba muerto, pero tampoco vivo. Esa vocecita le decía su naturaleza, sus origines. Entonces aparecían imágenes, algunas más brutales que otras, algunas más felices que otras. Era entonces cuando recordaba quién era y qué hacía ahí.

Hasta que llegó la calidez.

Era como brisa de primavera, fresca, cálida. Era etéreo, lleno de cariño y esperanza. La brisa se llevó los recuerdos, las reminiscencias de su conciencia, la voz masculina furiosa. Se llevó todo para solo dejar una suave melodía de fondo, un apenas perceptible murmullo lejano.

  <<Es tu renacer Kaname>>

Flor de AlmendroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora