Abrió los ojos con pesadez, encontrándose con una visión que hace días extrañaba: el rostro dormido de Kaname. Era como ver a un ángel dormir.
El día anterior se habían quedado en la habitación del menor viendo una película de navidad. Irónicamente el castaño se había enamorado del Grinch. ¡Incluso lo comparó con el mono verde! Tras el comentario se había desatado una guerra de cosquillas que obviamente él ganó.
Según el oji borgoña, cuando recién despertó creía que él era un Grinch. Muy enojón. Pero ahora tenía una visión muy diferente de él. Le encantaba esa sinceridad infantil que tenía Kaname y esa confianza que había nacido entre ambos.
La imagen del bastardo del café se le cruzó por la mente, podía sentir la ira bullir otra vez. Ese idiota se había atrevido a coquetear con un niño; bueno, Kaname tenía miles de años más que ese mocoso ¡Pero tenía mentalidad de niño!
Él quería que el castaño tuviera una vida normal, como Yuuki hubiera querido, con amigos humanos, trabajo y todo lo demás; pero no podía negar que la idea de una pareja le ponía de los nervios. Ni siquiera había aceptado un novio o novia para sus hijos, mucho menos para el mayor.
Joder, tienes un preocupante complejo de padre.
¡Qué podía hacer! Entre más observaba el semblante dormido más sobreprotector se sentía. Que se jodiera su conciencia. Seguiría con su complejo de padre a mucha honra.
Pero, lamentablemente, no podía seguir recostado tan cómodo. Tenía que ir a la asociación, el mensaje que le había despertado no podía seguir esperando.
Quería evadirse más tiempo de la realidad pero no podía. Hoy Kaname se enfrentaría a una prueba de fuego y quería estar con él para apoyarlo en lo que más pudiera.
Con cuidado de no despertarlo, movió el cuerpo del mayor y se levantó de la cama. Lo arropó hasta los hombros, y revolvió su cabello con cariño.
—Estoy aquí para ti. No lo olvides. —susurró.
Kaname ya no estaba solo. Él lo protegería.
*
*
*
Zero y Ren caminaban a paso rápido por los pasillos de la Asociación. Se sentía un ambiente tenso, las caras de hastío y resignación se repetían más de lo que le gustaría. Que aceptaran su naturaleza no significaba que aceptarían a otros vampiros.
No tardaron más de tres minutos en llegar al despacho del mayor. Si bien era una oficina amplia y cómoda, con tantas personas en su interior se sentía pequeñísima. En los sofás estaban sentados Hanabusa, sus dos hijas y Ruka; Akatsuki y Takuma, permanecían de pie a un lado de los sofás; mientras Kaito estaba sentado en su escritorio, mirando hacia el exterior.
Inclinó la cabeza a modo de saludo y se ubicó de pie frente al escritorio. Kaito se bajó de un saltito del mueble y se recargó en la estantería a su derecha; Ren se mantuvo cerca de la puerta, en caso de que a alguien se le ocurriera espiar.
— ¿Te recuperaste por completo? —preguntó dirigiéndose a oji azul.
— Me curo rápido...Además me dieron sangre. —hizo una pausa. —Estoy bien.
Zero asintió. Intercambio una rápida mirada con Kaito antes de seguir.
— Recapitulemos: a todos los han atacado en menos de una semana, unos niveles E o D sin presencia, con cualidades mucho mayores a las de cualquier vampiro de esas clases. —hablaba más para sí mismo que para los demás; aquel ejercicio le servía para poner en orden sus ideas. — Primero ataca, midiendo su alcance; se detiene abruptamente y va tras ustedes. —Dirigió su mirada al grupo frente a él. No le preocupaba hablar de tan delicado tema frente a las hijas del oji azul, pues aunque el rubio no quisiera aceptarlo, las niñas ya tenían unos 40 años; con una apariencia de 13 claro está.

ESTÁS LEYENDO
Flor de Almendro
FanfictionYuuki lo había decidido: su hermano merecía una segunda oportunidad. Después de tantos años buscando una forma de hacerlo, la había encontrado y esperaba de todo corazón que su hermano pudiera ser feliz viviendo como humano y que lograra descongelar...