Gardenia

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-Hay algo que quiero mostrarte.

Kaname asintió, se levantó y siguió a Zero por los pasillos de la mansión.

Caminaron 10 minutos por los largos pasillos, subieron escaleras, entraron por habitaciones que daban a otras... Un completo enredo. A pesar de ser una mansión de la familia Kuran, Kaname sólo conocía lo poco que había explorado durante los meses anteriores; y debía admitir que su sentido de la orientación nunca fue admirable.

Reconoció vagamente el estrecho pasillo frente a él. Zero se detuvo unos segundos, indeciso, frente a la puerta.

- ¿Ocurre algo? -preguntó alzando su cabeza sobre el hombro de Zero.

-No.

Zero abrió la puerta, entró y cerró la puerta tras Kaname. La habitación blanca estaba cubierta de lirios e ilusiones, velas aromáticas, adornos de plata, fotografías; juegos de luces blancos colgaban del techo asemejando copos de nieve. En el centro una mesita era rodeada por sofás individuales; sobre ella, un portaretratos con la fotografía de Yuuki rodeado de flores rosa pastel.

-Ella decoró este cuarto. -comentó Zero mientras se sentaba en uno de los sofás.- Le gustaba sentarse aquí a cuidar de las flores... Cuando se marchó, puse las fotografías. Imaginé que le gustaría. -del cajón de la mesita saco un sobre y se lo extendió. Reconoció la delicada caligrafía de Yuuki. - Te dejó esto para cuando recuperaras tus recuerdos. Preferí esperar un poco más para dártelo.

Kaname tomó el sobre con cuidado. Lo sostuvo entre sus manos, apreciando cada línea negra que deletraba su nombre. Había pasado bastante tiempo desde que ella lo escribió pero, aún así, podía oler el dulce aroma a rosas con las que había perfumado el papel.

Una tarde de aburrimiento él le había enseñado cómo enviaban las cartas antiguamente; ella quedó fascinada con el perfumado papel y los sellos de cera. Desde entonces tenía la costumbre de enviarle cartas perfumadas con rosas.

Era un lindo recuerdo.

Apretó los dientes, en ese momento sentía más que nunca la culpa de sus sentimientos. Estaba traicionando a Yuuki, a su memoria; después de todo lo que ella había hecho por él...

-A veces vengo aquí a hablar con ella.- la voz de Zero interrumpió sus pensamientos. - Me hace sentir más tranquilo.

El silencio se extendió durante unos minutos, hasta que Kaname decidió hablar.

-Cuando era una niña, corría por la casa jugando con Pompón, un conejito que encontró en el jardín. -relató.- Haruka corría tras ella mientras Juuri tocaba el piano. Sólo se detenía cuando yo le llamaba.

Zero fijo la mirada en el rostro contrario. Kaname veía fijamente la fotografía de Yuuki, con expresión de quien recuerda con cariño el pasado superado.

La manera en la que Kaname hablaba no era la de quien a perdido al amor de su vida, sino de quien recuerda con cariño a un familiar que se ha ido. Aquello le tranquiliza un poco, temía que Kaname amara a Yuuki como pareja.

-Cuando Haruka me pidió que la desposara, pensé en rehusarme. Ya me había casado por obligación una vez, fui muy feliz con Lyra, pero no quería comprometerme de nuevo. -confesó algo que guardaba celosamente dentro de él.-A pesar de todo acepté. Yuuki era una niña inocente, merecía ser feliz, y yo era quien tenía la obligación de hacerla feliz... Durante mucho tiempo me aferre a esa felicidad ajena; hice todo lo que estuvo a mi alcanze para protegerla y cumplir mi promesa. Ella era el mundo que me dieron a custodiar, y dañe a muchas personas para mantenerla a salvo.-sonrió triste, desganado.-Es irónico que fuera yo la causa de su muerte.

Flor de AlmendroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora