—¿Has estado esperando mucho rato?
—No realmente. Me invitaron un refresco, así que mal no lo he pasado. De todos modos, creo que me voy acostumbrando a tus retrasos —bromeó con una enorme sonrisa en su rostro. Él, por su parte, prefirió desviar la mirada.
—Lo lamento, en todo caso.
—No te disculpes. Podría esperar mucho rato más por ti. Tú lo vales completamente.
Ahí estaba. Otra vez le evadía la mirada cuando le dedicaba ese tipo de palabras.
Había algo en él que le atraía. No, eran muchas cosas. Su cabello, sus ojos, su altivez, su buen gusto. Era, en suma, guapísimo. Pero además, tenía un encanto particular: era muy distinto a él. Lucía tan tranquilo y apacible que sentía que, contrario a su naturaleza, podía pasarse horas contemplándolo sin ningún problema. Eso, y besarlo. Besarlo era algo que le encantaba hacer. No le importaba que no tenga iniciativa, porque cuando intentaba hacerlo, no oponía resistencia y participaba. Al besarlo sentía que al fin lo tenía completamente a su merced.
Era lindo. Lindo con las mejillas ligeramente encendidas y los párpados apretados. Conocía cada detalle de su expresión porque con gran cautela abría los ojos en medio del beso para observarlo. No podía resistirse a hacerlo porque le parecía bellísimo.
Sus manos empezaban en sus hombros y juguetonamente descendían hasta alcanzar su cintura para, con cuidado y delicadeza, luchando por no dejarse llevar, acercarlo un poco más a su cuerpo. Entonces el beso dejaba de ser algo puramente carnal y sus manos devolvían el camino, pero ya no se detenían en sus hombros, sino que escalaban hasta su rostro. Lo tomaba entre sus dedos y estos se deslizaban por sus suaves mejillas, alcanzaban su cabello... ¡Qué cabello! No era cabello, era una creación divina y perfecta.
—¿Puedo... besarte? —casi rogó cuando estuvieron ya muy lejos de la casa, tomados de la mano. Le gustaba llevarlo de la mano por pequeños tramos hasta que se agotaba, y entonces alcanzaban algún taxi y se perdían por la ciudad.
Sus ojos se encontraron. Vio cierta vacilación y decidió que iba a tomarlo como un sí.
—Te quiero...
~
—¡Pero bueno, hasta qué hora piensan dormir!
Su cuerpo entero se remeció del susto. Abrió los ojos de golpe y se sentó sobre la cama de un tirón.
—¡Se supone que íbamos a salir temprano, y miren qué hora ya es! ¡Ni piensen que voy a encargarme de todo!
Parpadeó con fuerza y con ambas manos se frotó el rostro, preocupado, y no necesariamente por lo que decía su amigo.
—¡Gilbert! ¡Antonio! ¡Es increíble que hasta el niño esté levantado y colabore más que ustedes! Mon dieu!
Tal como le había advertido Roderich, ocurrió.
Por la mañana, aferrado a la almohada con una devoción preocupante, estuvo a punto de caer de la cama debido al tremendo empujón que recibió.
—¡Levántate de una vez, que no vamos a hacer todo solos!
Se aferró a las sábanas y abrió los ojos abruptamente, intentando hallar al responsable de tremendo susto. Una cabellera rubia se podía reconocer a pesar de la borrosa visión matutina que tenía. Se talló los ojos dos veces, parpadeó, y al fin ordenó sus pensamientos.
—¡Por qué ha sido eso! ¡Qué no sabes que es muy malo despertar a alguien a gritos! Si me duele la cabeza más tarde será todo tu culpa... —rezongó, acariciándose las sienes.
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Sind wir freunde? (PruAus)
FanfictionTras relizarse la boda entre Elizabetha, su amor de infancia, y Roderich, el "señorito" estúpido, Gilbert decide idear un plan asombroso e infalible para acabar con ese matrimonio por conveniencia. AU / Yaoi / PruAus / Romance y Drama. Pixiv ID de...