CAPÍTULO 18: PASADO

277 45 62
                                    

Disclaimer: Axis Powers Hetalia no me pertenece; el autor es Hidekaz Himaruya.

Oyó el timbre sonar. Tres veces. No había impaciencia en la llamada; por el contrario, quien estuviera del otro lado de la puerta se dio el lujo de permitir que la melodía suene completa, y solo entonces volvió a presionar el pequeño botón.

No quería levantarse. La cama y las sábanas hechas un caos a sus pies parecían atarlo. Ni siquiera sentía fuerza suficiente para ponerse de pie.

Debe ser el hambre, pensó. Llevaba alrededor de tres días sin comer, después de todo.

Volvió a sonar. La vieja melodía, tan familiar, empezaba a taladrarle el cerebro, así que se cubrió con una almohada y se forzó a dormir. Desde su punto de vista, no había nada más que hacer.

Antes de rendirse, le pareció oír las pisadas de alguien por el corredor. También le pareció, cuando ya estaba a punto de rendirse al sueño, que alguien abría la puerta y le sacudía el hombro. Quiso decir algo, pero su cuerpo se sentía tan pesado y débil que le fue imposible. Sus ojos terminaron de cerrarse lentamente y todo se desvaneció a su alrededor.

.

.

.

Para cuando despertó, descubrió un plato con comida sobre el escritorio. Pensó en ponerse de pie, pero le fue imposible. No halló voluntad para hacerlo.

No era que no tuviera apetito, todo lo contrario, estaba hambriento, pero no sentía deseo de comer. Ni siquiera él mismo comprendía esa extraña contradicción, y sin embargo así era. Su estómago le pedía alimento, pero él se negaba a dárselo porque algo en él se lo impedía.

En esos momentos, lo único que deseaba realmente era un vaso con agua muy fría. Solo para eso su cuerpo cobraba valor y lo impulsaba hasta la mesa, donde siempre hallaba también un vaso con refresco.

Se bebió el contenido de un solo trago y, tan lento como se incorporó, volvió a dejarse caer sobre la cama. Su mirada apagada se clavó en el techo.

—Hermano...

Se cubrió con la sábana hasta la cara y guardó silencio. No le gustaba para nada ignorarlo, adoraba su hermanito, pero ese no era el momento de intentar hablarle. En realidad, desde que tuvo aquella discusión con... él... no era oportuno siquiera dirigirle la palabra.

—Hermano... —insistió bajito, y entreabrió la puerta—. ¿Has comido?

Nada. No obtuvo respuesta alguna.

—No... No quiero presionarte a que hables... —susurró con calma, con ambas manos cruzadas sobre su vientre, tan solemne como puede serlo un chico de su edad—. Pero me... Me preocupa tu salud.

No podía ignorarlo. Lo quería demasiado.

Ludwig vio, o quiso ver, que su hermano mayor agitaba suavemente una mano y palmeaba el colchón como una invitación a que se acerque. Este de inmediato obedeció. Se acercó a la cama con paso firme y tomó asiento a su lado, en una postura sumamente recta y con Gilbert dándole la espalda.

—Estoy bien... —pareció jadear, y la mano que invitó a Ludwig tomó una de las de este—. Solo... No tengo hambre...

—Estás mucho más delgado —apreció, igual de serio—. Vas a enfermar. Si es que no lo estás ya.

—Gracias por preocuparte... —Una sonrisa tenue que Ludwig no alcanzó a ver se dibujó en su rostro—. Solo déjame descansar. Me siento muy cansado...

Sind wir freunde? (PruAus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora