Clase sin Apolo

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¿Quién diría que aquella clase se volvería tan entretenida? Parecía una clase de debate y mientras Jehan escribía poemas en clase, Grantaire podía observar al rubio o su amigo debatir con el profesor con tal argumento que pronto sus nombres se reconocían dentro del aula, no sabía definirlos, mientras el uno aportaba como si fuese un pensamiento propio y una ideología que se podría lograr, el otro aseguraba cada uno de sus comentarios con tal pasión que podría convencer a cualquiera que los humanos pueden volar sin alas y entonces llegó esa clase, más pálido de lo normal, con el cabello levemente desacomodado y la mirada preocupada de Courfeyrac fija en él, dejaban saber que algo le pasa a la deidad de la clase

Enjolras dejó caer el maletín al lado de su puesto y aprovechando los minutos que faltaban para que empezara la clase, apoyó los brazos en la mesa y hundió la cabeza en sus brazos logrando que Courfeyrac le dijera algo, parecía reprenderle, él a quien muchas veces una mirada severa de Enjolras le regañaba, era ahora quien reprendía al dios que parecía haber ido a clase con resaca, pero desde su rincón, el artista supo diferenciar que aquello no era resaca, él las conocía mejor que nadie, como para saber que no era y ante el malestar de su deidad y preocupación de su sombra, la clase fue tranquila, silenciosa y aburridora, tras muchas clases de expectativa en las que se centraba en los argumentos así fuera para refutarlos en su mente, paso las 3 horas de clase con la vista fija en su libreta dibujando al mismo tiempo que Jehan escribía sus versos

Cuando terminó la clase salió de inmediato tras su deidad, llevaban casi dos meses de clase y fue la primera vez que pudo ver en el rubio una expresión de simple mortal, casi es como si le doliera que terminara la clase, vio cuando Courfeyrac le empujó el hombro como dándole los ánimos que había perdido el ojiazul, le vio levantarse con lentitud poniéndose el maletín para salir de clase y para cuando Grantaire se dio cuenta iba tras él, no recordaba haberse despedido de Jehan ni nada por el estilo, pero ahí iba, con la excusa absurda de ir los dos hacia la misma zona ya que periodismo quedaba frente al edificio de artes y finalmente, en un arranque de locura se sintió patético siguiéndole, así que decidió dejarse notar

-Eh Apolo!- le llamó logrando milagrosamente que se detuviera y girara a verle- que raro fue verte en clase callado- soltó con una sonrisa amena que desapareció ante la expresión apática del rubio

-Es una clase de política, lo lógico sería que se dieran distintos puntos de vista, pero pareciera una clase a la que solo asistimos Courfeyrac y yo- obtuvo por respuesta y el pelinegro bufó molesto, ¿es que acaso no era capaz de comportarse como alguien que tenía 2 décadas de vida?- ¿Qué quieres?- le preguntó finalmente retomando el camino

-No andar solo, tengo otra clase, supongo que vas para el edificio de periodismo ¿no?- le preguntó y el otro afirmó- ¿te sientes bien?- indagó tras unos segundos de silencio y escuchó al otro bufar

-Sí, claro, ¿no se nota?- obtuvo por respuesta completamente irritado

-Demasiado- aseguró disgustando más al joven que iba a su lado- como cualquier persona dichosa de venir a clases, solo son clases, Apolo- le aseguró y escuchó por respuesta una risa irónica que se quedó grabada en su mente como si le sorprendiera que el joven tan siquiera riera

-Dime eso cuando tengas 10 materias con sus respectivas cargas y no estés muriendo de cansancio justo cuando más deberes tienes- admitió agotado sintiendo realmente que el cuerpo le exigía el descanso que le había negado desde hace días- ¿Por qué te estoy diciendo esto?- le planteó de la nada al captar que el cansancio comenzaba a afectarle al hablar de más, el ojinegro solo subió los hombros a forma de respuesta con una sonrisa casi burlona por la expresión del rubio

-Te pides demasiado, igual pasaras años aquí, no hay prisa de salir antes- respondió despreocupado y la mirada estricta le dio a entender que esos no era los ideales de su acompañante- eres Apolo, no Atlas, el peso del mundo no tiene por qué caer sobre tus hombros- le aconsejó sin más y no obtuvo respuesta, sonrió amargamente y pudo divisar el edificio de periodismo- como sea, adiós E- comentó aliviado de poder irse

Amor Platónico [Pendiente edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora