Por Su Tranquilidad

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La protesta fue un éxito, pero se necesitaron 3 más para lograr ver resultados, a veces se preguntaban si eso estaba bien, especialmente cuando dejaban de ver a Feuilly por días y al volver, se veía agotado, pero él no se quejaba, se quejaría más sin esas horas extras, así que preferían no pensar mucho en eso hasta tener una solución que le mejorara la vida y aunque las dos primeras, sorprendentemente no terminaron con la policía en su contra, en la tercera ante la negativa de las directivas de tan siquiera escucharles, los ánimos se alteraron y la policía llegó a aplacar la protesta que se había desencadenado en una agresión, entre el mismo grupo incluso se habían camuflado ladrones que asaltaron entre el disturbio

Aunque el mundo era un caos, de aquello, a Grantaire solo pudo importarle la levita roja que entre golpes y empujones se abría paso seguido por sus inseparables sombras intentando salir de la multitud, pero algo debieron haber visto para volverse a mezclar entre la población asustada e histérica y ahí, se le perdieron de vista. Una piedra pasó por su lado y eso sirvió para que Grantaire buscara salvarse a sí mismo, logró huir justo cuando los disparos empezaron y en ese instante y mientras corría entendió a Enjolras en esa primera protesta

Se sentía halado hacia la muchedumbre solo para verificar que estaba bien y sacarle de ahí, pero su mente egoísta no lo permitiría, cerró los ojos y corrió hasta que le faltara el aire y su mente se calmara, ¿Por qué había ido? Maldijo y siguió avanzando hasta llegar por inercia a las calles del Musain, pero iba perdido en sus pensamientos, apenas hace unas horas, la noche anterior Enjolras había vuelto a echarle y aun así, había despertado y llegado al punto de encuentro. Con lo cómodo que habría estado en su cama sin persecuciones, ni nada de ello y había ido, perdía el tiempo se decía, cuando se sintió zangoloteado

-GRANTAIRE- le llamó Enjolras por tercera vez alcanzándole, el pintor volvió la vista y se dio cuenta que el Musain estaba a unos metros suyo, ni siquiera notó cuando pasó por el local, pero sobretodo la mirada alerta o más bien asustada de Enjolras se fijaba en él y le halaba con insistencia comenzando a disgustarse por su parsimonia y esa mirada severa que le dedicaba desde hace meses trajo de regreso al pintor, dio un leve respingo y atendió aturdido a sus palabras- camina, estamos perdiendo tiempo- le insistió avanzando hacia el Musain mientras el pintor fijaba la mirada en el agarre que tenía en la muñeca sin dejar de seguir al periodista que lo soltó en cuanto entraron, entonces entendió y toda ensoñación se aplacó

Con la cabeza en el regazo de Courfeyrac forzándose por sostener una conversación para no quedarse peligrosamente dormido estaba Combeferre recostado en su propia sangre, Courfeyrac se limitaba a acariciarle el cabello con una sonrisa rota en los labios mientras le hacía presión con la otra en su costado derecho y los ojos llorosos se alcanzaron a iluminar al ver al pintor que se acercó con prisa y se dejó caer de rodillas frente al castaño. Por su parte Enjolras se sentó al lado de su amigo ocupándo el lugar de Courfeyrac al presionar la herida

-Me dijo que sabes curar heridas y extraer balas- le contó Combeferre en voz baja y Grantaire negó de inmediato, no, si algo salía mal le culparían, era él, era Combeferre escoltado por las dos personas que más podían adorarle, no iba a ponerle un dedo encima, lo iba a arruinar y no quería causarles ese daño, el pintor podía sacarse una bala sin problema, nadie se preocuparía, pero no le haría eso a Ferre y menos ante sus amigos

-Grantaire, no estamos cerca de la plaza, la sangre que ha perdido mientras le traíamos no ha sido poca- le insistió Enjolras lo suficientemente asustado por el castaño como para ser incapaz de alzar la voz y ordenárselo- por él- le pidió a poco o nada de suplicárselo de ser necesario

-R...- le susurró a la vez Courfeyrac y no, a ninguno pudo decirle que no

-Si te mato que quede constancia que los médicos aquí son Joly y tú, no yo- advirtió temblando de miedo hasta ver la leve sonrisa de ambos amigos casi aliviados, y saber que era lo correcto- necesitamos un trago- se dijo yendo a la barra al mismo tiempo que el dueño salía con trapos mojados que Courfeyrac se aseguró de poner el más pequeño en la frente de su amigo que comenzaba a sudar frio- sí, eso tú sigue haciendo eso y por lo que más quieras Apolo, dígnate a ser auxiliar- le exigió a Enjolras soltando el gabán celeste que tenía Ferre y cortar la camisa para no perder tiempo desabotonando- hay que desinfectar, te va a doler- le advirtió y Combeferre como estudiante de medicina que era, ni siquiera se sorprendió, el pintor tragó lento con la mano sobre la de Enjolras- cuando te diga retira la mano, un chorro y vuelves a apretar- le explicó y le vio afirmar

Se sintió incapaz de continuar cuando el quejido que soltó Combeferre, retumbó por todo el Musain, agonía que Courfeyrac calmó a saber con qué hechizo, el pintor solo le escuchó murmurarle un "shh" y la promesa de casi terminar el martirio. Grantaire exhaló aterrorizado, desinfectando los improvisados utencilios

-Pásame uno de esos paños y cuando la bala salga aprisiona con toda la fuerza divina que tienes- le exigió al ojiazul que ni siquiera tenía cabeza para refutarle

Con las manos temblorosas negándose aún a hacer aquello, Grantaire logró coger la bala y dudó para sacarla, pero finalmente haló y un segundo bramido se escuchó por todo el salón. Sonido del que solo quedó el eco porque Courfeyrac volvió a silenciarlo; con el paño puesto, Grantaire vertió alcohol y pidió otro paño que Enjolras puso sobre ese, ahora solo debían vendar, pero no había vendas, así que las mangas de las camisas bastaron para retener la sangre regresandole de nuevo a Grantaire el aire a los pulmones al verificar que no le había matado, por ahora

-Bien, ahora solo descansa- logró decir con el pulso tembloroso notando apenas los estragos que tenían los tres- ¿qué mierda les pasó a ustedes?- se animó a preguntar, pero fue libremente ignorado. La atención de sus compañeros se centraban en el medico que parecía adormecido

-¿Debería dormir?- les preguntó Courfeyrac y les pareció bien, pero justamente el herido por tener conocimiento en lo que hacía negó- ¿no?

-Podría haber contusiones, pero tengo demasiado sueño- admitió el castaño adormilado

-Ferre, Ferre, vamos háblame de mariposas, juro aprenderme cada una de tus palabras esta vez- le prometió Courfeyrac y una débil sonrisa apareció en sus labios

-Son polillas- corrigió con calma el ojimiel justo cuando Jehan y Feuilly llegaron al café, entraron en pánico al ver la escena, pese a que la reacción de Jehan fue más notoria, pero tal como si fuera otro el herido, fue el mismo Combeferre quien les calmó- estoy bien, aunque unas vendas reales no estarían de más- admitió con voz débil

El pintor los observaba a cada uno, los recién llegados amanecerían con morados, pero nada tan grave, Bahorel al llegar, mentó la madre y fue incapaz de moverse del umbral de la puerta hasta que Feuilly le arrastró a la mesa más cercana, desde ahí, le preguntaba al médico cómo se sentía, si quería una cerveza o algo que le hiciera sentir mejor, pero Combeferre solo negaba

Tampoco habló de polillas, con otras personas ahí, no le falto tema para evitar que durmiera y verle tan animado como era posible fue tranquilizando a cada uno hasta que estaban 8 de los 9 novatos ya reunidos alrededor de Combeferre a la espera de Joly que pese a que el bullicio del disturbió ya no se oía, no llegaba así que ante el desasociego de Bousset, Enjolras envió una delegación a su búsqueda líderada por Bahorel, en la que irían Bousset y los estudiantes de últimos semestres irían, Feuilly también se ofreció y nadie se negó, así que ante su partida, quedaron del grupo, solo cinco

Jehan le acercó una cerveza a Courfeyrac que aceptó y solo entonces notó que su labio ardía ante el alcohol, la nariz le sangraba, la sentía torcida y dolía infinidades, sus costillas parecían haberse roto, jamás se había roto una, pero así debía doler e incluso con ese dolor, su mente seguía exigiendo atención para Combeferre. Grantaire supo leer la mirada de Jehan que contemplaba la escena de los tres amigos casi con envidia hacia el castaño que yacía en el regazo de Courfeyrac y justo cuando fijó su mirada ámbar en el pintor, este la clavó en Enjolras que ejercía presión sobre su ceja reteniendo la sangre.

Ahí sobraban ellos dos, Enjolras, Courfeyrac y Combeferre hablaban de un pasado que los artistas desconocían, por lo que prefirieron hacerse en la mesa diagonal para ver desde su sitio como se secreteaban vivencias de otras épocas sin siquiera percatarse que ambos artistas darían todo cuanto tenían por saber de ese pasado que les era ajeno

Grantaire parecía contrariado y realmente lo estaba, nuevamente odiaba los privilegios de Combeferre, pero le aliviaba verle bien, tal como se sentía conmovido por la efusividad y alivio de ambos cuando vieron que Combeferre retomaba sus colores, se sentía bien consigo mismo por haber calmado el desasosiego que jamás había visto en Enjolras, no se permitiría que nada le perturbara de semejante manera y mientras pudiera, despejaría toda agonía que pudiera tener el rubio se juraba , Jehan por otra parte posiblemente se preguntaba "¿por qué él?" Pero se negaba a hablar


Amor Platónico [Pendiente edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora