El inicio

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Para que nos empecemos a entender, deben saber donde comenzó todo.

La escuela para muchos no siempre es la mejor etapa de la vida; debo decir que para mi fue muy sencillo; académicamente era muy buena y hacía parte del equipo de básquet. Pero esto no me había permitido ser muy popular que digamos, las populares eran porristas, altas y esbeltas sin verguenza de mostrar sus cuerpos. Y yo, por lo general no solía hacer nada de esto.
Pero en último año esto iba a cambiar.

Diario, yo caminaba casi tres cuadras de la escuela a la esquina para esperar el bus que me llevaba a casa. Solía llevar los audífonos puestos con música a todo volumen. Pero esa tarde un golpeteo en mi hombro me sacó de mis pensamientos.

-ehh, Kiara, ¿Verdad?- Emily, la capitana de las animadoras estaba frente a mí con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Sí?- le dije extrañada.

-¿Cómo estás? ¿Tu esperas bus aquí?

-Si, siempre tomo el bus en este lugar.

-Que bien!- su emoción con cada palabra que pronunciaba me resultaba algo extraña.- ¿Tu sabes que bus debo tomar para llegar a la biblioteca Santodomingo?

-Sí, es el mismo bus que yo tomo pero unas cuantas paradas antes de la que yo me bajo.

-Excelente!! Entonces nos iremos juntas!!- de verdad, era repulsiva su alegría en cada instante.

Aguardó en silencio por un rato mientras yo pude tener tiempo sufuciente en detallarme a Emily físicamente: en conclusión era hermosa. Era alta, delgada, rubia, su piel era blanca y tersa, lucía el uniforme de la escuela de manera demasiado atrevida; su falda gris era tan alta que podías ver sus shorts azules con flores debajo y su brasier rojo sobresalía por encima de la blusa blanca con unos botones de más sueltos. En ese momento solo sentía admiración por ella, no tenía idea que más adelante podía ser algo más.

Lo curioso fue que esta resultó ser tan sólo la primera de las veces que nos íbamos juntas en el mismo autobús. Casi todos los días ella se iba conmigo y se bajaba como siempre en la biblioteca. Cada vez eran más largas e íntimas las conversaciones entre ambas. Realmente sentía que era una amiga en quien podía confiar siempre.

El tiempo transcurría más lento mientras ella confiaba sus secretos y otro tipo de detalles a mí. Era lento pero evidente el cambio de actitud que tenía conmigo. A veces se recostaba en mi hombro y entrelazaba los dedos de su mano con los míos. Por mi parte, estaba aterrada; ¿Cómo se supone que debía actuar frente a un tipo de situación como ésta? No me consideraba lesbiana, pero sentir su mano con la mía me generaba cientos de dudas. Quizá ella era así de tierna con las demás; hablaba constantemente de chicos y novios que era imposible pensar en ella y sus intenciones conmigo.

Pero cada vez era más difícil dejar de pensar en el tema, Emily era deshinibida, atrevida y completamente coqueta, me acariciaba, me susurraba y me daba besos al despedirse justo en la esquina de mis labios.
Yo llegaba a casa sin dejar de pensar en ella, era horrible esa sensación, ese sentimiento que crecía y no podía hacer nada para dejar de sentirlo; yo había tenido un par de novios, nunca dudé de mi orientación sexual, pero ahí estaba ella, sonriendo mientras se ensortijaba el cabello en un dedo, guiñándome el ojo. Pensar si quiera su nombre hacía que ardiera mi pecho y verla provocaba que mi corazón latiera muy rápido, sudaran mis manos y tuviera que pensar tres veces en las palabras que iba a decir antes de pronunciarlas.

Pero, en la escuela casi no intercambiábamos palabra alguna, ¿Qué podía esperar? No pertenecíamos al mismo grupo, era frustante ver como se comportaba en la escuela y fuera de ella. Los martes ella entrenaba con el equipo de animadoras así que yo me iba sola en autobús. Los jueves yo entrenaba básket, y Emily comenzó a quedarse para verme entrenar. Era demasiada presión tenerla sentada en las gradas saludándome y sonriendo.

-Oye Mcklein, tienes una fan ahora- Era Jessica, la capitana del equipo, no pasaba desapercibida jamás, posiblemente por su enorme complexión y su forma de ser que expresaba abiertamente su homosexualidad. Era muy buena amiga y muy buena defensa en un partido.

-Parece que si Boggs- dije encogiéndome de hombros.

-Oye si no te molesta, dile que es muy hermosa- se detuvo frente a ella haciendo un gesto de saludo a Emily. Ella reaccionó sonriendo incómodamente. No podía explicar por qué pero mis puños se cerraron y la necesidad de golpear a Jessica eran enormes. Tuve que tomar aire y calmarme. ¿Qué carajos me ocurre? Recuperé la concentración en el juego cuando el entrenador hizo sonar su estrepitoso pito en mi oido.

La verdad es que no soy como Jessica, de hecho cuando tuvo oportunidad intentó salir conmigo lo que tuve que rechazar pero sin dejar de ser amigas. Soy una chica que le gusta arreglarse, ama hacer deportes y estar vestida a la moda; solo que en la escuela, hago el mínimo esfuerzo por lucir arreglada, no me gusta maquillarme, y mi cabello jamás ayuda. Me gustan los hombres, he besado más de los que admitiría en voz alta y jamás dejé de sentirme insatisfecha con eso. Pero ahora resultaba ser demasiado difícil para mi ver a Emily sin temblar o balbucear.

Un día mientras me devoraba un sandwich de pollo en la cafetería, Emily y su grupo de animadoras se acercaron a mí. Lo que me faltaba.
-Hola!! Kiara ellas son mis amigas.- Emily tomó asiento junto a mí mientras las demás imitaban el gesto mirándome amablemente.

-Hola Emily, ¿Qué haces aquí?
Ella rió.

-¿Cómo que qué hago aquí? Se supone que estudiamos en la misma escuela.

-Yo sé, me refiero a aquí, en esta mesa.

-Oh, eso; quería que conocieras a Leah, Cali, Christie, Carla y Emma.
Las vi a cada una e hice un gesto de saludo, no recordé sus nombres; ahora en mi mente eran ojos( Leah tenía unos hermosos ojos azules), alta, rubia y asiática.

-Chicas, Kiara ha estado ayudándome mucho estas semanas.

-Supe que practicas básket ¿eh?- dijo la rubia.

-Si, entreno bastante.

-Es muy bueno, la verdad no soy tan buena con los balones- ojos sonreía como tonta mirándome coquetamente, ¿Qué carajos está pasando?

-Bueno chicas, ha sido todo un placer conocerlas pero debo irme, está por terminar el receso.- Emily se levantó conmigo y tomó mi mano, la solté de inmediato y salí de la cafetería casi corriendo.

Mi cabeza intentaba asimilar cada cosa que había ocurrido hace unos instantes pero; nada paso.
Estaba paralizada, aterrada y lo único que quería hacer era salir corriendo.

Stevens CorporatedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora