Capítulo 16: Un ángel llamado William

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No me sentía consiente de mi estado ni del sitio donde me encontraba. El estupor se abría paso en mi mente y me impedía reconocer algo a mi alrededor. La oscuridad de la oficina y de la noche me encegueció. Escuché un ruido extraño y lejano y ante mí estaba un hombre, de cabello castaño y lacio. Una poderosa luz hizo que cerrara los ojos, cuando los abrí nuevamente el hombre seguía allí, su cara resplandecía y sus ojos miel me veían directamente, con misericordia, cordialidad. Que extraño ¿Ya me morí? Quería preguntar cualquier cosa al hombre de ojos miel pero mis labios no querían cooperar, pesaban demasiado.

Sentí sueño, mi cuerpo entero me pedía que durmiera, el dolor cesaba y cada parte de mí dejaba de responder a cada intento que hacía para moverne.

-Quédese conmigo, por favor. Escúcheme y no se duerma se lo suplico- ¿De dónde provenía aquella voz? ¿Era el sujeto de los ojos miel? No podía verlo pero sí oirlo y quería quedarme ahí, un rato más a escuchar su voz. La sensación de pesadez comenzó a ganarme nuevamente y no hubo voz de nadie que me despertara.

No sé cuanto tiempo pasó desde que me encontraba en la oficina de Thomas. Dios! Thomas ¿Será que supo de lo que ocurrió? ¿Dónde estará? Este tipo de pensamientos hizo que las ganas de moverme fueran enormes, pero lo único que pude hacer fue abrir ligeramente los ojos.

Una luz brillante me hizo parpadear varias veces para adaptarme a ella. Cuando finalmente pude tornar la vista hacia arriba vi el techo, completamente blanco; conté las bombillas: 5. Intente mover los labios, la cara y fue demasiado doloroso pero lo logré. Estaba en un hospital, reconocí una camilla donde estaba acostada y a mi lado había un sillón negro y en él había un hombre; no era Thomas por supuesto, era un poco más corpulento, de cabello castaño y lacio. Al momento lo reconocí: Se trataba de William, el taxista. El hombre dormía profundamente, llevaba una chaqueta de jean descolorida, una camiseta gris debajo y un pantalón de dril negro.

Intenté incorporarme pero un fuerte dolor en el brazo y abdomen me hicieron chillar y quedarme quieta. Recordé de inmediato el suceso con el sujeto del arma y aquel dolor logro identificar en donde me habían disparado. Por un momento pensé que todo había sido una horrible pesadilla, que en cualquier segundo me despertaría en mi oficina con el cabello revuelto, cientos de papeles botados y la horrible sensación de no poder recordar aquel sueño.

Mi chillido hizo que William se sobresaltara; su gesto asustadizo cambió a uno más alegre y aliviado.

-Srta. No sabe cuanto me alegra verla despierta.- Sujetó mi mano y la apretó.

-G..r...acias- era bastante difícil gesticular cualquier palabra.

-No hable señorita por favor, está muy débil. Tuvo mucha suerte, según el médico ninguna de las balas afectó algún órgano o nervio.

Tomé impulso para poder hablar-¿Donde....está T..h..omas?

-¿Thomas? Marcó varias veces hace unas horas pero su teléfono se descargó y no me dejó contestarle. No tengo cargador para un..¿Cómo se llama?- tenía mi teléfono en la mano y lo miraba como si fuera un OVNI. No pude evitar sonreir.- Si quiere deme el número y le avisamos que está aquí.- asentí y tomé el celular de William marcando el número que sabía de memoria desde hace tantos años. Comenzó a timbrar y lo coloqué en altavoz.

-¿Diga?- Oh Dios, escuchar su voz hacía que mi corazón se agitara con fuerza.

-Thomas- fue lo único que pude pronunciar.

-¿AMOR? ¿DÓNDE CARAJOS ESTAS METIDA? ESTABA COMPLETAMENTE PREOCUPADO POR TÍ- William tomó de inmediato el teléfono, si tan solo pudiera explicarle todo.

-Señor, ¿Cómo le va? Mi nombre es William Stathan, anoche a su esposa le dispararon anoche en su edificio.

-¿Qué?- Thomas no dejaba de gritar.

-Señor por favor, su esposa quiere verlo, lo necesita. Estamos en el Hospital Northwestern.

-Voy para allá. Colgó

William se sentó nuevamente en el sillón mientras una enfermera revisaba los líquidos que me administraban y el monitor de los signos vitales. Tomó mi mano y sonrió.

-Eres muy fuerte.- Soltó mi mano y salió.

-William...- pronuncié mirando al sillón.

-Me engañaste, pensé que eras soltera.- Sonrió pícaramente. Realmente era atractivo aquel hombre. Contesté encogiéndome de hombros.

-Gracias.- Dije.

-No me agradezca nada señorit...señora- rió- aún me debe el trayecto hasta aquí y las 6 horas que llevamos en el hospital.

Sonreí nuevamente y las contracciones en el estómago dolían profundamente. En un instante pude ver al frente, en una ventana que daba hacia el pasillo del hospital, un grupo de hombres; algunos de ellos uniformados: policías.

-Están aquí esperando que despiertes- Dijo William al percatarse de lo que yo observaba.

Unos minutos después entró un médico; alto, delgado y joven. -Sra. Stevens, soy el doctor Reagan y voy a explicarle todo lo ocurrido. Sé que está algo débil, asienta con la cabeza si comprende.- Lo hice. -Bien, ¿Recuerda algo antes de llegar aquí?

-Mi oficina, disparos.- dije con voz queda.

-Correcto. Usted fue víctima de un ataque con arma, le dispararon 3 veces y todas impactaron en su cuerpo; una fue en su abdomen, muy cerca al estómago, perforó levemente el intestino. La segunda fue en su brazo izquierdo, no afectó gran cosa más que a nivel muscular algo que es bastante satisfactorio tanto para su tratamiento como para su recuperación. -el médico tomó aire mientras se aseguraba que yo hubiera comprendido todo lo que había dicho, por lo que asentí mirándolo.- De acuerdo, la tercera bala impactó en una pierna, ésta también fue una lesión muy superficial y sencilla de operar. Ahora, un grupo de oficiales de la policía están esperando hablar con usted para intentar resolver lo que ocurrió anoche.

Dirigí la vista a la ventana donde veía a los policías y me sorprendí; Thomas estaba ahí, hablando con ellos y en cuanto se percató de mi mirada sonrió y apoyó su mano en el vidrio de la ventana. Necesitaba que entrara.

Más que cualquier cosa.

Stevens CorporatedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora