Capítulo 8: Bailamos?

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Thomas y yo comenzamos a trabajar en conjunto realizando varias cosas a la vez: debía acompañarlo a reuniones con inversionistas, debíamos organizar la visita a las demás oficinas de la compañía y entre otras cosas, planear la fiesta tan esperada por la empresa.

El tiempo a solas entre él y yo en estos momentos es practicamente nulo; es tanto el trabajo que llegamos a dormir como nunca y madrugar al día siguiente, es costumbre, hay meses en que el trabajo es más pesado y no queda tiempo de pensar en otra cosa.
Mi esposo es un hombre de negocios y nada impide que eso se dé a la perfección.

Sin embargo, al final de la penúltima semana del mes queda tiempo suficiente para dedicárnoslo a nosotros. Thomas inicia nuestro descanso con una hermosa cena en su restaurante favorito: La Cigale; y continuar nuestra celebración privada en casa; justo como nos gusta.

Unas horas más tarde Thomas y yo disfrutábamos de unas copas de vino abrazados en la tina del baño.

-¿Te gusta?- Thomas me daba besos en el cuello dirigiéndose con suavidad a cada omoplato.

-¿Qué cosa?- dije sonriendo-¿el vino?¿el baño?

-Esto, estar así.- sus brazos rodeaban mi pecho y juegueteaban con la espuma. Me recosté sobre él.

-Nos lo merecíamos, lo sabes.
Thomas sonrió y me mordió con fuerza el hombro provocando que me sobresaltara.

La semana siguiente era la locura completa en la oficina. No había alguien que no hablara de la fiesta de amor y amistad. Apenas es lunes! Y es el sábado.
Lo bueno de todo esto, es que había sobrestimado a Bonnie y ella me había sorprendido en haberse encargado de todas las tareas que Lara manejaba e incluso más. Lo cual logró que mi carga de trabajo se redujera considerablemente.

No quedaba mucho por hacer en la oficina. Mientras arreglaba unos cuantos papeles regados en el escritorio recibí un mensaje de texto:

¿hace cuanto no salimos a almorzar juntos? Sal en 10 minutos, debo comprarte un vestido para la fiesta.
T.

Es cierto! Había olvidado completamente que debía comprar vestido y aquel mensaje era el tipo de cosas que me enamoraban a cada instante de Thomas. Me percaté del tiempo restante apresurándome porque sabía muy bien que Thomas odiaba que lo dejara esperando.

Corrí practicamente hacia el ascensor viendo el rostro exasperado de Thomas.
-Llegas tarde- dijo cortante.

-Fue solo un minuto, no pude correr más rápido.- intentaba regular mi acelerada respiración.

-Odio que me hagas esperar, odio que llegues tarde.- sujetó mi cara haciendo que lo viera directo a los ojos.

-Lo se, lo siento- le di un beso fugaz.

-¿Qué quieres almorzar?- Dijo mirando como los números de los pisos descendían.

-mmm...no lo sé, puede ser ¿Sushi?
Thomas sonrió.

-Me encanta.

Después de tomar el auto e ir a comer, Thomas pidió al conductor que nos llevara a lo que llaman Zona T para ir juntos de compras.
Amaba que de vez en cuando hiciéramos este tipo de actividades juntos. Thomas realmente disfrutaba verme probando ropa y yo comprando.

Al cabo de unas horas pude conseguir un vestido hermoso color verde escarlata que a Thomas le fascinó y realmente a mi también ya que no tenía alguna prenda de ese tono.

Ya era algo tarde para regresar a trabajar así que volvimos a casa a descansar.

Los días volaron y ya faltaban solo unas horas para la tan esperada fiesta. Thomas y yo nos arreglábamos para tomar el auto e ir al hotel La Fontana en donde se había organizado todo para la celebración. Mientras me maquillaba en el baño, Thomas se armaba el nudo de la corbata luciendo exageradamente guapo en su traje negro. Sonreí al verlo y le agarré una nalga cuando se dirigió a la puerta del apartamento.
Tomamos el auto y en al cabo de media hora llegamos al hotel. En la recepción nos indicaron el camino al salón de la fiesta.

Era enorme. Paredes blancas y unas gigantescas columnas se alzaban hasta el techo y dibujadas en ellas estaban cientos de diseños que mostraban elegancia en aquel lugar. Las mesas eran redondas y tenian mantel blanco y adornos dorados y rojos, las personas las había distribuido personalmente yo y al fondo estaba nuestra mesa que sería compartida con personas seleccionadas por Thomas; principalmente inversionistas y sus parejas.

Estaba llena de todos los invitados, en su mayoría mujeres (era obvio, todas nuestras empleadas eran mujeres salvo unos pocos hombres que manejaban otro tipo de convenios con la empresa) cada invitada tenía derecho a invitar a una persona de su elección. La música era suave, lo que permitió que nuestro ingreso alborotara el ruido. Todos aplaudieron y algunos hicieron gestos con sus copas y vasos de trago.
Sonreí intentando reconocer a la mayor cantidad de personas que pudiera, pero eran tantas que fue muy poco lo que vislumbré.

Thomas tomó con mas fuerza mi mano evitando que alguien atrajera mi atención y nos dirigimos hacia el fondo del salón.
Al ver nuestra mesa Thomas corrió mi silla en modo cortés mientras saludaba a sus amigos.

Los reconocía a todos:
A mi derecha estaba Brian, un joven moreno y algo robusto; ojos oscuros y piel canela, su traje estaba a un milímetro de hacer saltar el botón de la camisa azul que vestía. Su esposa Valery lucía impecable con un vestido suelto negro y su cabello castaño recogido. Le seguían Paul; el mejor amigo de Thomas y su tercera esposa ( creo que es la tercera) Christine. Le tenía especial cariño a Paul, especialmente porque el estuvo junto a nosotros desde antes de iniciar la empresa. Y al lado de thomas estaba Ruppert y su novia Michelle. Mientras los observaba, sonreía y prestaba poca atención a lo que hablaban mi vista se ocupó en buscar rapidamente a Bonnie, pero fue muy infructuosa mi búsqueda; sin embargo encontré a Lara.

Estaba preciosa con un vestido rosa pálido, exageradamente corto y ajustado. Ella fijó su vista en mí pero no lograba descubrir con qué motivo estaba mirándome.

Comenzó a acercarse hacía nuestra mesa. Oh por Dios! ¿Qué carajos quiere? Su mirada conforme caminaba se clavaba en mis ojos y era inevitable dejar de verle.

La música comenzó a escucharse más fuerte y los meseros comenzaron a repartir cocteles mientras poco a poco las personas empezaban a animarse para salir a bailar. Justo en ese momento Lara se detuvo muy cerca de mí. Sonrió.

Miró a Thomas y pronunció: ¿Bailamos?

Stevens CorporatedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora