Él no era claro. Nunca tenía palabras para explicarme lo que quería y lo que buscaba.
Intenté entender, pero era difícil estar con alguien a quien un día le agradaba, y al otro no. Que se cansaba de mí y a la vez quería pasar el día a mi lado.
Me hizo odiarlo. Me obligo. Lo quería, pero lo odiaba, ¡lo odiaba tanto!
¿Por qué no podía tenerlo? ¿Por qué no podía darlo todo y ya?
Así que pensé en una manera de lastimarlo, quería que a él también le doliera, igual o más de lo que estaba doliéndome a mí.