Se fue de la ciudad por un tiempo. Seguíamos en contacto, y esa época estando lejos me hizo notar lo mucho que lo quería, a pesar de todas las discusiones, y de las miles de veces que intentamos destrozar al otro.
Y, según su versión, él pensaba igual. Quizás estaba muy motivado por la soledad, o era un mentiroso profesional, pero comenzó a hacer promesas que, en algún futuro yo intentaría obligarlo a cumplir. Y no debí.
Tenía que ahogarse en sus malditas mentiras, hacérselopagar con la misma indiferencia con la que siempre me trataba. Pero yo no eratan inteligente.