El mundo.

14 0 0
                                    

El contacto con las sábanas ya es familiar, la comida a la misma hora ya no es novedad, el sol escondiéndose dictaminando el final ¿cuántos segundos, horas o minutos llevo en este lugar?.

La cura para mi enfermedad no ha sido encontrada, me he tratado con doctores, brujas y mentores, ninguno ha podido curarme de este mal diagnosticado.

Un día, mirando el cielo, mirando el techo de mi alcoba, imaginé un mundo, un mundo en el que te encontrabas tú, el mundo que siempre soñamos, el mundo que recorreríamos sin parar.

Recuerdo tus labios, tus manos y tus ojos, recuerdo cada centímetro de tu ser. Es increíble ver como solo pensarte hace que vuelva mi poder, tu aliento me daba vida, tus palabras daban el sentido de aquella. Tus besos eran el combustible de mis alegrías, Tus caricias eran la base de mis días.

Ahora, ¿qué hago? Mi sol, mi luna, mi ser, ha desaparecido. Caí enfermo al tercer día, el sueño no me atrajo, la comida no me supo, mis ojos se nublaron y mi sonrisa se distrajo.

El dolor no se detiene, mis brazos, rodillas y cabeza no responden a los gritos. Mi cuerpo ya no siente nada más que el roce de las sábanas, mi corazón no siente nada más que tus cuidados, mi piel no siente nada más que esas sábanas de pacotilla, no deja de recordar tu figura dormida, mis ojos no dejan de ver tu blanco rostro, puro y calmado. Ahí, en lo que fue tu punto de partida mi cuerpo comenzó a descender sin parar en un pozo oscuro y del que no creí poder escapar. 

Oh... las oigo, son las campanas de medio día, son las llamas del infierno, las puertas del nuevo cielo. Podré redimir mis pecados, podré surgir desde lo más profundo para por fin estar a tu lado. Oh mi amor, al fin puedo tocarte, por fin mi cuerpo se mueve a mi gusto, por fin mi mente esta en sintonía con el ambiente, al fin puedo ser uno entre la gente.

.¡No!- reaccioné de manera brusca al verte partir, te lo pido, no me dejes ahí tirado, deja quedarme aunque sea un minuto más acurrucado, déjame cantar a tus oídos mi ser enamorado, no me digas que es el tiempo, que solo ha sido limitado. No me dejes, no me alejes, solo déjame ser amado que sin ver tu sombra no me siento apaciguado.

Y aquí estoy, sin vida. En un cuarto destrozado, acostado en una cama con sábanas tapado. Aquí estoy, llorando con mis ojos ya nublados, solo me queda viajar de nuevo a ese mundo que he rasguñado y por el destino alejado, solo me queda dormirme y entrar en aquel profundo sueño, en el sueño que he imaginado en las más frías noches de invierno y que ni en el más perfecto de los climas se ha realizado.

Compilación de historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora