El hombre.

16 0 0
                                    

Las calles en silencio, el frío aliento de la vida chocando contra mi cara. Un hombre caminando de espaldas camina hacia al futuro, su mirada directo hacia el pasado mientras sigue con incertidumbre hacia el porvenir.

Al doblar las esquinas puede ver los inciertos, los posibles y los que ya no fueron. A paso lento forja poco a poco su destino. ¿Por qué el hombre no avanza de frente? ¿Por qué si tiene la oportunidad, no lo hace? La respuesta es simple, ¿a quién le gustaría saber lo que viene? ¿Dónde está la gracia en eso?, lo mejor está en las ansias de saber como acaba el cuento, ¿dónde quedan las preguntas y los calvarios propios del ser humano?

Separarse del pasado no es posible, para avanzar es mejor ver hacia atrás, es mejor aprender de los errores, levantarse de las caídas.

Las calles en silencio, el tibio aliento del amor choca con mi pecho. 

El mismo hombre camina de cara sin parar ¿por qué da diferentes perfiles? El mismo hombre ahora busca contemplar el hermoso ocaso que le da el amor, busca que su torso se mantenga caliente, que su cara continúe con su precioso color rosa. Busca poder contrastar lo imponente de su rostro con lo infinito del cielo.

Las calles en silencio, el desagradable aliento de la codicia, la avaricia, la mentira y la envidia chocan con sus brazos y piernas, las aprietan y las lastiman, las detienen y lo dejan en la oscuridad, lo toman y lo alejan, lo alejan de sus deseos y lo inducen a pegarse a lo pasado, lo atormentan y lo dejan. Un hombre corriendo busca escapar de estos invitados, el hombre asustado y ajetreado huye sin cesar. El amor y la vida son atrapados por estas inesperadas visitas, el hombre no da respuesta, el hombre no sabe como proceder.

Mirando por la ventana todo es simple, veo al tipo sufrir, veo al hombre sin respirar, sin continuar. El hombre me mira, se ríe y se aleja, el hombre me estuvo observando antes, aquel hombre es parte de mi, ese hombre... soy yo.

¿Por qué me miraba tan detenidamente? Quizás, solo quería advertirme de lo que me iba a suceder, de que aquello que dejé atrás continuaba persiguiéndome, que las cosas que me hacían sentir muerto las supe deshechar. Aún así, no pude advertirme.

Si en algún momento los caminos de mi yo y mi otro yo se pudieran cruzar ¿qué sucedería? ¿sucumbiría uno sobre el otro? O simplemente, ¿se unirían ambos en uno y continuarían su camino como un solo ente? Nadie lo sabe, pensaba el hombre.

Las calles en silencio y el raro sentimiento de la duda surge en su interior, su camino oscuro se tejía metro a metro, segundo a segundo, esperando algún rayo de luz que le muestre un nuevo camino, esperando algo que le dé un propósito en la vida, algo... que lo haga sentir vivo otra vez.

Compilación de historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora