El árbol

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Un brote poco a poco va creciendo, una historia de un chico y una chica poco a poco va naciendo. El chico mira el brote cada vez que se acuesta a descansar o a dormir, la chica aún no lo nota. La lluvia ayuda a crecer al brote y comienza a formarse un árbol, pequeño pero al fin y al cabo, un árbol. El chico se arma de valor y le habla a la chica, se acerca casi tímido, insípido, sin esperanza alguna de ser correspondido, mágicamente se hablan y se vuelven amigos.

El chico llega a su hogar completamente feliz, lleno de sueños e ilusiones, mira por la siempre abierta ventana y mira el árbol, se pierde en sus diminutas hojas y su flaco tronco, mira y mira y se refleja en el, crece y crece sin parar al igual que el amor que siente en su corazón.

La mirada del chico se centra solo en su mente, en sus anhelos, las pisadas de la gente pasan como si nada por sus ojos y el ruido de la muchedumbre se convierte en suaves palabras que salen de la boca de la chica, está en éxtasis y la verdad no sabe como proceder el chico. 

El árbol ha crecido bastante, ya está dando frutos y alberga vida en todo su esplendor, es un árbol fuerte, sano... vivo.

El chico esta buscando las palabras, el momento y el coraje para mostrar su interior, para incursionar en algo nuevo para el, busca convertirse en algo mas que un amigo para la chica.

Un día soleado, precioso, donde las aves cantan y las gotas del rocío matutino decoran a las plantas, hojas e incluso a los inertes autos de la calzada. El chico invita a la chica al árbol que rápidamente ha crecido, paciente pero rápido. En una especie de tartamudeo lleno de emoción, el chico expresa sus sentimientos, una frase se convierte en lágrima, anhelos en tormentos y el amor en desesperación. El chico corrió y corrió, sin destino.

El chico en su hogar miró por la ventana de nuevo, en una especie de acto de magia, el árbol había perdido toda su belleza, sus frutos bellos ya marchitos y sus hojas secas yacían en el suelo. El fuerte tronco  que sostenía a las hojas estaba carcomido y toda la vida en el se había esfumado.

¿Quien dijo que la historia sería feliz? Las historias son historias y merecen ser contadas, dejemos los finales heroicos y clichés para otro momento. La vida es dura y debemos afrontarla. Aún así, el árbol pudo volver a crecer y de seguro, los frutos que dará por fin llegarán a un final precioso.

Compilación de historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora