13. Los antiguos bosques de Arcadia

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Hikaru notó unas pequeña pataditas en su costado. Se levantó de golpe, irguiéndose como una estatua, esperando otro golpe más fuerte de algún espartano creído, pero se dio cuenta de que solamente era Tenma, moviéndose en sueños a su lado.

Se relajó un tanto, viendo cómo amanecía. La mayoría de soldados estaban aún despertando. Otros estaban levantados, como pasando revista a sus compañeros. Algunos se encontraban en las lindes del bosque, probablemente vigilando la zona ante una posible emboscada.

Kidou ya estaba levantado, también oteando el horizonte. No tenía un posado seguro. Más bien parecía tantear el suelo, como si en cualquier momento se fuera a hundir bajo sus pies.

—¿Qué crees que haremos hoy, Kidou? —le preguntó Hikaru.

—¿Qué...? ¡Oh! Hikaru, te has despertado... —Hasta se había sorprendido. Kidou tenía la cabeza en otra parte, seguro—. Pues no lo sé, le tendremos que preguntar al capitán Hiroto.

—Oh, por los doce (1), no me llames así... —gruñó el susodicho, con voz de recién levantado. Resultó que estaba enterrado bajo una de las mantas que parecía que solamente contenían comida. Hikaru dio un paso atrás por instinto mientras Hiroto salía de su escondite—. Solamente toca hacer un reconocimiento rutinario. Nos internaremos en el bosque y buscaremos un camino seguro hasta Licosura.

—¿Licosura?

—Es la ciudad del rey Licaón y sus hijos. Son los culpables de la herejía en Arcadia y no solamente por traicionar a los Olímpicos sino por... bueno, "actos" aún más horrendos. Os advertiré cuando estemos todos listos.

Poco a poco el campamento se fue despertando. Era una curiosa calma la que reinaba allí, pese a estar en guerra. Los cazadores estaban despiertos hacía rato, pero sencillamente no se movían, estaban tumbados cada uno a su manera en la hierba.

—¿Habéis dormido? —preguntó Hikaru a Kariya.

—No, nunca dormimos. Descansamos solamente.

El cazador parecía distraído y quizá estuviera perezoso esa mañana, así que Hikaru prefirió no molestar más. En cambio, entre él y Tenma (que se acababa de despertar también) vieron cómo Fubuki se asustaba momentáneamente al encontrarse la cara de Goenji tan cerca de la suya. El susto despertó al rubio, que no entendía qué pasaba.

—¡Oh, dioses, es todo un espectáculo verles! —susurró emocionado el revolucionario amigo de Hikaru.

Cuando todo el equipo de reconocimiento se hubo despertado, Hiroto contó el plan para ese día. Como ya había dicho a Hikaru y a Kidou, era explorar el terreno y encontrar un camino seguro hacia la ciudad de Licosura.

Mientras marchaban hacia el bosque, algunos espartanos se rieron de ellos, en especial de los recién llegados. En ningún momento el padre de Hiroto salió a defenderles, lo que a Hikaru le pareció una falta de respeto total.

Por suerte, los bosques quedaban cerca y no tuvieron que escuchar muchas burlas. Algunos de los que patrullaban por las lindes tuvieron el decoro de disculparse y todo, pero nadie del grupo tenía claro que fuera sincero.

—Vamos a dividirnos en dos grupos —propuso Hiroto—. Cubriremos más espacio y será fácil emboscar a nuestro enemigo si nos topamos con él.

—Cierto, pero necesitamos una forma de comunicarnos rápido —añadió Kidou. Miró a Fudou directamente—. Necesito que un par de tus cazadores vayan con ellos. Si pasa algo, vuestro poder nos ayudará a reencontrarnos rápidamente.

—Fubuki, Tsurugi, con ellos —ordenó éste.

—A la orden.

Empezaron a estructurar los dos grupos. Los tireanos eran minoría, así que el grupo de Hiroto era todo espartano a excepción de los dos cazadores, y en el de Kidou, además de los suyos, había compañeros de Hiroto también. Nadie rechistó durante las divisiones, lo que al parecer era muy propio de espartanos.

Cazadores del Mar Celestial [Inazuma Eleven Go]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora