Hikaru despertó poco rato después. Le dolían las costillas. Era posible que hubiera caído sobre su escudo, eso lo explicaría.
—Uh... —renegó.
—¿Cómo te encuentras? —Tenma y Kirino le observaban. Kariya estaba un par de metros más allá, mirando de reojo mientras hablaba con Ichiban e Hinano.
—Mareado. Bien. No hay ruido.
—El dios está luchando contra el Escorpión —explicó brevemente Kirino.
—¿No debería permitir que atacara a la ciudad? —preguntó Tenma. Kariya y compañía se unieron a ellos tres entonces—. Es decir... fueron los dioses los que enviaron al bicho ese.
—Taiyo no está hecho de la misma pasta que su padre —replicó Hinano, como si fuera obvio—. No le gusta castigar. Prefiere demostrar las cosas por su cuenta. Le echaron del Olimpo por ello, y se está ganando el pase de vuelta por lo mismo.
—Ya decía yo —bufó Kariya.
—¿Qué?
—Sólo lo hace para volver a su casa.
Hinano le lanzó una mirada asesina, pero no respondió.
El día avanzó lentamente. Hikaru se recuperó viendo cómo Taiyo se enfrentaba él solito contra una bestia que era como cinco veces más grande. Peleaba con las manos desnudas, sin armas. Usaba fogonazos de poder solar cuando el Escorpión le tomaba por sorpresa o era más rápido que él, y aprovechaba entonces para darle de puñetazos entre los ojos hasta que retrocediera.
El Escorpión lo que quería era atacar la ciudad, que era su trabajo. Con los cazadores más lejos de él que las murallas, su prioridad había vuelto a ser su misión. Taiyo se lo estaba impidiendo, llevaba horas impidéndoselo.
Hikaru no dejaba de pensar que la de Taiyo era una táctica. Podría vencerlo muy fácilmente, podría agarrarle de cualquier parte en cuanto éste atacara y empezar a constreñirle esa parte hasta inutilizarla. Podría hasta asfixiarlo, si tenía la fuerza que él pensaba que tenía.
—Se está acercando la noche —anunció Tsurugi.
—Debemos prepararnos. Pronto nos tocará tomar el relevo —dijo Fudou.
—¿Qué vais a hacer? —preguntó sorprendido Tenma.
—Mis cazadores, Kidou y Kirino hemos trazado un plan para derribarlo definitivamente. Seguimos el plan del dios: salvamos a la ciudad usando nuestros poderes y llamamos la atención de los dioses. Los ejércitos no tendrán que entrar en batalla, así que estamos salvando vidas.
—Sólo espero que los descreídos de Elis se den cuenta de lo que está pasando —repuso Kirino—. Han tenido que ver a Taiyo luchar durante todo este tiempo. Un humano no duraría ni quince minutos contra el Escorpión.
Hikaru recordó su experiencia con el Toro, en Argos. Todo el ejército de Tirea (aunque no era muy grande) se vio dispersado apenas en el segundo encuentro con la bestia, y si no hubiera sido por los cazadores, que salieron a su encuentro salvándoles la vida, probablemente estarían todos muertos. Bajó la cabeza.
—Oye —le sorprendió Kariya, cuando nadie miraba—. Estaré bien, ¿vale?
—¿Quién dice que estaba pensando en ti?
—Se te ve en la mirada —dijo con una sonrisa torcida. Luego se sentó a su lado—. Deja que pase un rato contigo.
Se sentaron de lado, observando el combate y las murallas. Hikaru se sentía tan pequeñito e inútil, sin poder luchar... Pero supuso que el ejército de Corinto y la ciudad de Elis estarían igual. Lanzarse por ahí con el Escorpión en medio era muerte asegurada.
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Cazadores del Mar Celestial [Inazuma Eleven Go]
FanfictionHikaru es un joven huérfano de guerra que vive en su pequeña ciudad, intentando alejarse de todos los males posibles de la Grecia antigua. Sin embargo, los dioses en persona, unos monstruos caídos del cielo y un amuleto familiar actuarán en su contr...