Era el día de la competición contra Kageyama para recobrar el amuleto. Shindou no estaba para nada nervioso. Era bueno en muchos deportes y si además conseguían añadir el tiro con arco en la competición seguro que la ganaría, pues, como era tradición en Ítaca, el manejo del arco era su especialidad (1).
Respirando suavemente mirando en el techo, recordaba cómo era su vida antes. Pacífica, tranquila, sin muchas más presiones que las que el control de la isla y la rivalidad con las islas vecinas conllevaban. Pasaba un tiempo agradable con Kirino, aprendiendo cosas sobre su magia, y éste sobre las cualidades de la familia. Desataban su pasión sin miedo.
Pero la historia se repitió y los enemigos de palacio ocuparon la casa, le echaron a él y lo que quedaba de familia (matando a todos ellos menos a la pareja) y empezaron a desobedecer el orden divino. Era mucho peor que cuando su antepasado Odiseo tuvo que echar a los pretendientes. Esta vez estaba solo.
—Shindou —le susurró Kirino, con una voz de medio dormido—. Tus pensamientos me perturban.
—Lo siento. No puedo evitarlo. Me lleno de ira cuando me viene a la cabeza.
Kirino tenía un defecto con su magia: la energía negativa era demasiado fácil de percibir con alguien que tuviera cierto contacto. Hasta el punto que si Shindou se enfadaba como en ese momento y Kirino estaba durmiendo, éste se despertaba sobresaltado. Era como un río que le arrastraba con fuerza.
—He estado pensando —dijo Kirino—. Puede que no sea buena idea hacer la competición.
—¿Cómo que no? Es nuestra única manera de tener la suerte de nuestro lado.
—El comentario del amigo de Kageyama, sobre que nos podemos proteger y tu familiar no, me obligó a buscar otra manera. No quiero hacerle daño. Es tu familia. —Shindou no perturbó su mirada, pero anteriormente había pensado lo mismo—. He pensado que... podríamos simular la competición.
—¿Qué quieres decir?
—Mientras vosotros empezáis alguna prueba, yo puedo tocar el amuleto mientras lo guarde uno de sus amigos. Y podré saber qué ocurre en tu casa.
—Parece buena idea. Así, si nos demoramos más a volver a Ítaca, podemos seguir a Kageyama por un tiempo y estar al tanto.
Kirino tuvo una buena idea. Y compasiva para Kageyama. Shindou se sintió mejor solamente jugando una treta que no simplemente arrebatándole el amuleto.
Con la mente más despejada de malos pensamientos y con mejor ánimo, la pareja salió de su habitación, preparada para la competición, y esperaron a que Hikaru saliera también.
—Buenos días —les saludó el anfitrión, con educación—. Espero que hayáis dormido bien.
—Sí, gracias.
Poco tiempo les dio de charlar más, pues Tenma llamó a la puerta con su ánimo habitual y fue delante en todo momento en el camino hasta la planicie a las afueras de la ciudad. Allí les esperaba parte de la ciudad. Había corrido el rumor de la competición entre los amigos de Hikaru (culpa generalmente de Tenma) y hasta los mayores se habían apuntado. Endou y toda su generación estaban presentes y cargaban con los instrumentos para la competición.
—Bienvenidos —les saludó Kidou a los dos participantes—. Hemos decidido cinco pruebas para que se resuelva esta competición. Lanzamiento de jabalina, de disco, carrera, lucha y salto (2).
—De acuerdo —asintieron ellos.
—Endou y tu compañero guardarán el amuleto mientras se realicen las pruebas. Así nos aseguraremos que ninguno de vosotros huye con el premio.
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Cazadores del Mar Celestial [Inazuma Eleven Go]
FanficHikaru es un joven huérfano de guerra que vive en su pequeña ciudad, intentando alejarse de todos los males posibles de la Grecia antigua. Sin embargo, los dioses en persona, unos monstruos caídos del cielo y un amuleto familiar actuarán en su contr...