No hay marcha atras...

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-¿Como demonios lograste que Slade aceptara esto?-. La semi especie pelinegra sonrió con arrogancia. La mujer a su lado rodó los ojos.

-Slade cree que estaremos con Tiger, que a su vez cree que estaremos con Torrent, el cual, si somos claros, debe estar mal diciendo el momento en que contesto su teléfono y se le aviso que debía ir hasta Homeland a traernos los componentes de tres de las cámaras averiadas-. La pelirroja abrió los ojos mientras analizaba la escaramuza de la hembra.

-¿Desde cuando específicamente has estado planeando esto?-. Pregunto la pelirroja.

-Hace unas nueve horas, cuarenta y cuatro minutos y... Tres segundos, para ser específicos-. Dijo la hembra. -Solo relajante. ¿Hiciste tu parte?-. Pregunto con entusiasmo. La mujer rodó los ojos mientras escarba a en el baúl de metal que cargaba con las cámaras restantes. Dos pares de cámaras de aspecto pétreo se divisaron en las manos de la pelirroja.

-Son las únicas que se activan de forma remota. Están conectadas a mi perfil en el programa..., solo yo puedo acceder a ella, en pocas palabras. Tengo la opción de escuchar y enviar una señal a su teléfono si esta a menos de setenta metros de cualquier cámara instaladas en el perímetro de su territorio. Sera como estar aquí sin estar-. Dijo. La hembra sonrió con malicia.

-No recordaba esa parte voyeurista de ti-, río con fuerza cuando la mujer le mostró su dedo medio.

-Solo quiero saber más sobre él. No puedo acceder hasta la zona salvaje sin una escolta; ya todos saben que no estas disponible..., Dudo que el macho con el que te fuiste del bar hace dos noches aceda a que visites el territorio de otro machos cada dos días o menos; matara al pobre Revenge si te ve visitando su territorio tan continuamente-. Dijo.

La hembra torció el gesto. -Son unos malditos chismoso. Pero tienes razón-. Dijo.

La mujer a su lado levanto los hombros restándole importancia.

-Ellos son familia. Una grande..., y malditamente extraña. Pero sin dudas una de las mejores que he conocido. Se cuidan unos a otros de la única forma en que aprendieron hacerlo-. Dijo. Sarha se quedo viéndole con ojos acuosos. Luego asintió.

-Mejor subiré a colocar las cámaras para darles algo de privacidad cuando él regrese-, la hembra dudo por un instante mientras observaba a la pelirroja. Era su amiga, una o la única humana en la que podía confiar con los ojos cerrados. EJ se había ganado la confianza de su gente por si misma, Justice, (aunque ella apenas los supiera) le había dado más autoridad de lo que muchos pensaban. Ninguno tenían intención de despedir a la mujer una vez que concluyera su trabajo; Sarha se encargaría de que tuviese más de un motivo para ello, y el macho de aspecto rudo y mirada triste se lo estaba haciendo aún más fácil cada día. -¿Èl en verdad te importa, Juliana?-. Pregunto. La mujer no le miro. Sarha sonrió cuando las mejillas de la mujer se tiñeron levemente de rojo.

-Ya has tu trabaja, Serrano-. Advirtió mientras evadía abiertamente la pregunta de la semi especie.

-Si señora-. Aseguró la hembra con un saludo militar.

E.J. sonrió cuando la hembra salto hacia uno de los arboles a unos metros de distancia. Bajo la vista hasta el aparato en sus manos. No sabia en realidad lo que estaba haciendo, o si lograría algo con ello pero algo le decía que debía hacerlo. Era como un llamado. Su padre siempre decía que había que escuchar su cabeza; 'El corazón solo es un músculo cariño, las decisiones que marcaran tu vida las tomaras con tu cabeza; el bombeo y el aumento de la presión en tu cuerpo, solo indicara que has tomado la decisión correcta' Dicho a una niña de diez años no era una conversación normal, "Pero yo nunca fui una niña normal" pensó la mujer. Aquello era lo correcto.

Revenge. Nuevas Especies. Libro 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora