Las mejillas radiantes y pecosas de la mujer pelirroja se tiñeron de rojo granate cuando el hombre de piel blanca y cabello rojo, le taladro con sus ojos de color azul acua. La mujer a su lado, con mirada picara y divertida, observaba con expectación el intercambio.
Ambos, padre e hija, eran tercos. «Tercos y cabezotas» pensó la mujer con cariño. Amaba a ambos por igual, «aunque en ocasiones quisiera matarlos», volvió a pensar.
Llevaban allí mas de veinte minutos, no había ganador aparente, «nunca los hay con estos dos», volvió a pensar la pelinegra con diversión.
-¿Recuerdas ese chico brasileño de ojos cafés que conocimos en Río el año pasado?-. «!Oh por dios!» Pensó la pelirroja con horror. El hombre frente a ella asintió como si en realidad se respondiera a si mismo. -Bien. Yo pensé...; tenia la esperanzas, de que para esta fecha tendría un pequeño de cabello rojo llamándome abuelo corriendo por la casa-. Dijo. Su hija, un poco mas roja, (ahora de furia) le vio con mas intensidad.
-El hombre solo quería la ciudadanía, padre. ¡Ocho! días después de conocernos me pidió matrimonio. No se, profesor, calculé usted, ya que es el genio en matemáticas-. Dijo. -No digo que me duela. Era un idiota, hermoso, sí, pero un idiota al fin y al cabo que...-. Su padre le interrumpió mientras la observaba con los ojos entrecerrados.
-Dijiste que tenia la polla mas grande que habías visto, (que no es mucho decir ya que tu primera vez fue con un tipo con un pene miniatura) y que fallaba como los dioses. A menos podía hacer algo y dejarte en cinta-. Dijo. La mujer gimió con angustia.
Sí, solo habían sido ellos dos hasta que la chica cumplió los dieciséis; se contaban todo. Su papá trato de hacer las cosas lo mejor posible para ella desde los dos años de edad, (desde el tutu de su primer recital de ballet los cuales fueron un desastre, hasta su primera charla sobre chicos, pollas y condones). Así fue como el hombre de, en ese entonces, treinta y dos años, se vio escuchando a su hija de dieciséis, como había perdido la virginidad con el capitán del equipo de regata.
-Si, y también recuerdo tú sugerencia de solo darte a tú nieto y venir de vistas los fines de semana.
-Solo era ayuda-. Se defendió.
-¡Seria mi hijo! Y lo querías para ti solo-. Grito la mujer con desesperación.
-No te vayas tan lejos-. Dijo el hombre con voz suplicante. La pelirroja lo abrazo.
El hombre había conocido a la niña cuando esta apenas tenía un año. Aquella cosa de ojos penetrantes y mirada inteligente atrapo su corazón en el mismo instante en que le vio. Ella solo era otro bebe nombrado con algún nombre de mierda en un orfanato a las afueras de de Dublin*. Era cómico que el motivo por el cual habían llegado hasta allí, halla sido solo por un capricho de la morena de ojos negros que, para entonces, era su esposa. Solo basto tres meses luego de la adopción, para que el hombre decidiera sacar de su visa a la 'maternal' y elegir creía a la pequeña criatura él solo. Su exmujer se había ido con la mitad de su fortuna familiar y él se había quedado con la custodia total de la niña. De una u otra forma, se sintió libre, y mas querido de lo que nunca lo fue. Nunca habría arrepentimientos allí.
Pero ahora, casi veinte años después ambos habían encontrado a Mizuki Kira, la esposa de su padre y la madre que nunca imagino tener; aunque, era igual que contarle a ambos sus secretos, al final del día, ambos lo sabrían.
La mujer de ojos y cabello oscuros del otro lado del cuarto río a carcajadas mientras era fulminada por su hija del corazón*.
Maldita sea, ¿Quien diablos me manda a decirle esto a mi madre. ¡Bravo, te ganaste el premio! La mujer arremetió contra si misma mientras entrecerraba los ojos hasta su padre. Suspiro, de nada valía pelear contra ellos.
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Revenge. Nuevas Especies. Libro 5
Fanfic-Una vez creí no tener nada porque vivir...-, Dijo el macho. La mujer en el auto apretó el volante con fuerza mientras un gemido lastimero salia de su garganta. -luego...-, continuo en macho. -te encontré, y supe que eras la única razón por la cual...