Maratón 4/4
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Las ramas de los arbustos eran rastrilladas cuerpo del macho al pasar y su olor se expandía por el espacio que ocupaban. Estaba húmedo, la ultima tormenta había dejado pedazos desparramados de ramas secas y corroídas por el moho y los insectos; parecían cadáveres de seres irreales tirados en el suelo del bosque. Arriba, los pájaros salían al vuelo, despavoridos por el bullicio que se expandía unos metros hacia abajo.
El macho sentía el peso ardiente de sus pulmones en su pecho. Su respiración era casi superficial y rápida. Unos metros tras èl, un aullido y la imagen de un lobo color arena se divisaban a unos metros de distancia; quizás dos. El macho pudo escuchar las pisadas apresuradas de ocho pares de patas a cada lado, 'bien hecho' pensó con orgullo. Apretó el paso, dejando atrás al lobo que lo perseguía y haciendo que los dos que lo acorralaban se dispersaba. Los músculos le ardían, y su piel le quemaba, aun así, no se detendría.
A la distancia, y de forma tenue, el macho podía oler leña seca arder. Sonrió. En retrospectiva su vida seguía siendo la misma; pero distinta. El extenso jardín cubierto de cesped verde se abrieron ante él. En unos segundos la jauría se rozaban contra sus piernas en despedida. Blue aulló anunciando a la manada su partida, el macho hizo echo aquel sonido.
El macho camino de forma pausada hasta las escaleras del pórtico con la vista fija a la figura que se columpiaba a unos pasos suyos. La vista era casi angelical; el cabello de la mujer tapizaba la tela color blanco mientras buscaba camino hacia el suelo, ella, la peliroja, tenía los ojos cerrados mientras su mano suvia y bajaba por la cúspide en la que se había convertido su vientre.
Revenge inhalo con fuerza. Su hijo estaba allí, su compañera estaba allí y el no deseaba estar en otro lugar que no fuese este.
-Siento tú mirada, mi amor-. Aseguró la peliroja mientras abría los ojos y los posaba contra el pecho desnudo del canino. La mujer rastrillo sus piernas una contra la otra haciendo enmanar el olor a exitacion que cubría su cuerpo. El macho gruñón. Ella rió. El cuerpo del canino empezó a despertar de forma dolorosa mientras acortava su distancia hasta llegar a la boca de la pecosa y embarazada mujer.
El olor picante y exótico del canino se coló por las fosas nasales de la humana. Era obvia la culminación de aquella historia para cualquier espectador. El macho coló una de sus manos por debajo de la piel de la mujer mientras está se devolvía en busca de su toque. Ella gimio mientras frotaba su sexo contra una de las piernas de canino.
Un carraspeo trajo a ambos a la realidad. Revenge gimio en desacuerdo. La voz tímida y baja de una mujer lleno el lugar. -Solo venia a avisar que la comida esta lista-. Afirmo la mujer frente a ellos mientras disimulada mirar a cualquier otra parte y no a la pareja en la hamaca. EJ se sonrojo cuando finalmente su madre entro despavorida hasta la casa, aún así, no pudo evitar reírse.
Revenge gruñón en frustración. -Recuérdame ¿como demonios paso esto?-. Pregunto. La peliroja rió mientras era ayudada a levantarse de flrma lentas y cuidadosa.
-Creíais que decirle a mi padre que tendría un nieto en menos tiempo de nueve meses no traería consecuencia alguna-. Le recordó entre risas. El macho asintió en acuerdo.
-Aún no puedo creer que Justice le autorizará a traspasar los límites de la zona salvaje-. Argento. La peliroja volvio a reír. El macho se removió incómodo. La peliroja dio una ojeada a su entrepierna.
-Será mejor que vayas y te des una ducha...-, volvió a hechas un vistazo a su creciente erección. -Una muy fria ducha antes de ir al comedor. No creo que papá aprecie ver la sombra de tu polla mientras almorzamos-. Se burlo mientras caminaba hacia el interior de la casa con aquel peculiar contorno que el macho había empezado amar.
Revenge paso sus manos por su cabello sintiendo las finas hebras desplazarse entre ellos. Dio una última mirada hasta el bosque y sonrió.
Aquella era su vida ahora..., y no la cambiaría por nada en el mundo.
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Revenge. Nuevas Especies. Libro 5
Fanfiction-Una vez creí no tener nada porque vivir...-, Dijo el macho. La mujer en el auto apretó el volante con fuerza mientras un gemido lastimero salia de su garganta. -luego...-, continuo en macho. -te encontré, y supe que eras la única razón por la cual...