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El hecho de que la discusión entre Dylan y Bill hubiese ya terminado no significaba que los susurros o comentarios con respecto a los gritos que se habían armado ya concluían. Por debajo de la cubierta del Capitán Willem, dentro de los pequeños cuartos de literas, se encontraban los Pasajeros, que habían escuchado cada palabra de lo que Dylan había soltado contra Bill.

—¿Escucharon eso? —preguntó Scott.

—¡Cualquiera en todo el Holandés lo hubiera escuchado! —le espetó Han.

—Dudo mucho que a los marineros les importe —objetó Cooper.

La habitación estaba casi a oscuras, ya que Miranda había apagado la última vela unos minutos antes de que la plática se llevara a cabo. Scott estaba recostado sobre una cama pequeña, debajo de la ventana, y encima de él, Han se encargaba de tallar el techo con un cuchillo que había encontrado. A unos metros de ellos, a un costado de una pequeña mesa de noche lo bastante rústica, Miranda intentaba dormir en una cama individual. Cooper había sido el único que prefirió dormir en una hamaca que colgaba del techo. A pesar de estar un poco robusto, se sentía a gusto flotando por encima del suelo.

—¿A qué creen que se refiera Bill con eso de no contarnos quién es en realidad, de donde viene, y a donde va? —inquirió Han—. ¿Creen que Dylan sea el malo?

—Si fuera el malo, ya nos hubiera degollado desde que nos vio por primera vez —lo defendió Miranda.

—Bueno, en realidad nos hubiera disparado con su escopeta, ¿recuerdan? —lo corrigió Scott, dándose la vuelta—. Pero pinta mal. Pinta muy mal. Hay algo que no nos han dicho.

—Yo confío en él —musitó Cooper.

Sonaba extraño, pero las diferentes situaciones que habían vivido en días anteriores eran prueba viviente de ello. ¿Qué otra cosa necesitaban? Era casi como la relación que habían formado entre ellos mismos desde que se encontraron en París, huyendo de la ley, y buscando una respuesta a todas las incógnitas que estaban presenciando. En esas ocasiones, el buscar sobrevivir y hallar un modo de salir de ese universo fueron los lazos que se crearon entre James, Dianne, Max, Scott, Han, Cooper y Miranda.

Ahora había sucedido lo mismo con Dylan. Desde el primer momento en el que pisaron la Isla, el muchacho los guió a través del peligro, las selvas, los ríos y la Nueva Colonia. Él tenía la experiencia necesaria, y los había salvado en ya muchas ocasiones, contando el ataque de los Raptors durante su primer día en el Triángulo, así como de los centinelas en el Desierto sin Gravedad. Aquél chico no podía ser el villano. Si algo les estaba ocultando, pensó Miranda, entonces era importante, pero al mismo tiempo, algo carente de importancia.

—No sé ustedes —murmuró Han—, pero quisiera saber qué oculta.

—Todos quisiéramos eso —dijo Scott—. Aquí hay gato encerrado.

—Escuchen —dijo Miranda—. Dylan es nuestro amigo. ¿Por qué no se lo preguntamos?

—¡Wow, no! —Han se sentó sobre su cama y apuntó a Miranda con el dedo—. ¡Eso no se hace!

—Han tiene razón —lo apoyó Scott—, es lo último que haces. ¿Qué tal si empieza a sospechar y decide dejarnos flotando en la Isla Opuesta?

—Ya no estamos en la Isla Opuesta.

—Como sea —soltó Han—; sabemos que hay algo raro aquí. Dylan guarda secretos, y ya vimos uno de ellos. Ese tal Bill debería estar muerto, ¿no? Tanto hablaban de él, y terminó estando encerrado en una Pirámide que se mueve. ¡Qué locura!

Tinieblas [Pasajeros #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora