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Patrick se rascó la barbilla mientras se inclinaba un poco al frente y ponía atención, con cierta determinación, a lo que estaba viendo en su televisor. En él se podía ver un verdadero caos sobre la ciudad de Londres. Edificios que caían y de destruían sobre las calles, una enorme nube de polvo y tinieblas que rodeaban los aires de la ciudad hasta dejarla totalmente desaparecida entre ellas, gritos por doquier solicitando ayuda, y un pequeño grupo de agentes especiales de la MI6, moviéndose por los restos de una de las avenidas principales, cubiertos de polvo, y buscando algo, o alguien, que supuestamente se había esfumado del lugar.

—¿Te gusta la vista? —Ben caminaba detrás del sillón, sonriendo de oreja a oreja, y se detuvo detrás de Patrick para poder ver el noticiero—. ¡Wow! Pandora hizo un excelente trabajo.

—No mató a nadie de los que queremos ver muertos —soltó Patrick—. Acaban de pasar a mi hermana, junto con otro par de...

—Estás comenzando a enfocar tu atención directamente en tu queridísima hermana, y los dos idiotas que estaban con ella —murmuró Ben, caminando hacia los sillones de piel, y se sentó en uno que estaba frente a su compañero—. Recuerda lo que estamos haciendo.

¿Cómo no recordarlo? Todo había iniciado hacia ya pocos días, pero tenía vivo el recuerdo de la muerte de su mayordomo. Su cuerpo había desaparecido. Ben era el responsable de tales acciones, así que a Patrick no le molestaba. De todos modos no le había agradado mucho. Sin embargo, a partir de ese momento, una chispa se encendió en el interior de Patrick.

La Isla.

Esa era toda la motivación que necesitaba para poder cambiar sus pensamientos con respecto a lo que sucedía en esos momentos. La ciudad de Londres se había convertido en un caos total, y lo más probable era que Ben tenía ya otro blanco para que Pandora, en el cuerpo de la chica, desatara a sus seguidoras para comenzar el caos y las tinieblas. No le interesaba absolutamente nada más. La Isla era su objetivo, y con el pasar del tiempos, no le importaba qué vidas se perdían, o qué ciudades se derribaran, con tal de llegar a ella. Así había aprendido durante años, ¿no? Pisotear a los débiles para alcanzar el objetivo de un grande.

—Pandora regresará al amanecer... ¡Wow! ¡Excelente! —dijo Ben, aplaudiendo de repente.

Patrick no se había dado cuenta de que otro edificio se derrumbaba, elevando más capas de polvo, un sonoro estruendo, y el grito de docenas de personas, dentro de su televisión de plasma.

—¿Cuál es el siguiente punto geográfico donde planeas abarcar tus tinieblas? —preguntó Patrick.

—¿Importa mucho? —se rió Ben—. Luna le cortará el cuello a algunos más antes de regresar. Luego planearé destinos. París, tal vez.

—Quiero estar ahí —dijo Patrick.

Ben apartó su mirada del televisor y miró a éste un poco asombrado debido a sus palabras. ¿Estar ahí? ¿En las tinieblas? ¿Había escuchado bien?

—No sabes lo que dices.

—Quiero verlo con mis propios ojos.

Claro que sí. Durante mucho tiempo, Ben había mantenido su rencor hacia la Isla, hacia Dylan, y hacia el resto del dichoso Triángulo, que no había tenido el tiempo suficiente para disfrutar de las tinieblas, o de la maldad misma. Viajar entre las dimensiones, entre los tiempos, para llegar a un punto entre la creación misma donde pudiera estar la Isla había sido un plan bastante largo, duro, estratégico y pesado. ¿Pudo haber causado alguna anomalía en alguno de esos viajes? Sí. Pero su mente estaba en otra parte. Y el hecho de ver que alguien quería probar de ello era lo bastante satisfactorio. Podría ser que Patrick no sólo resultara un aliado poderoso, colocando hombres en distintos puntos del planeta. Quizás podría llegar a ser un buen amigo... de todos modos, ambos terminarían en la Isla, si todo salía conforme a los planes de Ben.

Tinieblas [Pasajeros #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora