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La Isla de la Libertad era uno de los lugares más turísticos, y más populares, no sólo de la ciudad de Nueva York, sino de todo Estados Unidos en general, y a su vez, era uno de los iconos más representativos a nivel mundial. En esos momentos estaba totalmente abandonado, pero a Patrick no le importaba. Estaba satisfecho con lo que veía, que ni siquiera prestó atención a sus alrededores. Aquél monumento, regalo de Francia a Estados Unidos en 1886 por la conmemoración de su centenario de independencia, había perdido parte de su estructura al momento en el que Times Square se vio afectado por las Tinieblas. Las ráfagas de energía y de oscuridad golpearon la Isla de la Libertad al instante.

—Lindo, muy lindo en verdad —suspiró Patrick.

Tenía muy en vivo sus pensamientos acerca de las Tinieblas, y en cómo había reaccionado al verlas por primera vez.

Había sido el plan desde el inicio colocarse en el edificio, piso treinta y cinco, para admirar lo que Ben y Pandora iban a llevar a cabo. Al momento de ver estallar el primer edificio, y cómo las discípulas de Pandora habían emergido de las sombras para atacar a todos los presentes, Patrick supo que disfrutaría aquello, desde su inicio, hasta el final de los tiempos, si se daba la oportunidad.

Pero hubo un fallo en aquél plan. Ben se apareció a su lado, conversaron de lo hermoso y glorioso que podía ser reducir la existencia de aquella ciudad a cenizas sin prosperidad, hasta que una voz destruyó por completo todo sueño, todo anhelo, toda oscuridad en su interior.

Allori.

Desde muy pequeño creó en ella un rencor irremediable, y después de conocer la existencia de la Isla, y el hecho de no poder acudir a ella por no ser digno, el sentimiento creció más.

Y ahora ella había aparecido, aunque fuera por simples minutos, para derrumbar todo lo que él había ayudado a construir.

La última vez que la vio, ella saltaba a través de los cristales, o lo que quedaba de ellos, y daba un brinco al vacío junto con James, el hombre al que Ben había asesinado, y un tal Owen. Después de eso no la vio más. Y sólo fue cuestión de segundos para que, por órdenes de Ben, Luna, la chica inocente que estaba sufriendo más de lo que merecía cualquier persona, acudió en ataque de ellos. Luego, junto con Ben, Patrick se retiró del edificio en oscuridad, para luego tomar su helicóptero privado y dirigirse hacia la Isla de la Libertad.

No habían transcurrido tantas horas desde eso.

Ahora Patrick dirigía una mirada sigilosa a la ciudad de Nueva York. Se podían ver algunas nubes negras que absorbían poco a poco la ciudad. No eran nubes, ni era una tormenta que acabaría con el calor de aquella tarde. No. Eran las Tinieblas en sí. La oscuridad que Ben prometió que consumiría al mundo.

Ben se materializó a un costado de Patrick, con un ligero susurro.

—¡Boo!

Él sólo volteó a verlo, con una mirada sarcástica.

—¿Te diviertes?

—En realidad es que sí —respondió Ben, colocando ambos brazos sobre el los pasamanos y recargándose sobre él—. ¿Qué te parece esa obra maestra?

—Las Tinieblas son fascinantes —admitió Patrick.

—Lo que sigue es lo más emocionante de todo, yo...

Otra persona se materializó de la nada.

Por un instante, tanto Patrick y Ben, creyeron que llegaría Luna junto con alguna cabeza en las manos, dando a entender que había vencido a los Pasajeros en un abrir y cerrar de ojos. Pero no fue Luna la que apareció, sino Pandora en sí.

Tinieblas [Pasajeros #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora