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Patrick seguía un poco asombrado, frente a la computadora, mientras otro relámpago alumbraba los cielos. Habían pasado ya algunos días desde que aquel extraño muchacho lo había visitado por primera vez, en su balcón, y había asesinado a su mayordomo de una manera un poco peculiar. Desde ese momento se había quedado con un sólo pensamiento. Su hermana Allori.

Durante tantos años sintió un enorme rencor hacia ella. Hubo un tiempo en el que nadie supo del paradero de su hermana. Por momentos, Patrick llegaba a pensar que se había ido con algún novio y jamás regresaría, lo cual lo llenaba de entusiasmo y alegría, ya que sin ella, él heredaría el imperio empresarial de sus padres. Sin embargo, en cuanto la noticia de que su mejor amiga, Dianne Brown, había muerto, Allori reapareció.

El tiempo paso, y su hermana parecía estar moviéndose en las sombras debido a los secretos que guardaba, hasta que finalmente, un día decidió compartir aquellas vivencias con él. Patrick llegó a entender que Allori no había huido con un novio, sino que había estado sumergida en el dichoso, mítico y popular Triángulo de las Bermudas. Al principio no le creyó, pero conforme fue escuchando sus anécdotas y el entusiasmo de ella al contarlas, supo que lo que su hermana intentaba decirle era verdad. Y sentía las ganas de ir.

Desgraciadamente, así como Allori había abierto su corazón al contarle sus experiencias y la existencia de una Isla que no debería existir, así también le cerró las puertas, indicándole que muy pocos eran capaces de entrar al misterioso mundo que encerraba el Triángulo de las Bermudas.

Hubo una pelea, los dos dejaron de hablarse, y ella volvió a desaparecer. ¿Había regresado a la Isla? No sabía, quizá sí, quizá no, pero el hecho de que no quisiera compartir el secreto de cómo llegar hicieron que Patrick sintiera demasiado recelo, así como rencor y molestias hacia su hermana.

Más de una vez tomó un vuelo comercial que pasara por el mar de las Bermudas, o pagó una cantidad enorme de dinero para que algún marinero decidiera embarcarse a la zona conocida como "El Triángulo del Diablo". Sin embargo, nada sucedió. Ninguna anomalía se presentó, y eso desesperaba más a Patrick. Al recordar las palabras de Allori que indicaban que "muy pocos eran capaces de entrar al misterioso mundo que encerraba el Triángulo", Patrick descubrió que tal vez él era del gran porcentaje de personas que nunca podría entrar. Y eso lo sumió en una ira bastante grande en contra de su hermana.

Ahora estaba lo suficientemente distraído como para pensar en ello. Observaba con mucha atención las imágenes que ahora circulaban en la red. Asesinatos que habían tenido lugar a lo largo de Estados Unidos. Ataques a gente que era dueña de empresas, tierras, compañías y quien sabe qué tanto más de gran prestigio. Cualquier otro hubiera contratado a todo un equipo de seguridad para evitar ser parte de la cacería, pero Patrick sabía quién había sido el autor, y porqué había llevado a cabo tales homicidios.

Patrick estaba a salvo.

—¡Miren nada más quién es! —una voz de un muchacho lo sobresaltó de un segundo a otro—. ¡Patrick en persona!

—Hola, Ben —musitó él.

Ben había aparecido bajo un fuego negro que emergió de la chimenea de su penthouse, y al juzgar por lo feliz que estaba, algo había hecho. Algo terrible, pero que al mismo tiempo era bueno para él.

—¿Cómo van nuestros queridos amigos pesqueros? —preguntó Ben con mucho entusiasmo, acercándose a su mesa y tomando una copa llena de una bebida de color azul oscura. Sin duda, era el trago de Patrick—. ¿Puedo?

—Sí, adelante.

—¡Gracias!

Ben terminó la copa de un solo trago, y después de eso, azotó la misma sobre el escritorio.

Tinieblas [Pasajeros #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora