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—Qué historia tan extraña —comentó James después de una hora de haber escuchado que el hombre que estaba frente a él era la misma persona que los había recibido en la Isla, que los había guiado por sus misterios y que, sin duda alguna, les había abierto los brazos para que se quedaran en el Triángulo una vez que toda aquella locura terminara de una vez por todas.

—Bastante profunda —corroboró Owen—. Te prometo que... en cuanto vi que Dylan apareció en la Isla, huyendo de los hocicortos junto con Matt, supe que el Triángulo tenía un enorme propósito, no sólo en mí, sino en él también. Una madrugada que jamás olvidaré.

—Sigo sin entender qué diablos es eso de... futuro inexistente —Chase rompió el silencio.

—Imagina que... estás escribiendo un libro en tu computadora, y cuando lo terminas, tienes un total de doscientas hojas —explicó Owen, levantándose para que también Han, Allori, y Luna recién despertada, pudieran escuchar todo con sumo cuidado—. Pero en un momento, decides borrar las últimas cien de ellas, para luego reescribirlas de otro modo. Lo mismo sucedió con mi vida, y con la de Dylan. Los dos tenemos las primeras cien hojas, nuestros primeros veinte años de vida. Pero en un punto... Dylan tomó la decisión de no cometer mi error en la página ciento uno. Eso cambia absolutamente las otras noventa y nueve que yo eché a perder.

—¿Eso no te hubiera borrado a ti también? —preguntó Chase—. Ya sabes... si el Triángulo borró todo eso, eso debe incluirte a ti, ¿no?

—Eso fue lo que llegué a pensar —indicó Owen—. Comencé a instruir a Dylan en todo lo que sabía, porque si la Pirámide estaba en lo correcto, él tomaría mi lugar. Él y yo somos el mismo. Intuí que, en cuanto él tomara el camino que yo no tomé por mis errores, el Owen que ahora está frente a ti dejaría de existir.

—¿Y eso nunca pasó? —preguntó James, aún bastante pensativo.

Owen negó con la cabeza.

—No entiendo cómo fue que sucedió, pero pasé a ser un ser atemporal.

—¡WOW! —bramó Chase, soltando el plato que tenía en sus manos, junto con unas cuantas galletas—. ¡Algo así como...!

—Chase, ¡te lo advierto! —gruñó Owen—. La última vez que vi a Dylan fue en su departamento, después de haber derrotado a Bill, de salvar la Isla, de mantener al Triángulo a salvo. Si seguimos la línea temporal de la dimensión a la que él pertenece, y por ende yo también, eso sucedió hace un mes.

—Odio los términos temporales que cambian tan rápido como mi economía —murmuró Han.

—Pero según tengo entendido, en la Isla han pasado tres años, así que... para Dylan ya pasó un tiempo.

—¿Qué fue lo último que viviste con él?

—Despertó en su apartamento de lujo, muy parecido al que yo tuve con mi hermano, y... sostuvimos una plática con respecto a lo que había sucedido. Ese mismo día, Dylan iba a partir a la Isla con Bradley.

—¿Quién es Bradley? —preguntó Han.

—Bill —respondió James—. ¿También se cambió el nombre? ¿De Bradley a Bill?

—Un tonto cómic, que por cierto es muy bueno —se bufó Owen—. El punto es que, con anterioridad, Dylan ya le había hablado a Bradley de la Isla, del Triángulo, y Bradley comenzó a denotar que le interesaba aquél lugar. Igual que Bill. Estaban siendo un reflejo perfecto uno del otro.

—Si Dylan lo permitía, volvería a vivir lo que tú viviste —apuntó Allori.

—Así es —respondió Owen—. Después de la plática donde le explicaba las causas, y todo el poder que llevaría ser líder del Triángulo, Dylan rechazó a su propio hermano. Yo estuvo presente. Bradley reaccionó casi del mismo modo en el que Bill había reaccionado. Por fortuna, el hermano de Dylan todavía no experimentaba la oscuridad y las Tinieblas, como lo había hecho su contraparte.

Tinieblas [Pasajeros #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora