" Ana: la oración de una mujer acongojada" parte 2.

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1° de Samuel 1: 11-20.

" Por la noche durará el lloro,  y a la mañana vendrá la alegría ".
Salmo 30:5.

Cuando estamos atravesando periodos largos de crisis, sentimos como que estamos caminando en el desierto,  pero no terminamos de caminar, nos desesperamos y nos llenamos de Ansiedad, preguntando:
¿ Hasta cuando se acabará esto?

Pues Ana así se sentía, mal, triste, deprimida, desesperada, la situación en su vida estaba mal, pero ella pudo levantar su vista hacia Dios, quién es " El Padre de toda Consolación ".

Aparte de que ella oró a Dios, le hizo una promesa: " Y te acordares de mi, y no te gusta olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón,  yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza" v. 11.

Tanta era su angustia que hizo una promesa a Jehová.  A nosotros nos pasa igual muchas veces, prometemos a Dios cosas y después nos olvidamos de ellas, recordemos que una promesa a Dios debe ser cumplida con toda la seriedad del asunto.

Pues bien,  la pobre Ana estaba en el Templo clamando a Dios, cuando Elí aparece en escena:
" Mientras ella oraba largamente delante de Jehová,  Eli estaba observando la boca de ella" v.  12.

Y para acabar de rematar el asunto,  Eli había mal interpretado las cosas: pensó que Ana estaba ebria, porque el la había visto con el enfoque equivocado, el externo, así es que ella tuvo que aclararle el asunto:
" Y Ana le respondió diciendo : No, señor mío;  yo soy una mujer atribulada de espíritu;  no he bebido vino ni sidra,  sino que he derramado mi alma delante de Jehová,  no tengas a tu sierva por una mujer impía;  porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora" . V.  15 - 16.

A veces, así somos nosotros, rápidos para juzgar a los demás, sin detenernos a comprender la magnitud  de sus problemas, al contrario;  debemos ser una mano amiga para todo aquel que esta sufriendo.

" Eli respondió y dijo : ve en paz, y El Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho".
V. 17.

El milagro esperado

Cuando buscamos a Dios con todo nuestro corazón,  El nos responde, porque El escucha la aflicción del justo, y eso hace que se renueven nuestras fuerzas por completo. Tal como paso con Ana.

Volvió a su casa, con una tremenda paz en su corazón, a pesar de los problemas que pudo haber tenido, regresó con la fé, de que Dios la habia escuchado, y así fue efectivamente.

" Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, diò a luz un hijo,  y le puso por nombre Samuel, diciendo : por cuánto lo pedí a Jehová ".  V. 20.

Y finalmente,  ¿ Que podemos aprender del desaliento de Ana?

El antídoto es el siguiente:
Digale a Dios como se siente realmente y deje sus problemas con El, luego, confíe en el apoyo de buenos amigos y consejeros.

Conforme al corazón de Dios _ Volumén 1( el origen) ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora