Saúl entra en escena, parte 1

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1° de Samuel 9: 1-16.

Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita. Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo. Y se habían perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve a buscar las asnas. Y él pasó el monte de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron. Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, abandonada la preocupación por las asnas, estará acongojado por nosotros. El le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino. Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos? Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino. (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.) Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios. Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente? Ellas, respondiéndoles, dijeron: Sí; helo allí delante de ti; date prisa, pues, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto. Cuando entréis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis. Ellos entonces subieron a la ciudad; y cuando estuvieron en medio de ella, he aquí Samuel venía hacía ellos para subir al lugar alto. Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo: Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí.
1 Samuel 9:1-16

"La mayoría de los gobiernos comienzan por la ambición de un príncipe que codicia gobernar,  pero la monarquía de Israel comenzó por la ambición de un pueblo que codició ser gobernado. "

( Mathew Henry,  Libros Históricos de Josué a 2° de Samuel).

Es curioso como empieza El Reino de Israel,  y más curioso aún,  como llegó Saúl al Trono: no había algo extraordinario o de mérito propio que lo haya llevado hasta allì,  como lo podemos ver en otras historias de reyes de la Antigüedad, sino algo que quizás,  resulte simple a nuestros ojos, pero no a los de Dios.

En primer lugar,  se nos da una breve descripción en el v. 1 de su linaje, procedía de la Tribu de Benjamín.  En el versículo 2 se nos dice como era físicamente Saúl : no había otro hombre más hermoso que este en todo Israel,  algo que, como veremos en capítulos más adelante,  era como " el cartón " y no había nada por dentro suyo.  Así somos a veces,  como personas nos dejamos llevar por lo exterior,  por lo superficial,  y eso es pasajero en este mundo.

Su reino comenzó con algo tan simple: ir en busca de unas Asnas perdidas de Cis,  su padre.  Así actúa Dios: de comienzos pequeños,  hace cosas enormes.
En los tiempos Bíblicos, las asnas eran animales multiusos : eran los camiones de carga, usados como transporte,  arrastre y para tareas agrícolas,  eran considerados de primera necesidad.  Probablemente el padre de Saúl era Rico.

Buscaron esas asnas en toda la región de Efraín y de Benjamín,
el y su criado, abandonaron esa búsqueda por un momento, pensando que, a lo mejor,  había algo más en todo ese asunto.

Pero el mismo Criado le dice,  qué vayan y consulten a un varón de Dios que ha llegado a la Ciudad,  y todo lo que El dice,  se cumple. Fueron en búsqueda de ese varón de Dios,  y fueron a recorrer todo ese camino,  hasta que salió a su encuentro Samuel.

Pero lo más extraordinario,  es que Dios ya sabía acerca de este encuentro : que de el,  saldría coronado el primer rey de Israel. Y en ello,  vemos la misericordia de Dios una vez más con su pueblo,  " porque el había oído el clamor de su pueblo".

Lo que podemos aprender de estos versículos:

1. Dios usa lo cotidiano, lo simple, lo monótono de la rutina diaria, para sacar lo extraordinario.  A veces Dios usa esa palabra " rutina", para forjar el carácter en nosotros,  quiere ver si, de las cosas pequeñas,  estamos ya listos para las cosas grandes. Como ya lo he mencionado en capítulos anteriores.

2. Tenemos que ver el propósito de Dios en todo lo que hagamos. El usa cada circunstancia de nuestra vida para sacar algo bueno de eso.

3. Cuando sintamos alguna inquietud con respecto a nuestro camino en la vida,  debemos consultar primero a Dios sobre que camino debemos tomar o que hay que hacer.  Es curioso, que el que tomo la iniciativa fuera el criado de Saúl y no el propio Saúl,  en ir a Consultar al varón de Dios, indicándonos con esto que,  Saúl carecía de Espiritualidad, ignoraba acerca de los asuntos de Dios.

Conforme al corazón de Dios _ Volumén 1( el origen) ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora