Y murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David, y se fue al desierto de Parán. Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en el Carmelo, el cual era muy grande, que tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció hallarse esquilando sus ovejas en el Carmelo. El nombre de aquel varón era Nabal, y el nombre de su mujer, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia; mas el hombre era duro y de malos hechos; y era del linaje de Caleb.
1° de Samuel 25:1-3
Hay una frase que veo a veces publicada en facebook que dice : " a veces es mejor tener paz que tener la razón ", y eso es cierto.
Nos gusta ser personas que queremos demostrar a toda costa que nosotros estamos en lo cierto y los otros no, y aunque pareciera justo, a veces estar constantemente a la defensiva no nos lleva a ningún lugar. Hay que saber dominar y tener bajo control esa fuerza en nosotros, porque, aunque estemos siendo atacados, como lo dije en el capitulo anterior, es mejor esperar y guardar silencio ante Dios, que explotar y tomar la venganza por nuestros medios, y eso paso aquí.
Nabal, hacía honor a su nombre, el cual significa " necio ( el que esta sin Dios) ", era un hombre lleno de muchas riquezas, lujos, mucho ganado, con una esposa hermosa como Abigail, pero era malo y cruel.
Samuel había muerto ya, y David se fue al desierto con su banda de 600 hombres, y protegían los rebaños de posibles ladrones y otros grupos que andaban en los desiertos merodeando. Era el tiempo en que se esquilaban a las ovejas, y David y sus hombres habían estado protegiendo la fuerza de trabajo de Nabal y parte de su prosperidad se la debían al trabajo de David. Las Escrituras dicen " el obrero es digno de su salario", y las Leyes laborales actuales que protegen a los trabajadores para garantizar su estabilidad y el pago de su salario.
Pues bien, Nabal era un mal patrono, ya que no reconoció lo que David había hecho por el, que era cuidar sus animales y su gente .
Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre, y decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes. He sabido que tienes esquiladores. Ahora, tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel. Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David. Cuando llegaron los jóvenes enviados por David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron. Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo: ¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores. ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son?
1° de Samuel 25: 5-11.
Nabal era un hombre egoísta, que no sabía darle valor a las personas. Cuantas veces no actuamos de esa manera, no solemos agradecer lo que otros hacen por nosotros, no sabemos reconocer lo que hacen por nosotros. Pidamole a Dios que llene nuestro corazón de gratitud hacía los demás.
Pues bien, la respuesta de Nabal, enfureció a David completamente, y el iba a prepararse para hacer justicia con sus propias manos. 401 hombres, todos armados y hambrientos iban rumbo a la casa de Nabal a darle muerte.
Así tendemos a actuar nosotros, cuando cometen injusticias en nuestra contra, el enojo, una emoción poderosa si no se sabe dominar a tiempo, nos lleva a cometer muchas veces actos que después vamos a lamentar y nos llevarán seguramente, o a la cárcel, o a la muerte. Pidamole al Señor que nos ayude a dominar nuestras emociones.
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Conforme al corazón de Dios _ Volumén 1( el origen) ®
SpiritualEl relato de la vida de David, el más grande rey que Israel tuvo en todos los tiempos, su historia y enseñanzas perduran por todos los siglos, y pueden ser aplicadas en nuestros días. Basada en los libros de 1° y 2° de Samuel y 1° de Reyes.