Capítulo cuatro. (DANIEL)

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Capítulo 4.

-... estos cinco años que te fuiste, fueron los mejores de mi vida.

Después de que dijo eso, sonrió. Más no era la espléndida y hermosa sonrisa suya, no era esa sonrisa que me cautivaba.

Era una sonrisa en la que podía leer "Realmente me gustaba más cuando no estabas"

Ante esas palabras me tensé. Yo era un idiota, ¿Así era como esperaba conquistarla?

Sus palabras me herían como si fueran cuchillos, eso me hacía sentir débil. Y no me gustaba ser débil. No ante Ashley.

-Uh, estás mal. Fueron cinco años y diez meses, lo que equivale a setenta besos, nena -la guiñé un ojo.

¡Diablos! ¿Por qué no podía parar de ser tan estúpido llamándola "nena", cuando sabía lo mucho que ella odiaba que la llamaran así?

Bien Daniel. En vez de hacer que te quiera, harás que te odie. Genial.

-Ugh, ¡¿Lo ves?! Ni siquiera cinco años fuera de aquí pueden hacer cambiar a ser un poco menos idiota, ¡no vuelvas a llamarme "nena" en todo lo que queda de tu horrible existencia! -gritó, y salió de su cocina echa una furia.

Rodé los ojos, no por ella y su justificado mal temperamento. Sino por mí, ella tenía razón; yo era un idiota.

-¡Aaaaaashhhhhleeeeey! -llamé. Y la única respuesta que obtuve fue la de la puerta de su habitación cerrada de un portazo.

Lo único que hice fue girar sobre mis talones y volver a la cocina a terminar esos condenadamente deliciosos waffles.

-Oh, Daniel, ¿aún sigues aquí? -la madre de Ashley, acaba de entrar en la cocina, poniéndose un arete y me había visto comiendo, aún- Oh, lo siento si sueno un poco grosera, no es mi intención.

-Sí, no se preocupe, señora Hootking. Quería ayudarle a meter sus últimas maletas o cajas, y esas cosas -mentí-. Y dado el caso de que la conozco desde que tenía cuatro años, y de que no la ha visto en cinco años y diez meses, no sé, me preguntaba si, quizá, me podría quedar hasta que si coche saliese de la acera. Quiero despedirme de usted y de su esposo de una manera apropiada -Volví a mentir. Aunque parte de eso era cierto, pero lo que más me importaba era que quería poder estar un momento con Ashley a solas.

-Oh, Daniel. Me harás llorar -dijo mientras palpaba sus párpados inferiores para intentar saber si se le había escapado aluna lágrima-. Realmente me gustaría que Ashley se comportara como tú -dijo, en ese momento me sentí culpable y muy mal por haberle dicho eso, aunque había verdad, también había mentira-. Pero siempre está encerrad en su habitación escuchando música o leyendo. Quizá no lo parezca, pero es evidente que este tiempo que te fuiste, ella te extrañó. Y nosotros también, por supuesto. Ella a veces puede ser un poco temperamental contigo, pero nadie me hará olvidar ese primer año en el que tú no estabas. Y ella estaba decaída, siempre mirando por las ventanas de la sala de estar o desde su habitación, siempre viendo en dirección a tu casa. Pasados unos minutos, ella suspiraba derrotada, y se alejaba resignada de la ventana. Supongo que comprendió que realmente no volverías en años -me quedé callado todo ese tiempo, pensando en lo que la señora Hootking decía, ¿era posible que Ashley... me quisiera? ¿Aunque fuese un poco? -. Yo sé que nunca se llevaron bien, pero siempre me di cuenta de cómo la mirabas, con cariño, con admiración. Con amor, no estoy ciega, cariño. Ella es muy despistada, demasiado realmente, así que no esperes que se dé cuenta de un día para otro -sonrió con dulzura- ¿Aún la quieres, Dan? -preguntó pasados unos minutos.

-Jamás la he dejado de querer -dije. Y realmente era sincero. No mentiría cuando el tema se trata de mis sentimientos hacia Ashley. Entonces añadí -: Nunca he querido a alguien como la quiero a ella. Verdaderamente, ni siquiera creo posible el hecho de que yo vaya a querer a alguien más como la quiero a ella.

70 besos por un juego de botella. -Lena WestpergtⒸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora