Capítulo 8.
- ¡Papáááááá! -exclamé cuando abrí la puerta de la cochera y lo vi charlando con mi madre.
Me encantaba la pareja que hacían mis padres. Siempre estaban juntos, apoyándose el uno con el otro. Y la forma en que mi padre mira a mi madre era tan... Romántica y cautivadora.
Con solo ver la forma en cómo la mira, puedes darte cuenta cuánto la ama. Y ella a él. Su mirada se vuelve suave, dulce. Vulnerable.
Alguna vez me gustaría que me mirasen así.
- ¡Heeeeeeey! -respondió papá.
- ¿Qué hay de nuevo? -pregunté abrazándolo.
-Nada, ya nada. Ya está todo listo para irnos -dijo alborotándome el cabello... Aún más-. Oye, ¿Tú también escuchaste esos gritos? Dios mío, espero que no hayan matado a alguien.
Oh Dios mío. Ellos lo habían escuchado, habían escuchado toda mi conversación con Ethan.
- ¿Ah, sí? -pregunté intentando sonar lo más normal posible.
-Sí, creo que fueron los vecinos, de ellos no me sorprendería.
-Oh, sí. Sí. Seguro fueron ellos -dije restándole importancia con un gesto.
-Bueno, nena -dijo papá despacio. El que dijera "nena" me hizo recordar a Daniel. Y recordar a Daniel me hizo recordar lo que estábamos haciendo apenas unos minutos atrás. Sentí mis mejillas arder-. Es hora de irse.
Papá entró al auto y lo encendió. En ese momento Daniel apareció por la puerta, estaba muy sonriente. Me miró y su sonrisa se ensanchó.
Estaba segura que mi cara no podía arder más.
-Hey, Daniel -saludó mi padre.
-Buen día, señor Hootking -respondió él con un asentimiento de cabeza a modo de saludo.
-Lily me dijo que viniste a ayudar, muchísimas gracias por el apoyo -agradeció papá.
-De nada. Siempre es un placer servir a ustedes.
-Qué buen muchacho. Ese internado te hizo bien -papá asintió para sí mismo-. Quizá a Ashley le caiga bien estar ahí un par de años.
Abrí los ojos como platos. Oh no, jamás.
-No, no, no -negó Daniel. Quizá demasiado rápido y pronto puesto que negó al tiempo que papá terminaba la frase-. Quiero decir, no porque, es un internado para HOMBRES. No creo que quieran dejar a Ashley en un lugar lleno de hombres morbosos y eso -aclaró.
Sí, como él comprenderá.
-Oh. Por eso no nos preocupamos. Estamos muy seguros de que tú la cuidarías muy bien -dijo papá guiñándole.
¿De qué me perdía?
Me volví a Daniel y... Espera, ¿Eso era un Daniel Woodley... con las mejillas sonrosadas? ¡Oh por Dios! ¡Sí! ¡Sí lo era! ¡Diablos sí!
-Yo... Ah... Sí pero... Uh... -tartamudeaba- uh, yo ya no estoy en el internado -cambió su peso de un pie a otro, como si estuviese incómodo por lo que papá dijo.
-Oh, no. Tampoco nos preocupamos por eso - papá le restó importancia-. Sabemos que tú no la dejarías ir sola a algo como eso.
Papá miró a mamá y ella asintió a la vez que miraba a Daniel, como diciéndole con la mirada "¿No es así, Dann?"
Miré a Daniel y no pude evitar que una pequeña risita se me escapara por los labios.
Él. Estaba. Jodidamente. Ruborizado.
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70 besos por un juego de botella. -Lena WestpergtⒸ
Teen Fiction》 De pronto tomó mi rostro en sus manos, y me obligó a verlo. Mas no de una forma brusca, si no bastante suave y tierna. -No quiero abandonar a la única persona a la que amo, no de nuevo -dijo viéndome a los...