Capítulo 3.
“Pero ten por seguro, que cuando regrese, no te cobraré solo un beso. Si no uno por cada mes que esté fuera.”
Esa última frase recorría cada rincón de mi mente mientras desayunaba… más bien, jugueteaba con la comida. Mamá se molestaría mucho.
Daniel comía los waffles indiferentemente. Podía ver cómo en las comisuras de su boca tiraba una pequeña sonrisa.
Idiota, pensé.
De pronto me estaba viendo, pero fijamente. Casi sin pestañear.
Estaba moviendo los labios, como si dijese algo, solo que no prestaba la suficiente atención como para escucharlo.
—¡ASHLEY! —escuché que gritaron.
Me sobresalté demasiado, tanto que casi me caigo del taburete en el que estaba sentada hacia unos segundos atrás.
—¿Qué? —pregunté saliendo de mi aturdimiento.
Pude escuchar cómo Daniel luchaba por sofocar una risotada.
—Te pregunté que por qué no has probado tus waffles —la voz de mi madre resonó en la cocina, volteé la cabeza hacia la derecha y la encontré cruzada de brazos.
—Sí, Ashley. ¿Por qué no los has probado? Están bastante buenos —Dainel habló ahora, al tiempo que se metía otro trozo de waffle a la boca.
—Oh, uh ammm, no tengo mucha hambre —me excusé.
—Bien, bien. No es la hora que acostumbras a desayunar… o a levantarte siquiera —razonó—. Bueno, iré a empacar las últimas cosas. Termina de desayunar, Daniel. Gracias por la ayuda.
—De nada, señora Hootking. Fue un placer.
Mi madre salió de la cocina, y nos sumergimos en un silencio un poco incómodo, al menos de mi parte sí después de su última declaración.
Lo miré detenidamente, su forma despreocupada de sentarse. Cómo se demoraba en dejar el tenedor en su boca. Lo lento que comía…
—Si me tomas una foto te dura más, ¿sabes? —dijo Daniel cuando notó que lo estaba observando. Comenzó a reír.
—¿De qué estás hablando? —pregunté intentado sonar inocente. Me removí incómoda en el taburete.
—Me estabas comiendo con los ojos —aclaró—; veo que sigo atrayéndote como a un imán, preciosa.
—¿Estás bromeando, no?
—No. ¿Por qué bromearía con lo que siempre ha sido evidente? —alzó las cejas.
—¿Qué es lo que siempre ha sido evidente? ¿Qué eres un gigoló, además del idiota más grande de todos los tiempos? —alcé las cejas, imitándolo.
—¿Sabes? Ya extrañaba ese loco sentido del humor tuyo —sonrió.
—Me encantaría decir lo mismo… oh espera, en verdad no me encantaría. Puesto que ciertamente, estos cinco años que te fuiste, fueron los mejores años de mi vida —sonreí de vuelta.
Era completamente visible cómo se había tensado con mis palabras.
La única pregunta que parecía encajar con todo era; ¿Por qué?
Odiaba a Daniel; sí. Pero el que se tensara con mis palabras me desconcertó un poco. ¿Por qué mis palabras lo “lastimarían”? Era él el que en todo caso me lastimaría a mí.
Claro, suponiendo que yo fuera tan tonta como las otras chicas.
Seré idiota, pero no tanto.
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¡Hola!
Ya sé que me extrañaron, y que me quieren matar por haber tardado tanto.
Pero tengo una buena razón; un gran amigo mío murió el martes, había estado muy enfermo los días anteriores, y bueno. Sigo un poco mal.
Sumémosle que mi mejor amigo no me da bola desde el miércoles, y es cuando más lo necesito. :(
Pero bueno, no las quiero preocupar, y por eso les di este capítulo, quizá sea corto y lo siento.
Y por eso las recompensaré con un adelanto del capítulo Tobias, o sea el 4, g. Divergentes entenderán.(?
Se han felices, porque el capítulo cuatro ESTARÁ NARRADO POR DANIEL.
------------------------------- A D E L A N T O; CAPÍTULO 4 ------------------------------------------
"—¿Aún la quieres, Dan? —preguntó la señora Hootking.
—Jamás la he dejado de querer —dije. Y realmente era sincero. No mentería cuando el tema se trata de mis sentimientos hacia Ashley. Entonces añadí —: Nunca he querido a alguien como la quiero a ella. Verdaderamente, ni siquiera creo posible el hecho de que yo vaya a querer a alguien más como la quiero a ella."
Espero que les guste el adelanto.(:
Twitter: @lenawritesbooks <<<<<<<< Síganme, mundanos, ah(?
¡Nos leemos el próximo viernes!
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70 besos por un juego de botella. -Lena WestpergtⒸ
Teen Fiction》 De pronto tomó mi rostro en sus manos, y me obligó a verlo. Mas no de una forma brusca, si no bastante suave y tierna. -No quiero abandonar a la única persona a la que amo, no de nuevo -dijo viéndome a los...