—¡Ashley! —gritaba alguien. No sabía si era en mi sueño o no.
—¡Ashley! —volviendo a gritar un minuto después.
—¡ASHLEY HOOTKING DESPIERTA EN ESTE MISMO INSTANTE! —ahora no sólo me gritaban, me estaban zarandeando y me obligué a abrir los ojos.
La luz del día se filtraba por las cortinas, parpadeé un par de veces para adaptar mis ojos a la nueva luz, y mi padre apareció.
—¡Oh, hasta que la señorita se digna a despertar! —alzó las manos al aire— Espero que hayas dormido bien y que lo hayas disfrutado. Disfruta esta semana para despertar tarde, porque a los Woodley les gusta más despertar temprano… y no creo que por ti vayan a hacer una excepción. —fue directo hacia las ventanas y corrió las cortinas aún más, si es que eso se podía.
—Oye, oye, ¿qué tienes que ver los Woodley conmigo? —pregunté frotándome los ojos.
Los Woodley eran nuestros vecinos de enfrente, parecían muy buenas personas, y realmente lo eran. Omitiendo a su hijo Daniel, entonces eran una familia perfecta.
Daniel era el típico chico al que no le importaba nada ni nadie. Se metía en problemas, pero por arte de magia siempre salía ileso de éstos. Al que los compromisos no eran para él, él era más bien de cosas pasajeras, jamás tomaba algo enserio. Siempre quería ser el centro de atención, y con ese cabello negro azabache siempre desordenado y sus ojos grises todo el tiempo logró serlo. ¿Y cómo no? Siempre iba despreocupado, siempre con esa sonrisa fácil y torcida de soy—mejor—que—tú—y—todo—este—lugar, sonriéndoles a todas las chicas e inmediatamente todas se derretían ahí mismo, en donde quiera que estuviesen, todas parecían tener piernas de gelatina. Tontas chicas urgidas.
O al menos hasta los 14 años, eso es lo que recuerdo de él. Ya no lo veo más, ¡Gracias a Dios por eso! Y nunca supe si cambió o no, así que sigo con esa imagen de él.
—Oh nada, no tienen nada que ver contigo, excepto que te quedarás todo el verano con ellos mientras mamá y yo nos vamos a visitar a tu tía Stacy, a menos que quieras estar todo el verano en Oklahoma quitándole los cayos de los pies. —dijo alzando las cejas.
Oh, genial. Ninguna de las dos me gustaba.
Quedarse con los Woodley; pros: la señora Woodley cocinaba delicioso. Toda su familia era simpática conmigo, quitando a Daniel, claro. Pero desde que tenía 14 se había ido a un internado, ya habían pasado 5 años, así que no creo que de pronto se aparezca de nuevo. Contras: Daniel. Pero sin Daniel, no contras.
Ir con la tía Stacy; pros: nada. Contras: TODO.
Realmente, la opción de un verano con los Woodley era mejor que la opción de la tía Stacy. Sin Daniel desde hacía 5 años, mi vida era más tranquila, así que, sin Daniel, no malestar. Pero la tía Stacy a sus 63 años, era un caso perdido, ¡Y me obligaba a quitarle los callos de los pies! Era asqueroso.
—¡No! Voy a… voy a quedarme en casa de los Woodley —gruñí e hice una mueca.
—¡Demonios, Ashley! Ahora yo tendré que quitarle los cayos a la tía Stacy —imitó mi mueca.
No pude con eso, comencé a reír a carcajadas. Me imaginaba a mi padre quitando los cayos de la tía Stacy.
—No olvides que le gusta que después de quitarle los cayos, le laven los pies en agua caliente —dije entre risas.
—Bien, no lo olvidaré; disfruta esta semana. Nos veremos cuando el verano termine —dijo antes de cerrar la puerta mientras salía.
Y así comenienza la historia...
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Bueno, ¡Hola! Soy Lena Westpergt, y bueno, espero que le esté gustan la historia, quiero decirles que sus comentarios me estrujan el corazón, real.
PD: Les dejo un adelanto del segundo capítulo;
"...Bajé a la sala de estar y había maletas en la puerta. Me dirigía a la cocina, estaba apunto de entrar cuando una sombra blanca venía en mi dirección como una exhalación y lo último que supe era que estaba tendida en el suelo mientras Lou lamía mi cara.
—Hola tú —dije mientras acariciaba su cabeza.
—Oye, no me vas a dejar nada. Fuera perro.
Me sobresalté al escuchar esa voz gruesa pero a la vez aterciopelada, ¿era posible eso a caso? Esa voz se me hacía familiar, no había escuchado esa voz en 5 años desde que se fue a un internado. Levanté la cabeza suplicando mentalmente porque no fiera quien creía que era... Pero como siempre, yo jamás tenía suerte y frente a mí estaba Daniel Woodley. Mi pesadilla había vuelto."
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70 besos por un juego de botella. -Lena WestpergtⒸ
Novela Juvenil》 De pronto tomó mi rostro en sus manos, y me obligó a verlo. Mas no de una forma brusca, si no bastante suave y tierna. -No quiero abandonar a la única persona a la que amo, no de nuevo -dijo viéndome a los...