Siempre en mi corazón

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  PV Tom

   Después de pasar aquella noche, por la mañana decidí no levantarme, no tengo fuerzas, no tengo ganas ni de abrir los ojos, no quiero ver el mundo en el que vivo, no quiero ver el infierno que me rodea, estoy cansado, dolorido, triste....Solo quiero despertar de esta pesadilla, solo quiero que toda esta tristeza desaparezca, solo quiero que todo vuelva a ser como antes pero nada de esto ocurrirá, ya nada de lo que quieres ocurre, ya no suceden cosas felices de las que valga seguir viviendo, a veces preferiría desaparecer de este mundo, dejar de respirar este sucio oxígeno y dejar liberaros a mis ojos de las dolorosas lágrimas que los acompañan día y noche, sin descanso, estoy harto de sufrir, estoy harto de perder, estoy harto de ya no hacer lo que podía hacer antes.

    Aquella tarde Erika, mama y yo partímos hacia Berlín, aunque no pudiéramos recuperar su vida, al menos queríamos despedirnos de su cuerpo, lo único que quiero es poder abrazarla por última vez, verla, y aunque no me oiga decirle que le quiero y que la querré siempre porque es la mejor hermana del mundo y nunca desaparecerá de mi triste corazón. El viaje fue largo y triste, no decíamos nada, cada uno estaba encerrado en sus pensamientos, los cuales eran tristes y dolorosos. Mi madre no paraba de mirar por aquella sucia ventana, de sus ojos solo salían pequeñas gotas de agua, mi hermana no paraba de tocarse el pelo mientras observaba a los demás mientras sus ojos están de color rojo de tanto llorar. Yo en cambio observaba el oscuro suelo, no quería ver nada más de este mundo, solo esfumarme con ella.

  Al llegar a Berlín me sentí débil, pensar que ese era el lugar donde había muerto mi hermana, donde había dejado de respirar, donde había dejado de soñar, aquel lugar me parte el alma si no la hubiéramos dejado marchar aún estaría con nosotros.

  Cuando llegamos al hospital los padres de Fiona nos estaban esperando. Gracias a ellos podíamos enterrar a mi hermana, si ellos no hubieran dicho quien era a lo mejor ni siquiera nos hubiéramos podido despedir de su cuerpo. Mi madre los abrazó tristemente mientras Erika y yo los observábamos. Más tarde nos llevaron a la habitación donde se encontraba Diana. Al entrar vimos que estaba encima de una cama cubierta con una sabana blanca, Erika decidió salir decía que prefería recordarla viva, mi madre me pidió que saliera, que mejor yo tampoco la viera pero yo decidí que no, quería observarla por última vez. Ella se sentó al lado de ella y estuvo un rato rezando, más tarde se levantó y me dijo

  -Hijo rézale un poco y luego sal, yo me voy fuera

  Entonces me dio un ligero beso en la mejilla y salió. Yo prefería estar solo, mi madre me había ordenado que ante todo no levantase la sabana, pero necesitaba verla por última vez. Cuando me acerqué a ella en vez de ponerme a rezar levante la sabana lentamente hasta conseguir ver su rostro. Entonces comenzé a llorar como nunca antes lo había echo, aquella imagen me impactó mucho. Ella está muy fría y su color ha desaparecido, también esta llena de quemaduras y contiene algún golpe. Me acerqué a ella lentamente y bese su dañada frente, mientras dejé que algunas de mis lágrimas cayeran sobre su rostro. Más tarde me senté a su lado y sujete su fría mano con fuerza.

  -Querida hermana se que ya no me sientes, se que ya no me oyes, se que ya no me ves pero quiero que sepas, estés donde estés que nunca te olvidaré que nunca dejaré de quererte y que siempre serás la mejor hermana del mundo.

  Dicho eso la abrazé con todas mis fuerzas quería sentirla por última vez, quería despedirme de ella aunque ella ya no este viva.

  Más tarde la volví a cubrir con la sabana blanca y salí de aquella habitación. A la salida abracé a mi madre, ella me arropo con sus brazos.

  Al día siguiente fue el entierro, fue un día triste para todos. Ver como mi hermana desaparecía para siempre, ver que ya no la podría abrazar fue muy doloroso. Al menos estaba junto a su mejor amiga y nunca estaría sola. Ella siempre había querido vivir en la capital, hacer una vida allí, al menos ahora estaría bajo ella para siempre.

  Cuando volvimos a casa no dijimos nada, todo esto era mucho para nosotros, en estos momentos deseaba con todas mis fuerzas que mi padre volviera de la guerra para poder abrazarlo y decirle cuanto le echo de menos. Espero que con el paso del tiempo vuelva y nos ayude a superar estos momentos tan tristes para nosotros.

Cartas de un judioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora