—Caroline, ¿qué rayos estuviste haciendo tanto tiempo? ¡Se supone que lo deberías de hacer solo un rato! No dos horas.
—Me extravíe —repliqué, sonrojada—. ¿Y? ¿Y Karen?
—Ya la subastaron —soltó un tanto triste—. Ella realmente se quería despedir de ti.
Giré mis ojos hacia el piso, triste ante mi oportunidad de poderle desearle buena suerte y abrazarla. Darle ánimos para cuando tuviera que pisar aquel escenario que estaba repleto de vampiros y de varios espectadores que ya tenían hechas sus compras.
—¿Jade?
—Esta en el escenario.
Miré hacia donde se suponía que pronto subiría. Ahí estaba Jade mordiendo su chicle, intentando no mostrar debilidad ni pánico.
—¡Tres mil quinientos!
—¿Tres mil quinientos? ¿Alguien dice más?
—¡Tres mil setescientos!
—¿Tres mil setescientos? ¿Alguien dice cuatro mil?
—¡Cuatro mil! —gritaron de repente
—¿Cuatro mil a la una, cuatro mil a las dos...? ¡Vendida!
Jade volteó a ver a Karla, pero se encontró con mis ojos primero. Me sonrío, creyendo que lo había hecho. Respiré con fuerza, avergonzada de mi cobardía y tratando de no quebrarme, mis labios mostraron un leve arqueo tímido.
La chica roquera puso unos ojos de sorna y perversión al verme y casi como si esperara mi victoria, hizo la clásica muestra de rock&roll con sus manos y sacó la lengua que tenía un piercing en ella, en señal de buena suerte. La morena le sonrío y le despidió con un gesto militar.
Yo en cambio, le miré con seriedad y levanté una de mis manos, despidiéndome de ella a lo lejos mientras mi cabello largo se balanceaba en el aire helado, seguramente señal de un ya entrante invierno.
—¡Por favor, Señor Mellers, venga a recoger su premio!
Pasé saliva cuando observaba que un vampiro de ojos oscuros iba a recoger su compra. Jade sonrío ante su comprador y me guiñó el ojo. Bajé la mirada. Parecía gustarle la idea de que su comprador fuera todo un modelo de ropa y que se caía de lo bueno que estaba.
Tragué grueso cuando escuché el nombre de Karla como la siguiente.
Me apretó la mano antes de encaminarse hacia el centro del lugar, con una mirada cabizbaja, sin atreverse a mirar a ningún vampiro.
Pude apreciar una lágrima de su rostro que se resbalaba a la hora en que pronunciaban su nombre completo, sus genes y sus actividades favoritas.
—Empezamos la subasta en trescientos ¿Alguien dice trescientos?
—¡Trescientos!
Cerré los ojos y agaché la mirada.
¿Así seria entonces siempre? Nuestros hijos, nuestros nietos. ¿Todos sufrirían de esta manera? De mi rostro, una vena saltada se dió paso entre la sien. Estaba molesta, con todo el mundo, con los malditos vampiros que parecían que jugaban con la vida humana, haciéndonos inferiores.
Miré con reproche como aquella mirada de valentía de Karla se desvanecía al escuchar al tan solo el primer interesado en su cuerpo. Su mirada se fue hacia abajo, escondiendo aquellos ojos que se rompieron en miles de gotas y descendieron con silencio sobre su rostro bronceado.
—¡Mil quinientos!
—¿Alguien dice más?
—¡Dos mil!
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Era vampirica
VampirgeschichtenSe decía que en año 2012 todo se acabaría y así sucedió. Nadie hubiera creído una historia tan loca, pero ahora, es más que un hecho que los vampiros existen. Aquellos que te sodomizan, te compran y hacen de tu cuerpo lo que quieren...