Tan solo recuerdo que mi largo cabello, ahora casi blanco, miraba con cierta confusión como aquel chico de pálida piel y oscuro cabello desaparecía lentamente tras la puerta de la habitación vino. Libre y sin grilletes, con la ligera oportunidad de sentarme en la cama y poder observarme a mi misma... poder observar a mente abierta aquel lugar que veía a Liam cada noche al despertar.
La vida no podía ser más ilógica.
Hacía una semana y media, dormía plácidamente junto al lecho de mi madre. Ahora, todo era distinto. Me habían subastado, comprado, marcado y cambiado físicamente. Me habían dejado a mi suerte y golpeado varias veces. Había llorado en vano y soportado, claramente, múltiples humillaciones no optas para cualquier ser humano.
Y lo más sorprendente de todo era que, en una semana y media, seguía virgen a pesar de lo que me había sucedido... de cuello, labios, cuerpo y alma. ¿Sería ahora tal vez más pura que antes?
Suspiré dándome cuenta de que tal vez era cierto y que posiblemente, ahora mi persona valía el doble. Si nadie me había tocado y Liam no pensaba morderme ¿Qué sería de mí? La sociedad lo descubriría y si es que me regresaban a donde vivía, nadie me vería con buena cara. Mis expectativas divagaban entre peligros de encontrarme a alguien que quisiera tomarme a la fuerza y a mis compañeras apartándome con envidia pura... solo porque ellas no sabrían cual era el ser que me había comprado.
Que falsa libertad me había tocado...
No debía de comprometer mi cuerpo y mi sangre, pero el deseo de poder negar o aceptar ciertas cosas ya no debería de existir en mi mente. Así como lo había mencionado Bryant al partir de mi cuarto, yo debía de mentalizarme como un objeto y no un ser móvil. Tan solo un mueble que había pasado con creces aquella prueba de oro que ninguna chica había superado tras las palabras del vampiro de llamas.
¿Quién diría que nos denigrarían tanto?
Y no era por el hecho de que podían usarme como maquina sexual, reproductora o alimentaria, si no porque, la merced del que ahora me poseía era convertirme en un ser inanimado, incapaz de razonar por sí mismo y ser dependiente del si querían o no alimentarme.
La mera infamia quedó como lamento en el aire, dejándome entonces el divulgar estática entre la cama roja, aprendiendo a no moverme... no solo por el estatus que debía tomar, si no por misma conciencia. Si pisaba el frio suelo, mi esencia se difundiría por toda la habitación y a la larga, Liam me sancionaría.
Por lo que, sin ajetrearme, tan solo miré detalladamente aquel en ser que me sostenía. Sintiéndola bajo mis dedos, sabiendo que aquel ser que era dueño de cada célula mía, dormía en aquel lugar tétrico y callado que en ese entonces, disimulaba despreciarme en silencio por la inusual y poca cordial intromisión que una simple humana como yo, había llevado a cabo al entrar inconsciente mojada sobre el pecho de el amo y señor de todo el castillo blanco.
—¿Qué debería hacer?
Mis palabras ciertamente incómodas relucieron con debilidad en aquel aposento. Era como si yo fuera un pequeño ratón rodeado de siete gatos hambrientos. La locura y el miedo eran evidentes. Mi corazón gritaba que corriera, porque yacía en peligro de ser comida, pero mi miedo a ser descubierta era más grande.
¿Qué pasaría si ocurría el peor de mis escenarios? La respuesta era obvia.
Si no era Bryant, tal vez Liam llegaba de improvisto y las cosas no saldrían nada bien. Lo imaginaba, yo, parada ahí o caminando por los muebles cuando el chico de largo cabello rojo volvía con una mirada moribunda capaz de dañarme o hasta de obligarme el suicidarme.
Así que negué, agitando mi cabeza, aquella nítida ilusión. Sonriendo confiada en que no debía de bajarme de la cama. Debía aceptarlo y ser obediente.

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Era vampirica
مصاص دماءSe decía que en año 2012 todo se acabaría y así sucedió. Nadie hubiera creído una historia tan loca, pero ahora, es más que un hecho que los vampiros existen. Aquellos que te sodomizan, te compran y hacen de tu cuerpo lo que quieren...