Hubo un silencio aún más grande que el silencio mismo. Al terminar de escucharle yo ya no sabía ni que pensar. Evangeline no podía haber sido capaz de aquello. Ella lo había amado, ¿o no? ¿Por qué sentía ahora miedo? Mis ojos no dejaron de mirarle, esta vez, por denotar aquel usual tono de voz tan frío pero ciertamente adolorido que hasta ahora entendía que siempre había pasado por alto.
—Eso no tiene sentido. —Negué con la cabeza incluso cuando le había dejado de ver. No podía darle crédito a lo que me había dicho. Era prácticamente imposible—. No puede… no pudo ser.
Mis manos llegaron directo a mis labios, ciertamente incrédulos y atormentados de lo que mi mente estaba confabulando. ¡Eso no podía ser! Debía haber algo más, algo que incluso Liam estaba dejando pasar. Intenté buscar una salida, algo para contraatacar… pero fue increíble que en segundos releyera su diario en mi mente y que cuando indecisa añadí la última pieza del rompecabezas en mi juego, de mis ojos gruesas y saladas lágrimas salieron disparadas contra mis mejillas pálidas. Por primera vez, sentí lastima por él.
Liam la había amado más que a sí mismo. Lo había dado todo por ella: su puesto en el gran congreso, sus amigos e incluso su vida entera… creo que era por todo eso que aún no podía creer lo que Liam me decía. ¿Sonreírle? ¿Realmente Evangeline le había sonreído a Demetrio? El oficio de la gran duda quedó en el olvido cuando vi la espalda de un Liam deshecho frente a mí.
¿Por qué anhelaba abrazarlo? ¿Por qué ansiaba consolarlo? Mis puños se hicieron más firmes y el nudo en mi garganta más difícil de deshacer. ¿Qué decirle? Me había desarmado por completo.
¿Realmente era importante ahora saber que había visto en el castillo o lo que decía la última hoja de su diario? ¿Merecía la pena hacerle recobrar sus amarguras solo para apaciguar a mi terrible curioseo?
—Quiero que te largues —escuché su voz de una manera casi inaudible.
—Liam, yo…
—Lárgate. —Se volteó a verme. Sus ojos denotaban tristeza y esta vez, soledad—. No te quiero ver aquí.
Nuestros ojos se pelearon en una batalla que no duró más de tres segundos ya que Liam, increíblemente, había perdido a propósito. Me dio la espalda y esperando a escuchar mis pies arrastrarse a la salida, me ignoró por completo.
Miré a la puerta entreabierta llamándome aprisa para que escapara y regresase a la gran vida de la ignorancia pero al contrario de lo que cualquier chica haría, yo me quedé ahí mirándolo; esperando inconscientemente a que se volteara de nuevo y posara aquellos ojos rojos de nuevo en mí. Por alguna extraña razón, mis pies no querían moverse… era como si anhelara que se girase solo para verme e incluso que me gritara para volver a escuchar su voz.
¿Cuándo me había convertido en esta chica tan masoquista que ansiaba un bienestar ajeno?
—Lo siento —solté lagrimeando—. No me puedo ir de aquí… así.
Al terminar de decir aquello pensé por medio segundo que estaba loca. ¿Yo había venido solo a esto, no? A descubrir la maldita verdad para poder dormir. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué no podía irme ahora y ya? ¿Por qué mi corazón se estaba volviendo loco por ver a aquella espalda que no se movía? Me mordí los labios envuelta en un extraño sentimiento de asfixia. Aquella espalda realmente me estaba lastimando demasiado y lo peor de todo es que no sabía el por qué.
—Es solo que yo… —Respiré con fuerza, sin saber realmente lo que quería decir—. Yo solo…
—¿Sabes lo que “no te quiero ver” significa?
A mi cuerpo le dio un escalofrío. ¿No me quería ver porque me odiaba o no me quería ver porque me parecía a Evangeline? La segunda opción fue más para mí la respuesta. ¿Él aún la amaba? Mi corazón me golpeó en dos pulsadas enloquecidas y mi rostro se tensó al pensarlo. ¿Por qué me estaba enojando con aquel simple hecho?

ESTÁS LEYENDO
Era vampirica
VampireSe decía que en año 2012 todo se acabaría y así sucedió. Nadie hubiera creído una historia tan loca, pero ahora, es más que un hecho que los vampiros existen. Aquellos que te sodomizan, te compran y hacen de tu cuerpo lo que quieren...